*Natalia Montes de Oca González .- De nuevo las raíces de América resuenan, la noticia se expande desde México, haciendo eco en el mundo hispanohablante para pronto trascender a todos los países. En esta ocasión la causa en la creación escultórica de la imagen de una mujer olmeca nombrada “Tlali”.
Por las redes sociales circulan críticas a favor, en contra y con sentido del humor; buena parte de ellas parecen desconocer el asombroso legado que la cultura olmeca nos ha dejado tanto en sus vestigios artísticos como en su expresión genética aún vigente y vibrante en el sureste mexicano.
Si uno se adentra en la historia olmeca y observa con detenimiento su arte y espiritualidad, puede percibir el sentido de la cosmovisión con la que los olmecas percibían su entorno y a sí mismos. Investigadores y aficionados de diversos puntos del mundo se han fascinado por la originalidad y misticismo de sus esculturas que van más allá de la icónica” Cabeza Olmeca”.
Cuando era estudiante de antropología y quería despejar la mente en la biblioteca muchas veces abría los libros de la cultura olmeca y contemplaba las imágenes de las figuras labradas en piedra, me parecían un precedente del minimalismo (mismo que expresa mucho), su “simpleza” tan imponente; sus misterios, resultado de impregnar aspectos de jaguar en las formas humanas, son tan solo unas de las características que hacen de la cultura Olmeca algo excepcional. Algunos colegas asombrados decían que parecía arte extraterrestre.
El escultor Pedro Reyes supo percibir el espíritu Olmeca para la creación de “Tlali”, como artista le impregnó el sello de su saber y de su intuición creando un rostro afín, no solo al arte de los Olmecas del 1200 a.C. al 500 a.C., sino que también a la esencia del código genético olmeca que se expresa en el rostro de sus descendientes. Tal y como los escultores precolombinos se inspiraron para inmortalizar rostros, cuerpos y almas.
“Tlali” es el rostro de la historia de la transformación de la mujer olmeca, desde hace miles de años hasta el siglo XXI con toda la fuerza, el rugido y el misticismo que los Olmecas nos gritan desde tiempo atrás….
*La autora es antropóloga por la Universidad Autónoma de Yucatán y tiene una maestría en arquitectura urbana también en la UADY.