Eduardo Lliteras Sentíes .- Presionados por los intereses de un grupo de hoteleros -algunos de los cuales construyeron hoteles sin tener lugar para estacionarse y con más pisos de los permitidos, pasando por encima de la ley y con la permisividad de las autoridades municipales- las autoridades estatales, en particular el secretario de turismo, Darío Flota, se comprometieron a remover las isletas peatonales y abrir otro carril a la circulación en Paseo Montejo para que se circulara con mayor “velocidad”. Así lo dijo, en primera instancia.
Posteriormente, debido a la oposición de una parte de la opinión pública, se decidió cambiar de postura y decir que se trata de elaborar un proyecto y de mejorar Paseo Montejo, a pesar de que en un inicio claramente, el señor secretario de turismo dijo que lo que se pretendía es que haya más velocidad en dicha vialidad, y quitar las isletas peatonales.
En el presente, dicha vialidad meridana que las autoridades gustan presumir -pero que dista años luz de estar a la par con cualquier avenida de las capitales que tanto gustan visitar los políticos no más tienen cargos y fuero- tiene tres carriles para vehículos motorizados. Sí, son tres carriles porque dos son para circular, y uno más para que se estacionen autos y camiones. Y les parece insuficiente. En todos éstos años no se ha invertido, por ejemplo, en construir estacionamientos públicos en la zona -que no sean adefesios como el edificado en la calle 62 y la 57- para que la vialidad no esté llena de autos estacionados más los que circulan, que cada día son más, paralizando la ciudad. Pero claro, dicen que el problema son los ciclistas, las ciclovías.
Los accidentes, incluidas volcaduras, son frecuentes en Paseo Montejo a pesar de que gracias a las isletas peatonales, objetivo de los hoteleros, han disminuido aunque siguen teniendo lugar por toda la ciudad demasiados choques y muertes en accidentes viales.
La realidad es que tampoco les gusta ni quieren la ciclovía, la que el empresario y ex funcionario estatal, Juan José Martín Pacheco, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles de Yucatán, “confundió” en recientes declaraciones con la biciruta de los domingos, diciendo que no pretenden quitarla.
En efecto. Los señores hoteleros no se bajan de sus autos de lujo como tampoco lo hacen la mayoría de los funcionarios y diputados, salvo para las fotos. No pueden concebir que alguien pueda circular en bicicleta en Mérida con el calor sofocante que padece la urbe, cada día más insufrible por el aumento del parque vehicular y los gases que emiten, la deforestación y el crecimiento de la plancha de asfalto y cemento. Las muertes en accidentes, como dijimos, también crecen y en el presente debate, no se mencionan, una omisión inaceptable. En Mérida, hay personas que se trasladan a trabajar en bicicleta, pero para algunos, todos deben someterse a la dictadura del sacrosanto auto privado. Tienen en mente las ciudades del siglo pasado y a las que seguimos atados en el presente en nuestro país, por las malas decisiones de políticos y empresarios. Mérida ha perdido la oportunidad de ser una ciudad menos caótica, peligrosa y estresante con el crecimiento basado en el modelo estadounidense del auto privado. Todos nos quejamos del tránsito, pero para muchos el problema son los ciclistas y las ciclovías, que dicen, “nadie usa”, y “sólo estorban”, lo cual es falso.
Ciertamente si se quiere incentivar que alguien se suba a una bicicleta hace falta infraestructura urbana para dar seguridad a los ciclistas. Avenidas arboladas para no sofocarse. Ahora bien, la realidad es que grandes capitales del planeta han ido restando espacio a los autos privados para convertir avenidas, plazas, glorietas, en zonas peatonales y arboladas. Tendencia que inició paulatinamente desde el siglo pasado y que se ha incrementado, debido a que la movilidad basada en el auto privado ha fracasado. Y también, al cambio climático que niegan personajes como Donald Trump para quien la única solución a todo son las bombas.
Los mismos Campos Elíseos, que fueron el modelo de los hacendados henequeneros para crear su paseo afrancesado, hoy tienen una ciclovía. Han ampliado las zonas arboladas y peatonales, reduciendo el espacio a los autos privados.
Otras capitales han optado por limitar la circulación de autos privados encareciendo la circulación por los centros de las ciudades cobrando, sí cobrando, por circular en el centro. Y obviamente está estrictamente prohibido estacionarse en las principales avenidas. También se han ido reduciendo los límites de velocidad y la prohibición de circular en zonas residenciales para quienes no viven allí.
Claramente, si se quiere mirar hacia el futuro, Paseo Montejo, necesita más espacios peatonales, no menos; antes era imposible cruzar la avenida porque los conductores simplemente no se detenían y aceleraban peligrosamente, también debido a la falta de cultura vial y a la agresividad de muchos cochistas y la omisión de las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública. Se necesitan más árboles y flores, no menos. Más seguridad para los peatones y ciclistas, no menos. E inclusive extender por Prolongación Montejo mejoras que la hagan menos gris y estéril, lo que sería beneficioso para los comercios, como incluir bancas, árboles, y ciclovías. Pero para muchos lo importante es poder circular a toda velocidad y descargar turistas como ganado, rápidamente. Toda la zona, incluidas las calles aledañas necesitan inversión y mejoras que sólo con un proyecto de amplio respiro y presupuesto, podría convertirla en más atractiva para el turismo. Pero eso, está muy lejos, de las ideas de quienes hoy exigen más velocidad y todo para los carros, con su cauda de insultos y afirmaciones grotescas.










