Tras 886 días detenido, el periodista español con doble nacionalidad -española y rusa- Pablo González, abandonó la cárcel de Polonia donde lo tuvieron cautivo, o más bien secuestrado, sin que se presentara prueba alguna en su contra y por el simple hecho de que al gobierno polaco (y a la OTAN) no les gustaba su cobertura de guerra sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia.
Pablo fue liberado hoy, según informan a través de X familiares y amigos, como parte de un canje de 24 presos entre Polonia y Rusia. Es decir, el gobierno español, no movió un dedo por él en 2 años y medio. Pero sí mandó al CNI (el Centro Nacional de Inteligencia español) a amedrentar a su familia española que reside en España.
Pablo González fue detenido el 28 de febrero de 2022 por los servicios secretos polacos (como dimos a conocer en Infolliteras) y traicionado por el gobierno español mientras medios ibéricos –incluida la televisora La Sexta donde trabajaba— como El Mundo se dedicaban a difundir bulos contra él. Algo que se ve en todas latitudes, por cierto.
Hay que enfatizarlo: Pablo González ha pasado dos años y medio encarcelado en Polonia sin que se haya presentado una sola prueba en contra de él y sin que se haya llevado a cabo juicio alguno en dicha nación que forma parte de la Unión Europea, la que ahora, por ejemplo, pretende dar lecciones de democracia a Venezuela.
Gracias a su doble nacionalidad finalmente ha sido el gobierno ruso, y no el gobierno español, el que lo ha liberado. La excarcelación fue confirmada por su abogado, Gonzalo Boye, quien dio a conocer que Pablo fue intercambiado por el periodista estadounidense Evan Gershkovich, colaborador del diario estadounidense, Wall Street Journal, que estaba preso en una cárcel rusa tras una condena de 16 años de cárcel por espionaje. Y quien quedó libre este jueves.
Las gestiones para la liberación de Pablo, no las realizó el supuesto político de “izquierdas” español, Pedro Sánchez, sino el presidente ruso, Vladimir Putin.
La realidad es que ningún periodista debería ser encarcelado sin un proceso justo. Pero vemos que las naciones que se precian de ser los faros de la libertad de expresión y de la democracia -para justificar agresiones, bombardeos, golpes de estado, sanciones económicas contra naciones y pueblos- encarcelan a periodistas por años, sin pruebas, ni juicio. Con Pablo González y Julian Assange tenemos dos casos que muestran el verdadero rostro de las democracias occidentales, hoy como ayer comprometidas en guerras y genocidios por el dominio global de recursos.
Durante 900 días Pablo González apenas tuvo comunicación directa con sus familiares o abogado, apenas tres visitas, casi una por año. Pablo ha seguido in situ conflictos armados como la Segunda guerra del Alto Karabaj o la Guerra del Donbás y Crimea de 2014, antesala de la invasión rusa iniciada en 2022. Fue esa cobertura, no a modo de los intereses de la OTAN, la que le costó casi tres años de cárcel -con la amenaza de permanecer en prisión por muchos años más-.
DECAPITA ISRAEL A PERIODISTA EN GAZA Y MATA A CAMARÓGRAFO
Con un ataque aéreo el ejército israelí decapitó al periodista de Al Jazeera, Ismail Al ghoul, y también mató al camarógrafo, Rami Alrifi mientras realizaban una cobertura de la guerra en el campo de refugiados Al Shatei en Gaza. El número total de periodistas asesinados por el ejército israelí en Gaza desde el 7 de octubre es de 165 periodistas asesinados. Además, el gobierno israelí de Benjamín Netanyahu -genocida con orden de aprehensión de la Corte Penal Internacional y aplaudido en el congreso estadounidense- tiene prohibido el ingreso de periodistas a la Franja de Gaza o Palestina para evitar revelen al mundo sus crímenes de guerra.
Más de 50 periodistas que trabajan para la televisión británica y estadounidense, incluidas la BBC y CNN, enviaron una carta a los gobiernos de Israel y de Egipto pidiendo un “acceso libre y sin traba” a Gaza para los medios extranjeros.
“Hacemos un llamado al gobierno israelí para que (…) permita que los periodistas internacionales trabajen en Gaza y a las autoridades egipcias para que permitan el acceso de los periodistas internacionales al cruce de Rafah”.
Asimismo, la cadena Al Jazeera condenó el asesinato de su corresponsal Ismail Al Ghoul y del camarógrafo Rami Al Rifi por parte de las fuerzas israelíes a través de un comunicado. Ambos, plenamente identificados con chalecos y cascos de prensa. Ismail Alghoul había tomado fotos del ataque del ejército israelí a la iglesia ortodoxa de San Porfirio, la tercera iglesia más antigua del mundo, donde se refugiaban familias palestinas desplazadas. Fue asesinado después.
CAJÓN DE SASTRE:
En total interrogante se mantiene cómo será la relación con la prensa por parte del gobierno “del pueblo” del gobernador electo, Huacho Díaz Mena.
Es de esperarse que las prácticas -como la exclusión y el sectarismo con la que empezó la frívola secretaria de Turismo, Michelle Fridman, que convirtió dicha institución en negocio privado- se acaben.