Eduardo Lliteras Sentíes.- Un nuevo faro para la extrema derecha europea, sentencia el diario británico The Guardian, tras la victoria del partido postfascista italiano FDI (Fratelli di Italia, Hermanos de Italia) liderado por la política italiana Giorgia Meloni. Un desafío para los valores de la Unión Europea, admite El País que intitula su editorial: La amenaza italiana. El Times de Londres dice por su parte que la victoria de Meloni si bien expresa riesgos para Europa, el pragmatismo de la lideresa italiana da esperanzas por su “nacionalismo moderado”. Le Monde afirma que se trata de una sombra sobre el proyecto europeo. Y advierte que si bien no es una sorpresa, se trata sin lugar a dudas de un terremoto político en el territorio europeo: hay que poner atención sobre sus verdaderas intenciones, dice. Italia da un salto en el vacío, sentencia el diario francés.
Tras las elecciones del domingo pasado, Europa voltea a ver a Italia, socio fundador de la Unión Europea, tercera economía de un continente, con creciente aprehensión. Se trata de la primera vez que un partido heredero de la tradición post fascista italiana, claramente inspirado y que hunde sus raíces en el MSI (Movimento Sociale Italiano) surgido tras la derrota del régimen fascista de Benito Mussolini a manos de las tropas estadounidenses y partisanas, gana una elección y se apresta a gobernar Italia.
El partido de Meloni (la primera mujer que gobernará Italia, insisten) y el MSI comparten el mismo logo, aunque con diversas siglas, una llama tricolor, con los colores de la bandera italiana. Pero las coincidencias van más allá de un logo -y de otros símbolos importantes en el imaginario fascista- y abreva en un pasado que algunos en éstos momentos minimizan calificándolo simplemente de “nacionalismo conservador”, debido, entre otras cosas, a que el frente de guerra en Ucrania es lo único relevante. Y mientras Meloni sostenga el esfuerzo militar, económico y social de guerra, no tendrá problemas con Washington.
Claramente, la victoria de Giorgia Meloni, de su partido -el que obtuvo el 26 por ciento de los votos- y de la coalición de derecha y extrema derecha con Forza Italia de Silvio Berlusconi y la Lega de Matteo Salvini, es un rayo en descampado en la Unión Europea: Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea, como ya señalamos, la que pasa por una severa crisis en el momento más crítico desde su fundación: la guerra en Ucrania, con la consecuente crisis energética y económica que ya se convirtió en una crisis social y política con clara deriva hacia el extremismo de derechas, que ya se perfilaba en el horizonte por el rechazo creciente a la inmigración.
No cabe duda de que muchos se interrogan sobre el futuro de la Unión Europea en éstos momentos y otros más se soban las manos: España es el siguiente, advierten, ante la posibilidad, auguran, de que el neo franquista Vox, se haga con el gobierno español. En pocas palabras, algunos ya ven un efecto dominó que podría sumar a Francia en un futuro no lejano -uno de sus más anhelados objetivos- a la lista negra, con Marie Le Pen y su partido la Agrupación Nacional.
Por lo pronto, a la lista de las naciones europeas en manos a las derechas extremas hay que añadir Suecia, con la reciente victoria de una coalición que incluye al partido populista de derecha, Demócratas de Suecia.
Polonia y Hungría eran las naciones en manos de gobiernos de extrema derecha, pero algunos pensaban, ingenuamente, que se trataba de un mal confinado a naciones de reciente ingreso en el proyecto europeo, fundado en “el respeto de los derechos humanos, en la libertad, en la democracia, en la igualdad”, según su declaratoria de principios pergeñada tras la Segunda Guerra y con el objetivo de evitar que el Viejo Continente volviera a teñirse de sangre.
Sin embargo, la realidad es que Europa se encuentra ante una deriva hacia la derecha y la extrema derecha y que afronta la crisis más severa desde su fundación, con su política exterior sometida a los intereses de Washington y la posibilidad de una conflagración abierta con Rusia de catastróficos resultados. Se trata de un continente que ha perdido peso económico y político en el concierto de las naciones ante el auge de China, India y otras naciones asiáticas. Y que ha cedido a los intereses militaristas e imperiales que buscan contrarrestar la expansión China a través del conflicto militar ucraniano, convirtiéndose, en un peón en el tablero geopolítico del Pentágono.
Algunos señalan, no sin cierta razón, que Meloni está acotada, no le queda de otra, precisamente por la extrema dependencia de Italia de los fondos europeos y su deuda del 150 por ciento del PIB. A lo que hay que sumar que es miembro de la OTAN con la consiguiente presencia de bases militares estadounidenses en territorio italiano, con soldados y armas, incluyendo las nucleares. Todo esto acota el margen de maniobra y las veleidades de extrema derecha de Meloni, dicen algunos, quien se espera haga de su diatriba anti migrante uno de los puntos claves de su gobierno al no tener mucho espacio para programas sociales. Ni para modificaciones constitucionales, por el momento. El tema del aborto y el incentivo para que mujeres italianas tengan más hijos, son otros dos temas en la agenda posible.
La volatilidad de la política italiana, que ha derribado decenas de gobiernos en los últimos 20 años, tranquiliza a otros más, que ven con escepticismo que los tres partidos de derechas se puedan poner de acuerdo sobre diversos temas, incluida la guerra de Ucrania, con Berlusconi y Salvini considerados hombres de Putin en Italia.
Lo cierto es que Italia, como muchos otros países de Europa, vive un proceso de empobrecimiento dramático que es alimentado por la inflación galopante provocada por el conflicto armado y el aumento del precio de los combustibles, empezando por el gas y la electricidad.
La quiebra de empresas, alarmante, se suma al temor por el frío en el invierno, con ciudades obligadas a medidas extraordinarias para reducir el consumo eléctrico, con apagones del alumbrado público, la obligación de apagar escaparates o disminuir la temperatura de las calefacciones. Por citar algunas.
Y por lo pronto, el invierno se prevé extremadamente duro para una gran parte de la población. El hambre y el frío, pueden ser muy malos consejeros. Pero el pulso con la Rusia de Putin va antes para muchos gobiernos europeos y para Bruselas, por lo que todos y todo será sacrificado hasta que se obtenga la victoria, según dicen.