Por Eduardo Lliteras Sentíes / Fotos: Motaz Azaiza.- El periodista de Al-Jazeera Wael Al Dahdouh se enteró, mientras trabajaba entre los escombros, que su familia había sido asesinada durante un bombardeo del ejército israelí en Gaza. Los vídeos del periodista frente a los cuerpos de su esposa, hijo, hija y nieto, son abrumadores. Desgarradores.
Pero Wal Al Dahdouh no es el único. En Gaza han muerto decenas de periodistas y sus familiares, en lo que parece una estrategia muy clara del gobierno israelí para acabar con la información que se emite desde la Franja de Gaza. Algunos han muerto, claro, durante los bombardeos indiscriminados contra la población civil. Pero otros, claramente han sido eliminados como parte de una estrategia de silenciamiento.
En efecto. Las cifras de periodistas muertos no paran de crecer, como las de los civiles, niños, mujeres, hombres, muertos en los bombardeos que Israel lleva a cabo con la justificación de la “guerra” contra Hamas.
Son ya más de 36 periodistas muertos en Gaza, y en muchos casos sus familias han muerto también, convertidos en objetivo para aniquilar las voces que narran el genocidio palestino.
En el día 27 de los ataques militares de Israel contra Gaza -en respuesta, dicen, a la irrupción de milicianos de Hamas en Israel, los que mataron a 1400 personas, incluidos mujeres, niños y ancianos, según la información oficial disponible- han muerto 10 mil palestinos. Muy pocos eran combatientes de Hamas. A la vez, han iniciado las operaciones terrestres, con combates en el norte de la Franja, pero también en el sur y en el litoral contra la estructura militar de Hamas y su red de túneles al estilo del Vietcong vietnamita. Mientras tanto, el ministro israelí de Patrimonio del gobierno israelí, el ultraderechista Amichai Eliyahu, dice que un ataque nuclear contra Gaza es “una posibilidad”.
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Mohammed Abu Hatab, reportero de Palestine TV, murió en los bombardeos de Gaza. La familia del periodista palestino Mohammed Al Aloul fue asesinada en la Franja de Gaza.También el periodista Issam Abdallah fue asesinado en la cobertura en el sur del Líbano, en un bombardeo del ejército israelí.
Reporteros Sin Fronteras dio a conocer una investigación sobre la muerte del reportero de Reuters y afirmó que el vehículo en el que viajaba fue atacado por Israel a pesar de que era claramente identificable como un auto de periodistas.
La lista es interminable, como el bombardeo de hospitales, escuelas, iglesias, estructuras de las Naciones Unidas, donde los civiles buscan refugio. Hablamos de crímenes de guerra según el derecho internacional. Pero el gobierno que encabeza Benjamín Netanyahu aduce que “ellos” estaban allí hace 2500 años y que según las escrituras y la versión de los cristianos sionistas, la conquista del Gran Israel -que incluiría el Líbano, partes de Siria, Irak, Arabia Saudita y Egipto así como toda Jordania- es por “designio divino”.
Por lo pronto, se está diezmando a la población palestina de Gaza y se habla de un plan para expulsarlos hacia Egipto.
Así es. Un documento verificado del Ministerio de Inteligencia israelí del 13 de octubre y dado a conocer por Wikileaks, sugiere que el desplazamiento forzado de civiles de Gaza a Egipto “produciría resultados estratégicos positivos y de largo plazo”.
El documento oficial israelí prevé un proceso de tres etapas que incluye el establecimiento de ciudades de tiendas de campaña en el Sinaí y la apertura de un corredor humanitario, seguido de la construcción de ciudades en el norte del Sinaí de las que no habrá retorno a Gaza.
Sin embargo, tras bambalinas poco se habla del complejo entramado de intereses energéticos de los países de la región del mediterráneo oriental con los yacimientos gasíferos descubiertos precisamente en las aguas marinas de la Franja (Gaza Marine). Egipto, Líbano y Jordania habían alcanzado acuerdos con Israel para la explotación e importación de gas desde los yacimientos de Tamar -a escasos 20 kilómetros de Gaza- y de la Franja que también beneficiaban a la Unión Europea, la que ha buscado otras fuentes de aprovisionamiento energético tras el estallido de la guerra en Ucrania. Lo que explica, en parte, la complicidad de la diplomacia europea con el exterminio de la población civil de Gaza y la anuencia, cuando no la exigencia, de que continue la “guerra” hasta el “exterminio de Hamas” a pesar del costo en muertes civiles, como sugiere la última edición de The Economist.
La diplomacia del gas de Israel había logrado que Egipto y Jordania importaran gas de Israel y que el gobierno de El Cairo lo exportara a la Unión Europea. El Líbano e Israel habían acordado de forma sorprendente un acuerdo para explotar las reservas de gas marinas limítrofes en la zona de la Franja de Gaza. E inclusive había un acuerdo entre Egipto y Hamas para explotar el yacimiento frente a Gaza con la anuencia de Israel. Y los acuerdos energéticos iban camino a construir otras relaciones comerciales y políticas con dichos países y otros de la región como Arabia Saudita o Marruecos. Todo ha saltado por los aires, por el momento, tras el ataque de Hamas. Y ahora el riesgo es que el conflicto implique a otras naciones de la región, mientras el daño en la imagen de Israel intenta ser contrarrestado con vídeos de soldados en redes sociales. De lo que poco se habla en éstos días, por cierto, es de la relación del gobierno israelí con Hamas, a la que financió en sus inicios para contrarrestar a la OLP. Tampoco se menciona que en el West Bank, donde no gobierna Hamas, los despojos de tierras, de casas, las detenciones arbitrarias (incluidos niños) y el asesinato de palestinos (más de 100 en los últimos días) a manos de los colonos europeos y estadounidenses y del ejército israelí, se han multiplicado aprovechando la violencia en Gaza. Vídeos de las torturas, vejaciones, a las que son sometidos los palestinos detenidos en el West Bank circulan en redes sociales, mientras los miles de líderes cristianos evangélicos estadounidenses dicen que continúan “apoyando plenamente” a Israel (con millones de dólares), incluso cuando las fuerzas israelíes matan a civiles en Gaza. Todo sea por la segunda venida de Cristo y el fin del mundo, según dicen.