Eduardo Lliteras Sentíes.- Algunos afirman que Hamas es como un “golem”, una criatura del folclore judío hecha de barro y animada que finalmente escapa de su amo, por haber sido creada por los servicios secretos israelíes, según dicen. Lo que otros niegan.
Aseguran que el objetivo de la creación de Hamas era dividir y debilitar a la ciudadanía palestina y en particular a la Organización de Liberación Palestina (OLP) en los años ochenta.
Hamas es esencialmente “la metamorfosis interna” de la Hermandad Musulmana Palestina, que se estableció en Jerusalén en 1946, según el libro ‘Hamas: Una guía para principiantes’, de Khaled Al Hroub, profesor de Estudios de Oriente Medio en la Universidad Noroeste de Qatar, citado por Al Jazeera. Pero el movimiento acabó, como en la fábula judía, volviéndose contra su creador.
Dichas afirmaciones no son descabelladas, ni mucho menos, si vemos lo que ha sucedido con la reciente guerra que ha devastado Siria, en la que grupos terroristas, han gozado del apoyo de servicios secretos y gobiernos de la OTAN precisamente con el objetivo de acabar con el gobierno de Bashar Háfez al-Ássad. En el camino, a las potencias occidentales no les ha importado acabar con un país y que fueran aniquilados miles y miles de civiles. Como ocurrió con Irak, por cierto, donde surgió el ISIS y Al Qaeda, otros brazos del terrorismo apoyado por los servicios secretos occidentales para minar a los gobiernos enemigos de la región. Otro ejemplo son los Talibanes, apoyados militar y financieramente por Estados Unidos en su guerra contra la Unión Soviética y después convertidos en el villano favorito y acusados falsamente de haber atacado las Torres Gemelas de Nueva York.
También algunos observadores y analistas, no sin argumentos, señalan que es muy dudoso que el Mossad y demás servicios secretos de Israel no supieran de los planes de Hamas y de su sangriento ataque que según cifras provisionales ha dejado casi un millar de israelíes muertos y al menos un centenar de secuestrados, muchos de ellos extranjeros, además de niños y ancianos, con el objetivo de intercambiarlos por presos palestinos.
Algo similar a lo que ocurrió con el ataque japonés a Pearl Harbor, del que sabía el presidente Franklin D. Roosevelt, pero dejó hacer para justificar -ante una opinión pública reluctante- la entrada en guerra estadounidense en el teatro asiático, como me comentó en una ocasión en Roma el escritor estadounidense, Gore Vidal, quien escribió sobre el tema, por cierto.
Sea cierto o falso que a los servicios secretos israelíes los hayan pillado durmiendo la mona, la realidad es que la justificación para la aniquilación de Gaza está puesta, mientras los medios occidentales callan sobre los más de dos millones que la habitan.
Claramente, tras el ataque, el gobierno israelí, conformado por partidos de extrema derecha, logrará acallar las protestas ciudadanas que agitaban Israel en semanas pasadas y lo tenían en jaque. También, logrará cohesionar a la sociedad israelí con la declaratoria de guerra y con la respuesta bélica que se prevé incluya una operación militar terrestre en Gaza, lo que sin lugar a dudas se traducirá en bajas militares, y sobre todo, en incontables muertos civiles palestinos, los que a ojos de los medios y gobiernos occidentales parecen tener menor valía, ya que las noticias cotidianas dan cuenta de la muerte de palestinos, niños, mujeres y ancianos incluidos, sin que las cancillerías eleven la voz. Los despojos de casas, de tierras, la destrucción de huertos, de olivos, de cursos de agua, son cosa de todos los días, mientras las agresiones racistas y el apartheid son una realidad opresiva para los palestinos, los que no hay que olvidar, en el caso de la Franja de Gaza, viven en una auténtica prisión de la que no pueden salir, en la que falta agua potable, alimentos, medicinas, se raciona la electricidad a escasas un par de horas, mientras la mayor parte de la población vive en pobreza y detrás de muros, y vallas de alambre de púas. En Gaza, no hay que olvidarlo, viven más de dos millones de personas, como ya señalé. A los que Netanyahu ya les dijo que se deben ir. Ese es realmente su objetivo, al parecer. Falta ver si Europa, el jardín de la Unión Europea -según el canciller europeo, el español Josep Borrell- los aceptará en su territorio como hizo con los ucranianos. Es dudoso, obviamente. En cuanto empiecen los barcos a llenarse de personas huyendo, veremos cómo ponen el grito en el cielo los europeos que hablan a diario de “invasión” procedente de África, tras siglos de saqueo, explotación y robo de recursos y de sometimiento brutal de la población africana.
Estamos ante el serio riesgo de que el conflicto en Medio Oriente se extienda e involucre al Líbano, Siria e Irán. Por lo menos. De ser así, los riesgos de que el conflicto militar en Palestina se torne catastrófico para toda la humanidad es más cierto que nunca y más cercano inclusive que la guerra en curso entre Ucrania y Rusia. Mientras tanto el gobierno de los Estados Unidos, atiza el fuego, anuncia el envío de paquetes de armas a Israel y Ucrania y despacha el grupo de ataque naval encabezado por el portaviones Gerald Ford a la zona. Los llamados a frenar la confrontación militar, los actos de terrorismo y la guerra, lanzados por el Papa, y por algunas cancillerías, no son escuchados.
Nosotros podemos proseguir con los juegos electorales locales y las exigencias de que México se alinee con el Pentágono.