El Papa se reunió con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, donde León XIV recibió en audiencia a los miembros del Cuerpo Diplomático con ocasión del inicio de su ministerio petrino, según informó el Vaticano: “En cierto sentido, mi propia experiencia de vida, desplegada entre América del Norte, América del Sur y Europa, pone de manifiesto esta aspiración de traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”, les dijo. Cabe mencionar que el día de mañana domingo tendrá lugar la misa de inicio de pontificado en la que, según la lista oficial de delegaciones enviada a medios acreditados ante la Santa Sede, no aparece México. Ni tampoco en la de ministros de relaciones exteriores, de embajadores ni de la de presidentes del Congreso o Parlamento. Menos aún, Senado.








En el encuentro con los embajadores, el Papa León XIV enfatizó el tema de la paz: muchas veces la consideramos una palabra “negativa”, o sea, como mera ausencia de guerra o de conflicto, porque la contraposición es parte de la naturaleza humana y nos acompaña siempre, impulsándonos en demasiadas ocasiones a vivir en un constante “estado de conflicto”; en casa, en el trabajo, en la sociedad. La paz entonces pareciera una simple tregua, una pausa de descanso entre una discordia y otra, porque, aunque uno se esfuerce, las tensiones están siempre presentes, un poco como las brasas que arden bajo las cenizas, prontas a reavivarse en cualquier momento, les dijo el Pontífice.
“Es necesario revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales que han sido queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos que pudiesen surgir en el seno de la comunidad internacional. Ciertamente, es necesaria también la voluntad de dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte, porque,
como recordaba el Papa Francisco en su último Mensaje Urbi et Orbi, «la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme [ y] la exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme»”..
Asimismo, dijo que “en el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas. Es necesario, además, esforzarse por remediar las
desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades”.

