El diario italiano Il Manifesto publicó una crónica sobre el sepelio del padre Marcelo Pérez Pérez, asesinado a tiros por sicarios el pasado 20 de octubre en San Cristóbal de Las Casas: Los gritos de el "pueblo unido jamas será vencido" y "Marcelo vive, la lucha sigue" llenaron primero la iglesia de Guadalupe y luego las calles de San Cristóbal de Las Casas. Descrito como un acérrimo defensor de los derechos humanos que desde el 2021 venía denunciando, a través de marchas y romerías, el aumento de la violencia a manos del crimen organizado en Chiapas, Marcelo fue ejecutado por un sujeto armado que le disparó al apostarse junto a la ventanilla del conductor de su auto. Dicho sicario llegó a pie, aprovechando que el padre acaba de abordar su auto y le disparó a quemarropa en varias ocasiones a través de la ventana de su camioneta, del lado del conductor, luego de oficiar la misa en la iglesia del barrio Cuxtitali. Luego, el asesino huyó a pie y habría abordado una motocicleta para darse a la fuga junto a otra persona.
En efecto, el pasado domingo 20 de octubre fue asesinado a balazos el padre Marcelo Pérez Pérez, un sacerdote descrito, según Il Manifesto como rebelde, un hombre justo, de los que siempre quisieron construir "el cielo" en la tierra. Su sueño es nuestra revolución, la construcción de un mundo mejor”, según dice el Nodo Solidario en Facebook.
En la nota de Andrea Cegna, "llorando por él y acompañando el féretro hasta San Andrés Larraínzar, la comunidad donde nació en 1974, famosa por los "Acuerdos de San Andrés" entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), no solo estaba la comunidad católica . Frente y dentro de la iglesia había activistas y activistas sociales, representantes de comunidades indígenas organizadas, había periodistas llorando, había feligreses, había rabia, emoción, memoria y ganas de no dejar de luchar. Hubo unión entre catolicismo y lucha social, hubo cantos religiosos y coros históricos de movimientos revolucionarios. Estaba la parte progresista y movimentista de la ciudad y estaban las comunidades donde Marcelo había dejado su huella. La mezcla político/cultural/social que fue parte del humus que permitió al EZLN crecer y tomar las armas en 1994".
Pero además de Il Manifesto, el vil y cobarde asesinato del padre Marcelo Pérez, llegó también a las páginas del diario oficial de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, luego de que su repentina muerte violenta fue mencionada en el Vaticano con profunda indignación y dolor.
En efecto. Durante la XV Congregación General del Sínodo de los Obispos que se lleva a cabo en el Vaticano se expresó "el dolor de la Iglesia y del pueblo mexicano apenas se conoció la noticia del asesinato del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, párroco de la parroquia de Cuxtitali en San Cristóbal de Las Casas, en el Estado de Chiapas en México".
El diario del Vaticano, el Osservatore Romano, en una nota de Renato Martínez, dio a conocer que se recitó por él una oración por el descanso eterno: "El padre Marcelo fue un luchador por la paz, un hombre que buscó el diálogo, la paz y la justicia para los más pobres. Él mismo era indígena, era tzotzil, y había dedicado su vida a estar con los últimos y a buscar el diálogo, el encuentro, la reconciliación en comunidades donde había divisiones".
Así lo dijo sor María de los Dolores Palencia, religiosa mexicana de la Congregación de las Hermanas de San José y presidenta delegada de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: El hecho de que el padre Marcelo haya sido asesinado, según la religiosa, "es una señal más de que hay quienes están interesados en que la gente esté dividida y que no reine la paz y la justicia".
Según el Osservatore Romano, la madre Dolores Palencia dijo también que "Chiapas se ve fuertemente afectado por el fenómeno de la migración forzada.
El Estado de Chiapas – explicó sor Palencia – tiene tres diócesis: Tuxtla, Tapachula y San Cristóbal de las Casas. Es un estado fronterizo con Guatemala, donde hay un continuo y frecuente ingreso de migrantes de muchos países, no sólo de América del Sur, sino también de Asia, África y Europa del Este." Es "una presencia muy masiva", y "una migración forzada" porque "se ven obligados a salir de sus países, son personas que llegan con muchas carencias y mucho sufrimiento".
Asimismo, el Osservatore Romano consigna que la religiosa comentó que Chiapas es también un estado con una enorme población indígena, con muchos pueblos originarios y diferentes etnias, "pueblos que tradicionalmente han vivido en la marginación, en la pobreza, que han padecido todas las carencias que pueden existir en estas condiciones" y que ahora está plagada de drogas y de un extractivismo deshumanizado. Esto también ocurre en otros estados de México y en muchos otros lugares, continuó la monja: "donde hay una fuerte concentración de violencia debido a la lucha por el territorio entre los cárteles de la droga. Una presencia muy fuerte en México, lamentablemente, y esto implica muchas cosas".
En cuanto a "la instalación de grandes industrias, mineras y extractivas, y otras", en el momento en que surgen son "las que imponen su forma de actuar a las poblaciones, los verdaderos dueños de estas tierras". Aquí, por tanto, "la presencia de estos grupos, ya sea por drogas o por extractivismo, genera violencia, divisiones, secuestros, robos, provoca migraciones internas, pero también desconfianza entre pueblos hermanos que han convivido durante mucho tiempo y ahora están generando a luchas de poder que son muy peligrosas".
Según la nota del Osservatore Romano escrita por Renato Martínez, la monja mexicana explicó la necesidad de alzar la voz por todos aquellos que no pueden hacerlo y sobre todo pide que el asesinato del padre Marcelo no quede impune y que no se olvide lo que sucede en estos territorios. "Creo que la conciencia está creciendo en la sociedad civil organizada, así como en las distintas Iglesias. Necesitamos gritar y hacer que el mundo también comprenda que en algunas situaciones actuamos contra la humanidad y también contra la creación, contra nuestra casa común".
Como hemos dado a conocer en días pasados, tanto la nomenclatura de la Iglesia mexicana así como in primis la Compañía de Jesús, han denunciado con mucha fuerza el crimen. La Conferencia Episcopal de México solicitó oficialmente una reunión con la presidenta Claudia Sheinbaum. De hecho, llama la atención que el asesinato del padre Marcelo unió a las jerarquías católicas históricamente fragmentadas del país y rompió la narrativa del gobierno basada en la negación de la violencia en Chiapas, como ya denunciaban decenas de ONG y centros de derechos humanos, añade Il Manifesto.
De hecho, es de esperarse que el Papa Francisco se pronuncie pronto sobre ésta otra muerte violenta de un sacerdote en México. Cabe recordar que los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales, Joaquín César Mora y un civil fueron ejecutados el 20 de junio de 2020 dentro de un templo de la comunidad de Cerocahui en el municipio de Urique, Chihuahua. Durante el sepelio de los jesuitas la comunidad jesuita reiteró al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador que era necesario revisar su proyecto de seguridad pública, pues hoy “los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”.
Al presidir la homilía en el acto protocolario, el sacerdote Javier “El Pato” Ávila afirmó ese día que hoy en el país “no vamos bien y esto es un clamor popular; este evento lamentablemente no es aislado en nuestro país, un país invadido por la violencia y por la impunidad”.
Veremos qué dice al respecto el Papa y sobre todo qué acciones realizará la Iglesia Católica Mexicana luego de la muerte del padre Marcelo Pérez. Todo indica que habrá radicalización de posiciones.
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