El libro tercero de Éxodo, novela de León Uris, libro de la biblioteca de mi padre que leí en mi juventud, cita muy claramente en su inicio, junto a un mapa de Jerusalén, lo siguiente: “Ojo por ojo … tu tendrás que pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura: la palabra de Dios según le fue dada a Moisés en el Éxodo”.
En su página 255 decía que Haifa “era una ciudad hermosa, con esa belleza especial de las poblaciones edificadas sobre un monte y junto a una bahía. Cerca de la orilla había el sector árabe con sus continuos apiñamientos de edificios. El sector judío se extendía por toda la ladera, alargada como un enorme dedo, de Monte Carmelo”.
Esa belleza y esa promesa para muchos que huían de la Shoah en Europa se convirtió en pesadilla y dolor para muchos otros por la Nabka en Palestina, que subsiste hasta hoy.
La Nabka, la muerte y expulsión de sus tierras y hogares de miles de palestinos a manos de organizaciones paramilitares sionistas, está grabada en la memoria colectiva palestina. Y hasta hoy, se olvida que no existe el estado palestino, y que en su lugar florecen nuevas colonias ilegales de colonos europeos en la Cisjordania ocupada, financiadas desde Estados Unidos. Para circular los palestinos deben pasar un check point tras otro, si es que les autorizan a hacerlo, entre cámaras de reconocimiento facial y soldados, en la tierra que Israel mantiene ocupada con más de 5 mil detenidos en cárceles incluidos niños.
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Por lo pronto, siguen los bombardeos de Gaza de forma inmisericorde. Más de un millón y medio de personas han debido huir hacia el sur de la Franja de Gaza y se hacinan en condiciones espantosas, reportan las Naciones Unidas. Hospitales, iglesias, infraestructura civil son objetivos de los bombardeos del gobierno israelí. La destrucción de barrios enteros en Gaza es apabullante, con sus víctimas civiles. El plan de Netanyahu, es expulsar a los más de 2 millones de palestinos -menos los que han muerto y morirán en los próximos días- hacia Egipto, lo que el gobierno de El Cairo, claramente ha dicho que no aceptará, gobierno que, por cierto, advirtió días antes del ataque de Hamas a Tel Aviv: el diario israelí Ynet asegura que el ministro egipcio de Inteligencia avisó a Netanyahu del ataque. Pero el gobierno de Bibi Netanyahu, claro, ha desmentido esa información como hizo con la destrucción del hospital baptista Al Ahli con todas las personas que estaban dentro.
Lo que es innegable es que cada día que pasa aumentan las víctimas civiles en Gaza, cuya mitad de población, como han dicho las Naciones Unidas, son niños.
Y por supuesto, Hamas, dispara cohetes y la Yihad Islámica, contra Israel, que reporta casi 2000 muertos. Mientras apenas cuatro secuestrados de los más de 200 rehenes capturados por Hamás, han sido liberados. De los demás no se sabe nada, algunos dicen que muchos ya habrían muerto entre los escombros en Gaza. Y si no, morirán en la inminente, al parecer, invasión terrestre.
Es así que la violencia como castigo colectivo por parte de la potencia militar israelí, ocupante de la Franja de Gaza y de Cisjordania, tiene justificación en medios y en declaraciones de políticos occidentales, como si los crímenes de guerra de Hamás fueran los únicos perpetrados en el conflicto, mientras la prisión más grande del planeta es sistemáticamente demolida en otro horrendo capítulo de la ocupación del gobierno israelí.
Y claro, las redes sociales censuran y acosan con acusaciones de “terrorismo” a quien ose cuestionar el bombardeo de civiles o apoyar el derecho del pueblo palestino a tener un Estado, como establecía la resolución de las Naciones Unidas número 181 de 1947.
En Londres, en éstos días, policías vestidos de civil, han ido a tocar hasta los hogares de personas que han sido falsamente acusadas de terrorismo por expresarse sobre el conflicto.
En Francia y Alemania, entre otros países europeos, se detienen a manifestantes que muestran la bandera palestina. Explicar que cuestionar al gobierno de Netanyahu o criticar al sionismo no tiene nada que ver con ser “antisemita”, puede convertirse en un peligroso linchamiento en redes sociales e inclusive en acoso y amenazas, como han denunciado periodistas israelíes.
Lo que no se sabe es dónde va a ir a parar éste nuevo capítulo de violencia brutal en Gaza. Si efectivamente terminarán involucrados libaneses e iraníes. Si dichos países serán arrasados con bombas. También es una incógnita las dimensiones de los golpes que recibirá Israel y las fuerzas militares estadounidenses en la región. Es decir, se juega con fuego, en el ánimo de rediseñar el mapa del poder en Medio Oriente a favor del eje Netanyahu-Biden con la complicidad de la Unión Europea y de la OTAN. La expansión de Israel y el control de recursos energéticos, acuíferos y tierras, así como rutas de aprovisionamiento, es lo que se juega tras bambalinas en el conflicto palestino-israelí sin olvidar el desafío sino-ruso al mundo imperial unipolar liderado por Washington y sus aliados a ambos lados del Mediterráneo. El sueño del Gran Israel, parece estar a la mano, según pugnan algunos que sueñan con el Apocalipsis y la ascensión a los cielos como los elegidos, en sus fantasías decimonónicas.
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Post Data:
China ha desplegado buques de guerra en el Mediterráneo. 6, al menos. Rusia mantiene presencia militar en Siria. Otro jugador que hay que tomar en cuenta es Turquía, miembro de la OTAN y con un poderoso ejército. Se afirma que los turcos entrarán a fondo en el conflicto en el caso de que estalle la violencia regional.