Eduardo Lliteras Sentíes.- La Unión Europea se encuentra en una situación cada vez más complicada por la guerra en Ucrania. Su apoyo al gobierno de Kiev y el envío continuo de armas así como las medidas de castigo a Moscú se han convertido en un boomerang que tiene a los países miembros padeciendo cifras históricas de inflación, con la amenaza creciente de una recesión en ciernes. El golpe, demoledor, para las finanzas familiares europeas anticipan desórdenes sociales e inestabilidad de proseguir la guerra como algunos prevén hasta diciembre, por lo menos. Ya que algunos advierten que la guerra con Rusia apenas ha comenzado. Del teatro ucraniano brincará a otras zonas del planeta, como África y el Medio Oriente (Siria ya lo es), donde ahora Europa y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) tienen puestos los ojos por la necesidad de sus recursos naturales y energéticos. América Latina, también podría ser escenario del conflicto: Colombia es miembro formal de la OTAN, incluidas bases militares, y Nicaragua coquetea con el ejército ruso. A todo esto hay que agregar la crisis climática, sequía, falta de agua en numerosas regiones de Europa, con la consecuente caída en la producción de alimentos y el aumento de los costos. En efecto. Los gobiernos de las capitales europeas pensaban que el gobierno de Vladimir Putin iba a torcer las manitas con la primera andanada de sanciones, sin embargo, después de cinco acuerdos para sancionar a Moscú, Europa padece inflación que en algunos países como Grecia rebasa el 10 por ciento. Italia sufre el 8.1 por ciento de inflación en 2022 y el riesgo es que de cara al invierno las cosas se pongan peor por la posibilidad de mayor escasez de combustible ruso y mayor escalada del precio del gas, principal detonador de la inflación en la coalición que se enfrenta al gobierno ruso a través de Ucrania. Los europeos están urgidos por encontrar fuentes de aprovisionamiento alternativas de energía a Rusia. Francia quiere que Irán y Venezuela regresen a los mercados petroleros para aliviar la presión rusa sobre los suministros de energía que ha disparado los precios. Argelia, Mozambique, se han visto cortejados por el gobierno italiano y están entregando gas a Italia. El ministro alemán de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck, se mostró preocupado por la posibilidad de que las entregas de gas ruso a través del gasoducto Nord Stream 1 cesen por completo en las próximas semanas, según señaló al diario alemán "Süddeutsche Zeitung". Alemania advierte sobre el racionamiento, mientras que el comisionado de Energía de la Unión Europea, Kadri Simson, dijo el lunes que es posible que no haya suficiente suministro en todo el mundo para reemplazar completamente los flujos rusos. “Existe la amenaza de un escenario en el que se tendría que racionar el gas, lo que, en mi opinión, conduciría a una grave crisis económica en Alemania y Europa”, dijo el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, antes de una reunión de ministros de energía de la Unión Europea en Luxemburgo. “Una crisis de suministro en un estado miembro conducirá a una crisis económica en otro”. Entretanto, Alemania se apresura a encontrar fuentes alternativas para la importación de gas, señalan medios europeos, pero los problemas se multiplican: en Libia, país destrozado precisamente por la intervención militar de la OTAN, la inestabilidad y la violencia provocó que durante los últimos días las revueltas pusieran en jaque la exportación de petróleo, en mínimos precisamente desde el asesinato de Muamar el Gadafi. Pero la creciente presencia rusa y china en África ha encendido el malestar de la OTAN y sus socios. Por ejemplo. El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, no descartó una intervención de la OTAN en Malí “si fuera necesaria”, después de que la cumbre de la alianza en Madrid citara como pretexto “el auge yihadista en el Sahel” entre las "amenazas híbridas" que las "potencias hostiles" pueden utilizar para socavar la estabilidad. Cuestionado por una intervención de la OTAN en Malí, Albares respondió a la Radio Nacional de España (RNE): "No, no lo descartamos". “Si fuera necesario y si supusiera una amenaza para nuestra seguridad, lo haríamos”, añadió. La respuesta inmediata del gobierno de Mali no se hizo esperar, convocando al embajador español y recordando que la guerra de la OTAN en Libia es la que ha provocado una explosión del terrorismo y la inestabilidad en la región. Por lo pronto, los diarios europeos y sus políticos se dedican a dar instrucciones a los ciudadanos para “economizar gas”. En invierno pidieron bajar un grado o más a la calefacción. Ahora reflexionan sobre cuántos minutos tienes que permanecer en la ducha de agua caliente en tiempos de ahorro energético. En Alemania, por ejemplo, hay un debate frívolo solo en apariencia que divide al país teutón que está luchando con la escasez de gas y petróleo, consecuencia de la guerra en Ucrania. La polémica fue desencadenada por una entrevista al ministro de Economía, Robert Habeck, quien hizo recomendaciones de disminuir el tiempo bajo la ducha a los ciudadanos, lo que no fue tomado bien por todo mundo. El gobierno holandés por su parte quiere convencer a los ciudadanos pudientes para que reduzcan el tiempo promedio pasado debajo el chorro de agua durante el baño. El mensaje es claro: además de ahorrar gasolina y electricidad, los alemanes y holandeses deberían también lavarse menos, disminuir el consumo de agua caliente y por consiguiente el gasto de gas. Esto voluntariamente, antes de que llegue el racionamiento, quizá no muy lejano. En Italia, también se hacen recomendaciones para ahorrar en éstos tiempos de crisis que ya han dado un durísimo golpe a la economía de los obreros y trabajadores italianos y europeos. Y la situación no parece que vaya a mejorar, por el contrario.
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