Redacción.- Mensaje del alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha, por el 480 aniversario de Mérida.
Meridanas y meridanos.
Hoy conmemoramos el aniversario 480 de la fundación de Mérida, Yucatán, por Francisco de Montejo, el mozo, luego de cruentas batallas entre mayas y españoles.
Mérida, como sabemos, antes se llamaba T´ho o Ichcanzijó y era uno de los 16 cacicazgos en que se encontraba dividida la Península de Yucatán, después de la disolución de la Liga de Mayapán.
Antes el área maya clásica, gloriosa en su astronomía, arquitectura y refinamiento estético, había colapsado unos dicen que por cambios climáticos, otros por ajustes poblacionales y aún por las rivalidades intestinas entre Tikal, Quiriguá, Palenque y Calakmul.
Los vestigios de T´ho hoy viven entre todos nosotros. De sus piedras mayas labradas se hicieron iglesias y conventos; del esfuerzo de los mayas edificios coloniales y de sus habitantes amerindios, nacimos los mestizos.
Venimos de una cultura que se niega a morir y de otra que se mezcló generando nuestros apellidos, nuestra lengua, nuestras costumbres, nuestra identidad y desde luego nuestros problemas. Reconciliarnos con la historia es necesario para ver hacia adelante y sobre todo, integrarnos a dinámicas mundiales que nos han acercado a todos con todos.
Aunque siempre importa de donde venimos, también es fundamental saber qué hacemos con eso y cómo lo proyectamos en el concierto del país, de la región y del mundo.
Mérida, con sus 480 años debe aprender de su pasado que la unión hace la fuerza y que la división resta poder y disminuye las fuerzas de unos contra otros; debe saber que el respeto al medio ambiente y al entorno es fundamental para sostener una sociedad y que la armonía entre los diferentes es tan compleja como necesaria en una sociedad que viene de relaciones sociales y personales desiguales.
Son años los que tiene nuestra ciudad de tratar de corregir desórdenes que vienen del pasado y de tratar de comprender al otro que habla diferente y que tiene intereses diferentes y hasta gustos diferentes.
Son años los que han pasado conviviendo entre mayas, mestizos, españoles, pardos mulatos, luego chinos, coreanos, antillanos, libaneses , anglosajones y algo vamos aprendiendo.
Cuando hay guerras, enfermedades, depresiones económicas, lo más importante y urgente es comprender que a todos nos une la naturaleza humana y que estamos obligados a ayudarnos para sobrevivir.
Es el signo de este tiempo. Hace ya casi dos años que vivimos circunstancias inéditas en el mundo. La comunidad global está consciente del cambio climático y de las crisis sanitarias planetarias. El encierro mundial de la pandemia de COVID-19 nos enseñó lo vulnerable de nuestras economías y de nuestras vidas.
Estuvimos encerrados por meses y todos tuvimos afectaciones dolorosas personales, familiares y comunitarias. A los problemas de salud añadimos problemas de desempleo, de cierre de ofertas culturales y turísticas, educativas y de salud mental.
Tenemos ya una generación de niñas y niños que han perdido la socialización educativa en las aulas y que han trabajado en el encierro agravando, donde los hay, los problemas domésticos y familiares.
También hemos visto que, a los problemas tradicionales de la ciudad, hemos añadido otros, como el aumento de los problemas de salud tanto física como emocional.
En el 2021, en este mismo día nos llenamos de esperanza. A las desigualdes sociales de años, a los nuevos problemas post pandemia opusimos el compromiso de la subsidiariedad y de la solidaridad amorosa entre todos. A las pérdidas e incertidumbre opusimos la confianza en la ciencia, en la misma voz de una de sus mejores representantes.
Aquí en este cabildo, hace un año, escuchamos las palabras de la Dra. Matilde Jiménez Coello, directora del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi de nuestra Universidad Autónoma de Yucatán, quien avistó la luz al final del túnel, gracias al esfuerzo médico y científico mundial por lograr vacunas que pusieran un freno al enemigo de nuestra salud.
Y es que el año pasado, el 2021, fue el año de esa esperanza. A lo largo de los meses nos sumamos a los esfuerzos del gobierno estatal y federal para intensificar los procesos de vacunación para adultos mayores, profesores, personal turístico, adultos y jóvenes.
Esa cruzada aún no termina y continuamos en los esfuerzos de las vacunas de refuerzo. Iniciamos también, de la mano de nuestras autoridades de otros ordenes de gobierno, con los programas de reactivación económica, entre otras cosas, con el tianguis turístico y nuevos programas de recuperación.
En Mérida, como en cualquier otra ciudad, la disyuntiva no puede ser controlar la pandemia y destruir la economía y menos mantener la economía a costa de destruir la vida.
Esta delicada balanza es la que estamos tratando de impulsar en nuestra muy noble y leal ciudad de Mérida. Aquí queremos vivir para poder convivir. Y queremos estar sanos para seguir proveyendo a nuestras familias de alimento y de futuro.
Los tiempos delicados aún no terminan. Ciertamente la luz al final del túnel que vimos hace un año, en este seis de enero mismo, fue verdad. Tenemos mejores condiciones hoy que antes. La vacunación se ha extendido, el semáforo pandémico bajó a verde y los procesos de recuperación de la vida económica, social y cultural del municipio iniciaron.
Incluso los números, por ejemplo, de visitantes y pernocta mejoraron muchísimo, del 10% al 60% de ocupación y las operaciones de venta de casas y terrenos aumentaron incluso a los números anteriores a la pandemia.
Estamos recuperando poco a poco el rumbo de nuestro desarrollo. Estamos poco a poco venciendo la peor pandemia de la historia y adaptándonos a nuevas circunstancias; estamos regresando paulatinamente a nuestras costumbres familiares individuales y colectivas. Pero aún el tiempo exige mucha prudencia. Aunque nuevas variantes del COVID19 se hacen presentes, los esfuerzos de la comunidad internacional están dando resultados.
La cepa Ómicron parece ser un momento final de inmunización generalizada ya que, como dicen los científicos, es muy contagioso pero muy poco mortal, lo cual hará que todo mundo tenga anticuerpos naturales rápidamente.
Con esa nueva confianza y con esa prudencia responsable venimos a celebrar los 480 años de fundación de nuestra ciudad.
Comenzamos el año con esa esperanza renovada y con la conciencia de que lo urgente sigue siendo cuidar la salud, mantener la economía que en Mérida es fundamentalmente turistera, educativa y de servicios, y que debemos ser solidarios unos con otros.
Nos hemos vuelto más modernos, complejos, competitivos y somos atracción de capitales y de poblaciones. Cada vez más meridanos provienen de otros sitios que no son Yucatán, pero seguimos siendo la capital del sureste mexicano. Como tal, tenemos obligaciones con nuestro estado y con la región. Como tal, tenemos obligaciones con el país, con el presente y con el futuro.
Como nuestro distinguido orador huésped, Javier Álvarez, nos marca el origen pero también la búsqueda de los sueños. Mérida es una opción para muchos, tanto yucatecos, como mexicanos y de otros países, para resguardarse del frio, encontrar la sombra o el cenote para calmar la sed y saciar el hambre. Muchos nacimos acá, venimos de vuelta, o de súbito nos encontramos con un paisaje amable y amoroso. Muchos queremos desarrollar nuestro talento aquí y también queremos engrandecer la ciudad.
Doy las gracias, por tanto, a toda la comunidad meridana que ha sufrido y que se ha levantado. Gracias por estar, seguir aquí.
Doy las gracias a las instituciones, organizaciones y agrupaciones que han logrado fortalecer sus objetivos, impulsar sus misiones y colaborar para que todos tengamos comida, techo y ciudad.
Doy gracias a las autoridades federales y estatales con las que nos coordinamos a diario. Y también al gran equipo municipal y al Cabildo de Mérida que nos acompañan siempre en estas labores.
Agradezco a todos los meridanos, especialmente a las personas mayores por su entereza, por lo que hacen por sus familias y sobre todo, por lo que hacen por Mérida.
Esta ciudad amanece los primeros días del año con muchos de ustedes, muchas familias haciendo cola para pagar su predial. Este es uno de los paisajes más originales y orgullosamente yucateco.
Es necesario subrayar su compromiso y conciencia ciudadana que debe ser ejemplo para todos. Quisiera darles las gracias uno por uno, a todas y todos, a cada quien. Lo que ustedes hacen es simplemente conmovedor. Acudir a pagar un impuesto, el más simple quizás y el más directo porque es del ciudadano para la ciudad, es un verdadero acto de solidaridad y amor.
Sabemos que su compromiso es por ustedes, sus familias, pero también por la ciudad. Ustedes son ejemplo para los jóvenes, las nuevas generaciones y los nuevos estilos de vida que ahora, incluso, pueden pagar en línea sin hacer filas.
El pago del predial es exactamente el gasto común para la casa común. Cada una de las casas, es decir cada una de las familias meridanas, representa un sueño privado, un mundo de esperanza. Se vive y se trabaja, se sueña por la casa, la familia.
Pero saliendo de nuestra casa, hay una calle, un parque, un alumbrado público, una avenida, un sistema vial y de tránsito, una organización comunitaria del barrio, un centro cultural, de salud, un programa que consolida la convivencia.
Entonces salimos de la casa privada para entrar a la casa común. Todos los días usamos la ciudad. Todos los días usamos esta infraestructura. Todos los años, los meses, los días. Incluso durante muchas horas laboramos para hacer posible esa casa común. ¿Y qué hacemos por ella? ¿Cómo la cuidamos? ¿Cómo la respetamos y ampliamos?
Como la historia local enseña, la clave para salir adelante está en la unidad, en la solidaridad, en el respeto al medio ambiente y a los demás. Como los tiempos difíciles nos señalan, tenemos que cuidar nuestro espacio privado pero también el espacio público y el de todos.
Lo que uno hace. Lo que uno contribuye debe ser según sus capacidades y lo que tiene o ha vivido. Lo que uno hace no es sólo por mi calle, mi poste o mi parque. Lo que uno hace es también por espacios y personas que no conocemos y que son distantes.
Por aquellos menos dichosos, por aquellos solitarios, por los menos favorecidos por la vida, por los que más aliento necesitan, por los barrios que no frecuento y los parques donde no mecí a mis hijos, sino otras y otros lo hicieron con sus hijos. Por el bienestar de todos, es importante el bien de uno.
Los 480 años de la historia de Mérida, la muy noble y muy leal ciudad que proviene del cacicazgo maya de Ichcansijó, deben ayudarnos a comprender. Tenemos que hacer más por la comunidad. Debemos luchar más para cambiar nuestros comportamientos, cuidar la salud y fomentar la economía.
Queremos y tenemos qué hacer más por disminuir las desigualdades sociales y fortalecer la sana convivencia.
Meridanas y meridanos.
Mérida necesita de ti. Como todos nosotros necesitamos de ella. Hagamos a un lado el egoísmo, el territorio único de los intereses privados y ayudemos todos a mantener esta ciudad bella, solidaria, pacífica, entrañable y unida. No es distinta la tarea. No es otro el camino.
Gracias por aquellos que nos guían y alientan. A quienes son ejemplo. A quienes día con día valoran el hecho aparentemente gratuito de salir a las calles y caminar entre la fronda de nuestros árboles.
Tenemos detrás 480 años de personas que han caminado. De frente tenemos un gran horizonte por vivir. Vamos meridanas y meridanos, a contribuir por el bien de todos, por el bien de Yucatán, por el bien de México.
¡Muchas gracias!