En Chichén Itzá, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), confirmaron el paso cenital del Sol en El Osario, demostrando que la también denominada Tumba del Gran Sacerdote se trata de un observatorio arqueoastronómico de poco más de 11 siglos de antigüedad.
A partir de las 10 horas, Filiberto Bello Colín se introdujo al edificio prehispánico para colocar un equipo fotográfico para captar el ingreso de la luz solar por la entrada ubicada en la parte superior del templo, por lo que en un lapso de cerca de cuatro horas capturó más de tres mil imágenes.
El estudio, a cargo del director del sitio de monumentos arqueológicos de Chichén Itzá, Marco Antonio Santos Ramírez, se realizó en el marco del paso del Sol por el cenit, suceso que ocurre dos veces al año, y la próxima fecha será el 19 de julio.
Kin, dios maya del Sol, apareció a las 6:18 horas y se ocultó a las 19:37 horas, por lo que la deidad estaba justo sobre la cabeza de los visitantes a las 12:57, por lo que en un lapso de 10 minutos, las personas y los objetos verticales no proyectaron sombra alguna.
“Cuando el Sol pasa por el cenit, ilumina una gruta natural sobre la que está construida la estructura piramidal conocida como El Osario, uno de los pocos edificios precolombinos del estado que tienen precisamente una alineación cenital”, acotó el especialista.
Aseveró que la pirámide fue diseñada para el registro solar, ya que la orientación de la estructura tiene una desviación de 17 grados con respecto al norte, lo que permite observar un evento astronómico relevante en el calendario ritual agrícola, dos veces al año.
Incluso, el punto medio entre un paso cenital y otro, el 23 de mayo y 19 de junio, respectivamente, es el solsticio de verano, que ocurre el 21 de junio, con la máxima declinación del Sol al norte y el día con la mayor duración de la luz solar.
“En el Osario se construyó un tiro vertical, por donde desciende el sol, que inicia en lo que fuera el piso del templo superior y que culmina en la roca madre a 10 metros de profundidad, en forma rectangular, con una espiga triangular que apunta hacia el oeste; de ahí se desprende otra cavidad ya en la roca madre en donde fueron encontrados una serie de objetos como esculturas de tamaño medio, restos óseos y objetos de concha”, subrayó.
La arquitectura de El Osario es similar a la de El Castillo, con cuatro escalinatas y un templo superior, aunque de menor altura.
Cabe destacar que este observatorio cenital es similar a otros edificados en sitios como Xochicalco, Morelos, Teotihuacan, Estado de México, y Monte Albán, Oaxaca, mientras que en el caso de Yucatán, en El Observatorio de Acanceh y en El Templo de las Siete Muñecas de Dzibilchaltún.
En el ámbito ritual, comparó el Osario como una réplica de la montaña cósmica, en donde se manifiesta lo sagrado, en esta estructura se replica la creación primigenia del cosmos por los dioses en el tiempo mítico.
“El Sol penetra por el tiro vertical para fertilizar la tierra de Chichén Itzá”, añadió al comentar que con esta actividad se demostró que se trata de un observatorio astronómico, ubicado entre El Castillo y El Caracol.
Poco antes de las dos de la tarde, Citlali Zepeda Bonilla ingresó al edificio precolombino, y constató que en El Osario hay un tiro de 10.51 metros, al parecer construido en dos fases, cuya parte inferior es más ancha, de 5.5 metros en comparación con la superior, que es de 4.5 metros.
También constató que n el fondo del tiro hay una abertura en el piso de piedra que conduce a una pequeña cámara, la cual desemboca en una cueva, por lo que se le considera como una entrada al inframundo.
Durante el evento se destacó la relevancia simbólica del edificio y en la elaborada iconografía se observan serpientes de diferentes tipos, pájaros mitológicos, hombrespájaros- serpientes, hombres con máscaras de dioses y mascarones, entre otros motivos.
Incluso, la pirámide Tumba del Gran Sacerdote, cuenta con inscripciones, en una de las cuales se registra la fecha 894 d.C.
Asimismo, las alfardas tenían dos serpientes entrelazadas: una emplumada y una de nubes.
De igual forma, en el borde superior del basamento se ven ocho serpientes entrelazadas: cuatro cubiertas con discos de turquesa y cuatro con aretes.
Además, los tres cuerpos superiores del basamento, de un total de siete, están cubiertos por tableros con representaciones de pájaros, cada uno con la cabeza del dios K.
Por lo que en total son 48 tableros en los que además se distinguen numerosas frutas, semillas de cacao y diversas joyas.
Finalmente, cabe señalar que aun siglos después del abandono de la ciudad en él se depositaran incensarios rituales.
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