Eduardo Lliteras Sentíes .- Cosa Nostra, la Mafia Siciliana, declaró la guerra al estado italiano en los años 90 mediante los criminales ataques mortales a los jueces, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, los dos magistrados italianos que revolucionaron la lucha contra la mafia, tras comprender que para golpear y debilitar a los clanes mafiosos era necesario atacar primero su capital acumulado, sus propiedades y extensas redes de negocios incluido el sector inmobiliario. A través de sus investigaciones, descubrieron las fortunas patrimoniales construidas como una SPA, es decir, un imperio de empresas, accionistas y activos inmobiliarios, capaz de pactar con empresarios, profesionistas y políticos en altos cargos. El capo dei capi (el jefe de jefes), Salvatore (Totó) Riina, pretendió, con explosivos, desmantelar las leyes de prisión dura aprobadas en Italia para combatirlo; el artículo 41 bis recién aprobado en ese entonces, para anular el embargo de bienes mafiosos autorizado por la ley Rognoni-La Torre. Hoy, décadas más tarde, las mafias han vuelto al silencio en Italia, traficando contratos de forma invisible por todo el territorio italiano y alrededor del mundo, pero evitando la violencia y enfrentarse con el estado. Allí donde se ofrecen oportunidades de negocios, de lavado, en el sector inmobiliario y de la restauración, por ejemplo, aparecen en silencio.
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CAPACI
El 23 de mayo de 1992, tuvo lugar la masacre de Capaci, en Sicilia en la que fue asesinado Giovanni Falcone, el juez más odiado por la mafia, con 500 kilos de TNT (trinitrotolueno), que hicieron volar el auto blindado en el que viajaban sus escoltas por los aires varios metros, los que murieron instantáneamente. Eran las 17.58 horas, en el kilómetro 5 de la autopista A29. El sicario mafioso, Giovanni Brusca, bajo las órdenes del capo dei capi, Totó Riina alias “U´ Curtu” (por su corta estatura), activó por control remoto la carga de TNT colocada en un túnel excavado bajo la superficie de la carretera, cerca del crucero Capaci-Isola delle Femmine. El primer auto de los escoltas voló por los aires. El segundo, en el que viajaba Falcone y su esposa a más de 150 kilómetros por hora, se partió a la mitad tras chocar contra los detritus y la onda de aire que se elevaron por el enorme estallido, que formó un cráter en la autopista. Falcone y su esposa fallecieron por las heridas posteriormente. Diputados, senadores y otros funcionarios fueron sospechosos de haber dado el soplo de la llegada de Falcone a Palermo ese día. 57 días después fue asesinado también el juez Paolo Borsellino, otro enemigo de la Mafia y de la criminalidad organizada que había infiltrado no sólo el tejido social, sino económico y político de Italia. El domingo 19 de julio de 1992, después de haber almorzado en Villagrazia con su esposa Agnese y sus hijos Manfredi y Lucia, Paolo Borsellino se dirigió, con sus escoltas, a via D’Amelio, donde vivía su madre. Un auto Fiat 126 estacionado cerca de la casa de la madre, con alrededor de 100 kg de TNT a bordo, explotó al paso del juez, matando no sólo a Paolo Borsellino, sino también a los cinco agentes de su escolta.
¿Pero, por qué Falcone, terminó en la mira mortal de la Mafia? Además de destruir los arquitrabes en los que se sostenía la mafia con el llamado Maxijuicio que generó 19 cadenas perpetuas y casi 400 condenas, con unos 2000 años de prisión para los mafiosos, diseñó la DNA, la Dirección Nacional Antimafia, y la DIA, la Dirección de Investigación Antimafia. Construyó y elaboró las herramientas para investigar “la estructura global de la mafia” siciliana: diseñó las técnicas, y descifró su lenguaje, su código. Como siciliano, Falcone conocía bien las formas y los códigos mafiosos, construidos a través del fermento cultural e histórico en la isla de Sicilia. Antes de él, la mafia simplemente “andaba por el aire”, es decir, era una mano invisible que ordenaba y mataba en total impunidad, por lo que era prudente mantenerse alejado sino se quería terminar muerto camino a casa o entrando a ella, después de un día de trabajo.
Con el juez Falcone se elaboró un mapa de navegación para las fuerzas del orden italianas y la magistratura, las que antes navegaban a oscuras en el océano proceloso de Cosa Nostra, como también se conoce a la mafia siciliana. Gracias a Falcone se construye un mapa con nombres, organigramas, grupos principales, flujo de capitales, protecciones políticas, inversiones y connivencias, entre otros, que dio resultados en la lucha a la mafia, desmontando sus negocios y capturando a numerosos líderes de clanes.
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LOS NUEVOS TIEMPOS
Las denuncias por extorsión y usura están disminuyendo en Italia. Esto se desprende de los datos del informe anual de la Comisaria extraordinaria del gobierno para la coordinación de las iniciativas contra el fraude y la usura y presidenta del Comité de Solidaridad, Maria Grazia Nicolò. Una paulatina disminución en los últimos cuatro años en la presentación de denuncias por extorsión, así lo evidenciaría la estadística: en 2019 el número de denuncias fue de 314; bajó al año siguiente y en 2021 a 284, con 195 en 2022. La misma situación se ha registrado con el delito de usura que experimentó una disminución en denuncias de 418 en 2019, a 255 en 2020, 217 en 2021, con la cifra más baja en 2022, año en el que se registraron sólo 134. En Sicilia, en 2022 se presentaron 44 denuncias por extorsión y 34 en Campania, seguida de 26 en Apulia. Sin embargo, tanto la extorsión, como sobre todo la usura, son fenómenos caracterizados por un bajo índice de denuncia, lo que está vinculado al miedo de las víctimas a denunciar, y a una desconfianza generalizada de la población hacia las instituciones.
Cabe señalar que desde hace una década, Italia registra los niveles más bajos de homicidios de Europa. En los últimos 30 años, los asesinatos en Italia han disminuido 75 por ciento. Hace 15 años, los homicidios eran el doble de lo que reportan las estadísticas oficiales hoy: 611 en el 2008, 586 en el 2009, 526 en el 2010, 550 en el 2011, 528 en el 2012, 502 en el 2013, 475 en el 2014, 469 en el 2015 y 400 homicidios registrados en el año 2016. Mientras que en 1990 fueron asesinadas en Italia 1794 personas, en 1991 mataron a 1938 y en 1992 a 1476.
Son cifras, las de los años noventa, cinco veces más altas que las actuales, las que rondan entorno a los 300 homicidios al año en Italia. Es decir, Italia registra un 0,5 por ciento de homicidios por cada 100 mil habitantes. Se trata del país más seguro de Europa sólo después de Luxemburgo y con menos delitos a pesar de ser la nación origen de algunas de las organizaciones criminales más peligrosas del planeta, como la Mafia Siciliana, la calabresa Ndrangheta, la Sacra Corona Unita o la Camorra napolitana, por citar las más conocidas.
Los homicidios en Italia los cometen, en un 90 por ciento, los hombres. Las mujeres que matan son apenas el 6 por ciento. Los hombres matan, sobre todo, a otros hombres: en 2023, se registraron 153 homicidios de hombres de los 267 registrados en el país de la bota. Los feminicidios suman el 84 por ciento del total de muertes violentas de mujeres. Las motivaciones para matar entre los hombres surgen por litigios, motivos fútiles, rencores personales en al menos el 45 por ciento de los casos. Después, entre las motivaciones, siguen cuestiones económicas y posteriormente muertes durante un robo.