La Hydra, de la mafia huachicolera, y sus mil cabezas por Eduardo Lliteras Sentíes
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La apuesta al fracaso del nuevo gobierno es encabezada, desde la capital de la República, por el prianismo y sus liderazgos partidistas así como por sus satélites convertidos, de la noche a la mañana, en espadachines de la “libertad”, la que no defienden sino por interés propio, como sucede con Movimiento Ciudadano. El deseo, más allá de la obnubilación ideológica, de que le vaya muy mal al gobierno obradorista, tiene que ver con intereses económicos: temen perder la ubre del presupuesto de la que han vivido durante décadas y de la que no se imaginan subsistiendo al margen. Porque no saben hacer otra cosa, ni quieren trabajar como cualquier ciudadano. Además, por supuesto, son adictos al poder, no pueden vivir sin esa poderosa droga que ahora se inyecta en parejas: lo intentaron (y fracasaron) Fox y Martita, lo lograron Érika Alonso y Rafael Moreno Valle que en paz descansen, y ahora lo buscan, por enésima ocasión, Felipe y su esposa Margarita, en clara campaña con la falsa bandera de “libre”, ellos que son tan liberales como sus casacas extra grandes o su rechazo al anti prohibicionismo al aborto o a las parejas del mismo sexo.
Lo cierto,
es que a falta de cualquier proyecto de país que no sea el saqueo, la mafia
huachicolera que construyeron y la delincuencia como modus vivendi de enormes
franjas de la población (mientras el resto de la nación padece el resultado de
la corrupción y la miseria), no ofrecen más que un deslucido fantasma de
oposición venezolana.
Cada día
amanecemos con el espantajo del fin del mundo, al que hemos llegado tras la
elección de Andrés Manuel López Obrador y su apertura de la caja de pandora con
todos sus jinetes cabalgando para destruir ese país paradisiaco y feliz, donde
habitábamos hasta ese malhadado 2 de julio y sus 30 millones de votos.
Quizá, el
nuevo gobierno no estaba preparado para encontrarse con las entrañas podridas
de Pemex, a pesar de sus discursos. Esperaban corrupción, saqueo, pero no en
las dimensiones que han ido encontrando. Tal vez les falta gente capaz de
encontrar la salida a éste laberinto de corrupción y criminalidad, rodeados de
cómplices y de enemigos en todos los niveles, incluido esa parte del “pueblo
bueno” -como gustan ironizar los apostadores al fracaso- que hizo de la
corrupción y del clientelismo prianista su forma de subsistencia. A lo mejor su
estrategia no es la más clara ni la más organizada, hoy que abundan los
expertos en combate al huachicoleo, en petroquímica y sus derivados.
Territorio
bajo el ataque de bandas como la de Río Frío en nivel turbo, México está
convertido en una cleptocracia o mafiocracia desde hace décadas; políticos de
todos los colores se han dedicado a la farsa cotidiana de los eventos
ceremoniales en los que se rinde veneración al panteón sagrado y vacío de la
post revolución, en la que no creen, pero que explotan a la manera de curas en
un templo impartiendo misa y desabridas ostias. No en balde, el gobierno de
Rolando Zapata gastaba tanto dinero en financiar sus actos ceremoniales y lo
infló 172 por ciento más de lo programado en ceremonias oficiales en 2017. Sus
vacías palabras en favor de la nación y de la ciudadanía desde los poderes y
rituales del anuario oficialista se siguen repitiendo. Allí están de ejemplo la
senadora Farjat o el senador Paz, transformados por la varita mágica de la
oposición en defensores de la libertad de prensa y de la democracia (risas, por
favor).
Pero
continuando con la nada risible situación en la que versa la Patria, hay que
decir que muchos ciudadanos ya se dieron cuenta de las implicaciones del cáncer
delincuencial que devora a todo el país, incluida la Suiza tropical desde la
que escribimos las presentes líneas. Muchos ciudadanos padecen a diario desde
hace años sus consecuencias: inseguridad, delincuencia, pérdida de patrimonio y
vidas, miseria, hambre, persecución, muerte.
Pero hay
otras reflexiones que valdría la pena realizar, como darnos cuenta de lo
vulnerables que somos de la matriz de energía fósil dependiente de la gasolina
y petróleo extranjero. No aguantaríamos ni tres días a un cierre de válvulas
desde Estados Unidos. A un bloqueo de las importaciones. Nuestro sistema de
transporte y movilidad está caduco y enfermo. En las ciudades y entre los
Estados. Es fuente de contaminación, de empantanamiento, de corrupción. Y
muerte.
“Y cerca de
allí el centauro, ´avanza aprisa para unir por debajo de sus garras las partes
del caballo. Y alargando su diestra, que coge al gran cuadrúpedo, camina a
grandes pasos hacia el Ara brillante; aquí, desde sus infernales partes, se
alza la Hydra´, con su cuerpo ampliamente desparramado”…(Marco Tulio Cicerón,
sobre la naturaleza de los dioses, Aguilar 1970).
La Hydra, de la mafia huachicolera, y sus mil cabezas.