Un hermoso desarrollo inmobiliario con el mar Mediterráneo batiendo sus playas doradas. Condominios de lujo y casas de veraneo para la clase política y de inteligencia de Israel y Estados Unidos, y claro, para los colonos sionistas que puedan comprar la primera línea de playa.
El nuevo desarrollo inmobiliario, que se había dado a conocer desde el inicio de la aniquilación de Gaza y que habíamos comentado en nuestras columnas, ha sido arropado desde el más alto nivel del gobierno estadounidense: la presidencia en mancuerna con Jared Kushner, marido de Ivanka Trump, como asesor y negociador. En 2024, el gobierno de Tel Aviv dio a conocer un megaproyecto inmobiliario que convertiría a Gaza en un centro logístico mundial y en una de las economías de mayor crecimiento en la región, impulsada por la tecnología, el comercio y el turismo, según se prometía. Así como por los yacimientos petroleros y gasíferos ubicados frente a las costas de Gaza. Todo un negocio redondo asentado sobre los cadáveres de mujeres, niños, hombres, de familias enteras palestinas echos añicos por las bombas.
Sentado en el escritorio -apodado Resolut- del Salón Oval y en otras declaraciones en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha dicho, en pocas palabras, que “los Estados Unidos tomarán Gaza” y que los gazatíes, los palestinos, deberán irse. No hablamos de la última película de ciencia ficción de tonos distópicos, sino de la más brutal realidad escupida por la boca del presidente estadounidense, quien dijo, “que el millón 600 mil, millón 700 mil de gazatíes, deberán irse a Egipto, a Jordania”, o enfrentarán graves consecuencias dichos países, como el fin de la ayuda financiera y militar que Estados Unidos les proporciona. Así de sencillo. Una deportación forzada en toda regla. Un crimen de guerra y de lesa humanidad.
Si en Gaza, al inicio se hablaba de que la Franja era habitada por dos millones y medio aproximadamente de personas, tras 16 meses de genocidio, la población se ha reducido drásticamente. Se dice que entre 200 y 400 mil habrían huido. ¿Y los demás? Sepultados bajo los escombros, y muertos, pulverizados por el mayor bombardeo sobre una zona habitada desde la Segunda Guerra Mundial.
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El pretexto de la llamada “guerra contra la organización terrorista Hamás”, era eso, un pretexto para acabar con Gaza y reducir su población, también mediante el hambre, las enfermedades y la aniquilación de todas sus instituciones e infraestructuras educativas, culturales, hospitalarias, religiosas.
El proyecto del “Gran Israel” que habíamos comentado, ha tomado nuevos bríos, no sólo con la expansión en Siria y Líbano -donde prosiguen los bombardeos, a pesar de la “tregua”- sino en Cisjordania, donde están siendo destruidas casas e infraestructuras, detenidas centenares de personas y muertas.
Casi 40.000 refugiados palestinos han sido desplazados a la fuerza del norte de Cisjordania mientras las operaciones militares israelíes se intensifican a un ritmo alarmante, denunció la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo.
Desde el inicio de la operación “Muro de Hierro” por parte de las fuerzas israelíes el 21 de enero, varios campos de refugiados, (es decir, asentamientos humanos, con viviendas, escuelas, hospitales) han quedado prácticamente desiertos.
Las fuerzas militares israelíes destruyen calles, casas, arrasan campos de cultivo. Irrumpen en domicilios a la fuerza y detienen a sus habitantes o los expulsan. Otros son asesinados.
Y mientras el dorado paraíso dictado por las “santas” escrituras va cobrando forma, en Ucrania, el fin de las hostilidades y la división territorial de dicho país parece acercarse tras una larga conversación entre Donald Trump y Vladimir Putin, que ha dejado a los líderes europeos, comprometidos con la “derrota de Rusia”, con una bofetada en el rostro y un muy amargo sabor de boca en medio de una crisis económica y social provocada por un conflicto militar impulsado desde Washington con el pretexto de la expansión de la OTAN y “la seguridad europea”, que se ha revelado, como hemos dicho reiteradamente, eso, un pretexto para parapetar la intención de acabar con la Federación Rusa, dividirla en decenas de pequeñas naciones y apoderarse de sus recursos, además, claro, de acabar con su desafío militar y geopolítico.
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CAJÓN DE SASTRE
En un nuevo informe de Wikileaks, se reveló que la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo), es en realidad, por si alguno no se había dado cuenta, una rama de la CIA, que ha financiado con casi 500 millones de dólares a una ONG de control mediático llamada “Internews Network”. Dicha ONG se encargaba de difundir la propaganda de Estados Unidos a través de 4.291 medios de comunicación, produciendo en un año 4.799 horas de emisiones que llegaron a 778 millones de personas y entrenando en el arte de manipular a más de 9.000 periodistas, según la información oficial obtenida por Wikileaks.
A través de esta ONG, la USAID ha financiado también a muchos de los famosos “Fact Checkers” que supuestamente “desmienten” los bulos en las redes sociales y se dedican a censurar a todo el que se salga del discurso de los medios a sueldo de Estados Unidos.
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