¿Cómo se obtienen las vacunas contra el coronavirus en la arena internacional para asegurarte que tu población sea vacunada antes que cualquier otra en el planeta? Bueno, antes que nada, hay que tener contactos e información confidencial entre los laboratorios que producen la vacuna para llegar hasta quienes toman las decisiones. Y, en segundo término, tener la capacidad económica y militar para llevar a cabo una operación internacional para trasladar millones de vacunas antes que cualquier otro gobierno se entere, inclusive sacando las dosis de su mismo territorio.
El ejemplo, claro está, lo dio Israel y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien a las 2 de la mañana –hora local– del 12 de noviembre de 2020 realizó una llamada directa con el CEO de Pfizer, Albert Bourla, con el que negoció sin intermediarios la adquisición, en caliente, de 20 millones de vacunas para su país.
Según cables de agencias ese día el mismo Netanyahu informó a la opinión pública de su país que había dado instrucciones a los funcionarios para que retiraran todas las barreras y dificultades burocráticas, y pudiera firmar un acuerdo de inmediato con la Pfizer.
“Nos convertiremos en el primer país en salir del coronavirus” e “Israel será un modelo global”, aseguró esa misma tarde junto con el ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, en una rueda de prensa retransmitida en hora de máxima audiencia con evidentes propósitos electorales, ya que el próximo mes de marzo se celebrarán de nueva cuenta elecciones legislativas. Es decir, Israel vuelve a las urnas por cuarta vez en dos años por una sola razón: para que Benjamín Netanyahu pueda intentar eludir el juicio de corrupción, explicaba en el diario El País, Juan Carlos Sanz.
De tal manera, escasas tres semanas después de la llamada de Netanyahu con el CEO de Pfizer, el 7 de enero de 2021, el gobierno israelí presumía el ritmo de vacunación: el 18% de la población israelí -de nueve millones- ya recibió la primera dosis de la vacuna, igual que el 70% de personas en riesgo y más vulnerables al coronavirus. Para marzo, fecha de las elecciones, el gobierno israelí prevé haber vacunado a toda su población mayor de 16 años.
Claro, acicateado por la crisis, y ante la creciente inestabilidad y enojo social por las medidas de confinamiento, Netanyaju encontró en la vacuna, su salvación política. Como explica Maurizio Molinari, director del diario italiano La Repubblica, en una entrevista con Enrico Mairov, experto internacional en sistemas sanitarios: “Cuando se trató de comprar las vacunas, el jefe del gobierno israelí, Benjamin Netanyahu, actuó como un comandante militar. Recurrió a los recursos de emergencia del ejército”.
Así lo dijo el director de la República, Maurizio Molinari, en el programa Frontiere (Rai1), “cómo y por qué, de la noche a la mañana”, Netanyahu logró obtener 20 millones de dosis de Pfizer para una cobertura de vacunación muy alta de su pueblo que concluirá el próximo mes de marzo.
Enrico Mairov dijo que “Israel tiene antenas muy altas. Hay muchos científicos israelíes que viven alrededor del mundo y cuando estalló la pandemia de coronavirus, el gobierno de Israel se orientó por ponerse en contacto de inmediato con la mega industria para saber cuándo estaría lista la vacuna cuánto costará y cómo se puede obtener”.
Hablamos de información de inteligencia que le permitió al gobierno israelí saber cuándo y con quién hablar para obtener la vacuna antes que cualquier otro gobierno.
El director de Repubblica narra que fue el mismo Netanyahu quien explicó que durante una llamada a las dos de la madrugada con Albert Bourla, presidente y consejero delegado (CEO) de Pfizer, “nos pusimos de acuerdo de inmediato tras las negociaciones entre nuestros consejeros legales” para adquirir la vacuna.
Es decir, como señala Molinari, a través de dicha llamada Netanyahu preguntó cuántas vacunas tienes y a cuánto las vendes.
Bourla le dijo: yo las venderé a 15 o 20 dólares cada una, a los gobiernos. A lo que Netanyahu reviró: “yo las compro a 30 dólares, cada una”. Luego le dijo a Bourla: “cuántas me puedes enviar, me sirven 20 millones de dosis”.
De tal manera, Netanyahu, decidió con una llamada telefónica comprar 20 millones de dosis a 30 dólares. Es decir, pagó mucho muy bien la vacuna. Pero se aseguró ponerse en primera fila, saltándose a muchos gobiernos, para obtener la preciada vacuna, como hemos visto, ya que numerosos países de Europa, que pagaron mucho dinero público para financiar la investigación, se quedaron con un palmo de narices. El mismo gobierno mexicano, que tenía contratos de compra, no obtuvo las vacuna prometidas. En Europa estalló el enojo y los reclamos, al grado de convertirse en un litigio legal con las farmaceúticas e inclusive en una crisis diplomática que orilló a la Unión Europea a imponer medidas de guerra: impedir la salida de las vacunas producidas en territorio europeo de la Pfizer y de otras farmacéuticas, para asegurarse el aprovisionamiento de las preciadas dosis.
Luego, sin importarle mucho, Pfizer comunicó al gobierno de México que no está en posibilidades de cumplir con las entregas de sus vacunas para los días 8 y 10 de febrero por las nuevas disposiciones de la Unión Europea, por lo que el próximo embarque llegará hasta el 15 de febrero. El gobierno de México debía recibir el 10 de febrero nuevas dosis enviadas por Pfizer, pero la Unión Europea cerró la llave luego de que descubrió lo que estaba haciendo el CEO de dicha compañía, violando los contratos con los países que forman la Unión Europea y atrasando la campaña de vacunación en el viejo continente, con las graves consecuencias económicas y sociales conocidas. Por no hablar de los muertos y enfermos y del sistema sanitario europeo al borde del colapso.
Cabe señalar que la operación realizada por Benjamín Netanyahu se financió con dinero de los fondos de emergencia del ejército israelí para afrontar las emergencias militares. Es decir, fue una operación militar en tiempos de guerra, la guerra por las vacunas y un planeta en guerra contra el coronavirus.
Como explica el periodista Molinari, los fondos allí estaban -en la cuenta del ejército- y la misma noche del día que negoció la compra pagó las vacunas tras realizar la llamada por la mañana.
Tras cerrar la compra y el jugoso negocio para Pfizer, Netanyahu de inmediato mandó los aviones Hércules del ejército israelí a recoger las vacunas. En menos de 24 horas obtuvo los 20 millones de dosis que ahora están siendo suministradas a su población.
Cabe señalar que algo semejante ocurrió con AstraZeneca, luego de que la farmacéutica dijera que no podría suplir según lo acordado con los países de la Unión Europea debido a que debía cumplir con las obligaciones contractuales que ya tenía con el Reino Unido.
Por último, cabe recordar que Albert Bourla, presidente y consejero delegado (CEO) de Pfizer, celebró el día del anunció del éxito de la vacuna diciendo con palabras grandilocuentes y “memorables”: “Hoy es un gran día para la ciencia y la humanidad”. Con esas palabras celebraba que la vacuna de la farmacéutica había demostrado una alta eficacia. Pero claro, en realidad tenía otro motivo para celebrar: esa misma jornada, en la que las bolsas (y las acciones de Pfizer) se dispararon, vendió más del 60% de sus acciones en la empresa, valoradas en 5,6 millones de dólares –unos 4,76 millones de euros–.
Era entendible su motivo de júbilo.