El presidente de Ucrania llegó al Vaticano rodeado de un aparato de seguridad tan aparatoso que incluyó rejas y exclusiones en la plaza de San Pedro donde ondeaban banderas ucranianas: Volodímir Zelensky ingresó a la Santa Sede rodeado de hombres en casaca militar verde olivo y guardaespaldas vestidos con ropa militar. Él mismo utilizó su vestimenta habitual de jefe de Estado en guerra consistente en un swetter negro con el símbolo de una cruz con forma de espada alada y pantalones verde olivo. Se trató del primer encuentro entre el Papa y Zelensky en la Santa Sede desde que estalló la guerra fuera del frente en el este de Ucrania, donde el conflicto militar inició, al menos, desde 2014. Anteriormente se habían reunido en el Vaticano en una ocasión y en el último año y meses del conflicto han sostenido diversas llamadas telefónicas.
Zelensky se reunió antes con la presidenta del Concilio, Giorgia Meloni y el presidente de Italia, Sergio Mattarella. Posteriormente se desplazó al Vaticano donde fue recibido por el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin y posteriormente por el Papa: Zelenski se sentó frente a frente al Papa -rompiendo el protocolo, se sentó antes que él, en la sala privada contigua al aula Pablo VI, llamada “Auletta”. Zelensky fue recibido de tal manera en la “Auletta” y no en la biblioteca del Palacio Apóstolico, como suele ser habitual en las visitas de los jefes de Estado o de Gobierno, en otro mensaje dirigido a Zelensky y su comitiva militar, sobre la negativa del Papa a someterse al discurso y diseño geopolítico de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y la informalidad del encuentro, dado que fue organizado como parte de la gira italiana y europea de Zelensky de éstos días para obtener más armas y apoyo financiero de los gobiernos de la Unión Europea.
El intercambio de presentes no pudo ser más claro y remarcar las posiciones irreconciliables entre el Papa Francisco y Zelensky: el Pontífice le obsequió una escultura de una rama de olivo en bronce y Zelensky le entregó una una “obra de arte” hecha con una placa antibalas y un cuadro titulado “Pérdida” que simboliza el asesinato de niños durante el conflicto bélico que comenzó el 24 de febrero del 2022.
El boletín del Vaticano de la reunión de unos 40 minutos fue más que parco, ni siquiera se le dedicó más de un párrafo al contenido de la entrevista cara a cara: “Se abordaron cuestiones de carácter humanitario y la necesidad de proseguir los esfuerzos para alcanzar la paz “.
Hoy domingo, el Papa remarcó su línea respecto al conflicto entre Rusia y Ucrania durante su tradicional mensaje del Regina Coeli desde la ventada de los Palacios Apostólicos: “en los últimos días hemos sido testigos una vez más de enfrentamientos armados entre israelíes y palestinos, en los que personas inocentes han perdido la vida, incluidos mujeres y niños. Espero que la tregua que se acaba de alcanzar se estabilice, que las armas callen, porque con las armas nunca se logrará la seguridad y la estabilidad, sino al contrario, se seguirá destruyendo hasta cualquier esperanza de paz”, dijo el Pontífice, mencionando el conflicto en los territorios ocupados por Israel y la violencia armada de éstos días en la que han muerto decenas de palestinos.
Para algunos observadores de la escena vaticana la conversación entre los dos líderes certificaba el fin de cierta desconfianza por parte de Kiev hacia la Santa Sede por los reiterados llamamientos realizados por el pontífice a las partes beligerantes para que pongan fin a las hostilidades, los que siempre han sido vistos con mal disimulado fastidio por parte de las autoridades ucranianas , las que han considerado las intervenciones del Vaticano como una especie de favor hacia el Kremlin porque, de hecho, al congelar la situación sobre el terreno, Rusia habría sacado ventajas territoriales del repentino estancamiento de la guerra, según consideran. La realidad es que el Papa no compra la propaganda occidental que pulula en medios en el sentido de que se trata de una guerra por la libertad y la democracia olvidando el conflicto militar en el Donbas -estallado desde el 2014- y la intervención que no cesa de escalar de las potencias europeas y de los Estados Unidos con la entrega de armas, dinero, información de inteligencia e inclusive con la participación de asesores y soldados en el terreno. Por ello el Papa Francisco siempre ha considerado el conflicto que estalló en el corazón de Europa como un capítulo de esa "tercera guerra mundial fragmentada" que se extiende por el mundo, desde Europa hasta África, desde Asia hasta las Américas. Es decir, una tercera guerra combatida por las potencias que se disputan el control del planeta, de sus recursos, de las rutas de aprovisionamiento, de la economía global. Allí está el conflicto estallado en Sudán en días recientes, otro de los conflictos a los que no se le pone la atención dedicada a la guerra en Ucrania, por citar un ejemplo. Por lo pronto, la guerra no se detiene, por el contrario, los países de la OTAN apuestan al llamado "contraataque" que el gobierno de Kiev habría comenzado ya en estos días gracias a las armas entregadas en los últimos meses entre las que destacan tanques y misiles sin que se pueda descartar la entrega de aviones de combate como viene exigiendo el gobierno de Zelensky, quien ha recibido en Alemania el premio Carlomagno (a la unidad europea) tras su visita al Vaticano. De tal manera la gira de Zelensky por Europa tiene el objetivo evidente de no sólo de obtener más armas y recursos para la guerra sino de reforzar la propaganda a favor de la continuidad del conflicto hasta la rendición de Rusia y su retirada de los territorios ocupados incluida la península de Crimea. En dicha narrativa el cansancio de la opinión pública europea se combate con la idea de que gracias a la "contra ofensiva" de éstos días Rusia será derrotada y Ucrania resultará victoriosa, aunque se trate (hipotéticamente, claro está) de una victoria de pirro, entre los cadáveres de la población civil y las ruinas de un país destruido por la guerra pero que eso sí, acorta los pasos para ingresar en la Unión Europea para reforzar con sus recursos, humanos, naturales y territoriales el bloque europeo al servicio de la potencia estadounidense. Cajón de sastre: El Papa Francisco, aceptó las credenciales del embajador, Louay Fallouh, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Árabe Siria en la Ciudad del Vaticano. Durante la entrega de las credenciales, el Papa Francisco transmitió al embajador Fallouh sus saludos al Presidente Bashar Al-Assad. Asimismo, el Pontífice confirmó que sus oraciones y pensamientos están con el pueblo sirio que ha sufrido y sigue sufriendo por el devastador terremoto que azotó Siria recientemente, además de su sufrimiento continuo como resultado de la crisis que ha atravesado en los últimos años. Siria ha sido el escenario de la guerra entre las potencias, combatido a través de guerras proxy como la de Ucrania, con milicias criminales y fundamentalistas financiadas, armadas y solapadas por las agencias y ejércitos de occidente.