Eduardo Lliteras Sentíes, Roma, Vaticano .- Desde los Estados Unidos se presiona para un próximo Papa, si no de nacionalidad estadounidense, al menos, conservador lo suficiente y sometido a la política exterior de Washington. El rumor sobre un supuesto episodio de alta presión de Pietro Parolín, una de las cartas que algunos diarios italianos impulsan corre paralela a la noticia supuesta del nombramiento de dos obispos por parte del gobierno de Pekín, en plena sede vacante, según medios estadounidenses sectarios y que detestan el papado de Francisco y que desean utilizar al Vaticano como ariete en contra el gobierno chino echando tierra a los acuerdos alcanzados entre la Santa Sede y el gobierno chino. El acuerdo entre la Santa Sede y Beijing acerca del nombramiento de los obispos, es detestado por quienes quieren un Papa y un secretario de Estado del Vaticano activamente contrarios a Beijing.
El Papa Francisco sabía bien que Asia es el futuro de la iglesia católica por lo que con viajó lo más que pudo a ese continente aún cuando no pudo visitar China. Estuvo en Mongolia en septiembre de 2023, también acudió a Corea del Sur en 2014, a Sri Lanka y Filipinas en 2015, a Birmania y Bangladés en 2017, a Tailandia y Japón en 2019. En septiembre del año pasado, el Pontífice realizó una gira por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, el viaje más largo de su pontificado pese a sus problemas de salud.
En efecto. Sectores católicos de ese país, considerados en Roma ultras y radicales de la derecha más recalcitrante y energúmena presionan con noticias falsas, como la del presunto desmayo de Pietro Parolin, el ex secretario de Estado del Papa Francisco, según dicen medios italianos que tifan, que apoyan su candidatura. Según dichos medios, Parolín contaría ya con el apoyo de varias decenas de votos, antes de entrar al cónclave. Parolín quien tiene la tarea de presidir el cónclave como el cardenal obispo elector de mayor edad nombrado, se rumorea que puede contar con un paquete inicial de 40 votos, según el diario italiano Il Giornale.
Il Giornale explica que la noticia del malestar de Parolín fue publicada el 1 de mayo por el sitio web católico conservador estadounidense, Catholicvote.org: Parolin “se desmayó al final de la sesión” de la Congregación General el 30 de abril, escribe el sitio web, refiriéndose también a un supuesto “episodio de hipertensión”.
El objetivo, golpear su candidatura al sembrar dudas sobre su estado de salud entre los purpurados electores los que ya mayoritariamente han llegado a Roma y que el martes deberán ingresar a Santa Marta y no volver a salir hasta que hayan escogido a un nuevo Pontífice.
Según dichas versiones el italiano Parolín, definido como un supuesto cardenal moderado, también estaría en la mira por sus negociaciones y acuerdos con el gobierno chino, tema que la administración estadounidense rechaza, obviamente, en medio de una guerra arancelaria y comercial con riesgos de degenerar a otros campos.
El mensaje parece claro: las condiciones de salud del favorito para ser elegido nuevo Pontífice no le permiten guiar la Iglesia. Dudas e insinuaciones que rechazó el director de la sala de prensa del Vaticano, desmintiendo la noticia: “No, eso no es cierto”, dijo el portavoz Matteo Bruni, subrayando además que “no hubo intervención de médicos ni enfermeras”, durante la acostumbrada conferencia de prensa en la sala de prensa de la Santa Sede.
CHINA ENTRA EL CÓNCLAVE
Según versiones no confirmadas por el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, las autoridades chinas realizaron la “elección” unilateral de dos obispos, incluso en una diócesis ya dirigida por un obispo designado por el Vaticano.
Bruni dijo que no tenía información al respecto sobre lo publicado por un medio estadounidense que dice que el 28 de abril, el padre Wu Jianlin, vicario general de Shanghai, fue elegido nuevo obispo auxiliar de la ciudad por una asamblea de sacerdotes locales. Al día siguiente, el padre Li Jianlin fue “elegido” obispo de la diócesis de Xinxiang.
Cabe recordar que el Vaticano y el Partido Comunista rompieron sus relaciones en 1957. A partir de entonces se generaron dos Iglesias en el seno del gigante asiático: una oficial bajo control de las autoridades –la Asociación Patriótica Católica China– y otra clandestina, leal al Papa. En 2018, el diálogo quedó abierto con el acuerdo para el nombramiento de obispos.
Eternal Word Television Network (en español: Red de Televisión de la Palabra Eterna), conocida por sus siglas de EWTN, fue la que dio a conocer dicha versión. Dicha cadena de televisión estadounidense fue fundada por la "madre Angélica" (María Angélica de la Anunciación, Rita Antoinette Francis Rizzo, ya finada y originaria de los Estados Unidos).
En 1994, el sacerdote jesuita Raymond Schroth, publicó un artículo en el National Catholic Reporter después de escuchar durante dos semanas los programas de la madre Angélica en EWTN: "Cualquiera que mire EWTN tiene que concluir que el catolicismo es una Disneylandia de pseudomilagros, con una devoción que exalta a María sobre Jesús, más determinado a sofocar el Espíritu que a permitirle hablar", escribió el sacerdote, según cita la BBC.
Parolín es considerado uno de los principales artífices de la renovación del acuerdo con el gobierno chino en 2024 durante el pontificado de Francisco y que obviamente es rechazado por el gobierno estadounidense y los sectores más ultra montanos del catolicismo estadounidense.
Durante el pontificado de Francisco se firmó la tercera renovación de un acuerdo que se firmó por primera vez el 22 de septiembre de 2018.
Dicho acuerdo abrió una página histórica en las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno de la República Popular China.
El objetivo, permitir a todos los obispos estar en plena comunión jerárquica con el Papa.
La nueva firma por ambas partes del Acuerdo Provisional -que es válido por 4 años- siguió a la de la primera renovación por un período de dos años en 2020 y a la de la segunda renovación por un período de dos años firmada hace exactamente dos años, el 22 de octubre de 2022.
El Vaticano en un comunicado explicó: El Acuerdo Provisional puso fin a décadas de ordenaciones episcopales sin el consentimiento papal. Un escenario que ha cambiado radicalmente en los últimos 6 años, en el que se han producido una decena de nominaciones y consagraciones de obispos y al mismo tiempo la oficialización del papel público de algunos prelados hasta entonces no reconocidos por Pekín. Signo de la nueva colaboración lo atestiguan también la presencia de obispos de China continental en los Sínodos en el Vaticano y en otros eventos en Europa y América, así como la de los jóvenes en la JMJ de Lisboa del año pasado y una participación general de fieles chinos en los viajes apostólicos realizados por el Papa Francisco a Oriente en los últimos años.
Los sectores católicos que rechazan dicho acuerdo dicen que la "prolongación del acuerdo secreto entre el Vaticano y China suena como una rendición incondicional: mientras el régimen comunista refuerza su control sobre los creyentes chinos, la Santa Sede parece renunciar a la defensa de sus propios valores. El acuerdo, nacido con la intención de promover la unidad y la libertad de la Iglesia católica en China, ha resultado ser una calle de un solo sentido, donde Pekín decide y el Vaticano acepta. El Partido Comunista continúa utilizando a la Iglesia como herramienta de propaganda, sofocando cualquier atisbo de verdadera libertad religiosa para los católicos. Frente a esta deriva, es urgente volver a la tradición: Francisco debe defender a los católicos perseguidos, combatir la injerencia del Partido Comunista y reafirmar la primacía de la verdad y de la justicia, sin componendas".
De hecho, el cardenal Pietro Parolin, entonces Secretario de Estado del Vaticano, fue quien pidió renovar y desarrollar el Acuerdo sobre los Nombramientos Episcopales en China, con el objetivo también de tener una “presencia estable” en la potencia china.
El objetivo a largo plazo del Vaticano, era dar el primer paso hacia el camino que tarde o temprano conducirá al establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Pekín.
El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, ha recordado en repetidas ocasiones que el objetivo del Acuerdo era esencialmente pastoral, que el diálogo con las autoridades de Pekín tiene como finalidad mejorar la vida cotidiana de la Iglesia en la República Popular China y que pretende "promover también la mayor conciliación posible de los [católicos] chinos entre sí, bajo la guía de sus pastores y en comunión con el Papa Francisco".
Cabe recordar que la Asociación Patriótica de Católicos Chinos fue fundada en 1957 y se llevan a cabo las primeras ordenaciones episcopales sin un mandato pontificio. Así comienza el llamado "catolicismo oficial".
Para octubre de 1958, más de 20 obispos serán ordenados de esta manera. Con la encíclica Ad apostolorum principis (1958), Pío XII reivindica el patriotismo de los católicos chinos, pero rechaza la Asociación Patriótica. En cuanto a las ordenaciones sin un mandato pontificio, queda claro que son ilegítimas, pero válidas, explica el Vaticano.
El catolicismo, durante muchos años, antes y después de la guerra mundial, fue percibido como una herramienta de dominio de las potencias coloniales en China. Las que como en el caso de Francia, efectivamente tenían un control sobre su presencia en China continental.
Ya lo había dicho Pietro Parolin: "Hay que aceptar con realismo que los problemas que hay que resolver entre la Santa Sede y China no faltan y pueden generar, a causa a veces de su complejidad, posiciones y orientaciones diversas".
Algunos quieren que más bien haya una prolongación de la guerra comercial e ideológica contra China, pero ese enfoque no conviene a la Iglesia Católica y el Vaticano si quieren sobrevivir en el presente milenio en dicha nación.
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