Eduardo Lliteras Sentíes.- “Dal mattino si vede il buongiorno”, me decían una madrugada en Sicilia mientras contemplábamos, a través de la ventana, el Etna cubierto de nieve y el cielo azul marmóreo que cubría Catania, entre sorbos de café expreso y mordidas de biscotti ossa dei morti siciliani, unas galletas tradicionales de días de difuntos.
La traducción sería algo así como “desde por la mañana se ven los buenos días”, o si preferimos, podemos decir que desde el amanecer, se ve cómo será la buena jornada. O también la mala jornada, digo, porque las señales de cómo será un gobierno, o una presidencia de un congreso local de un estado con una fuerte tradición histórica autónoma y separatista, se ve desde las primeras acciones u omisiones. Quizá ambas.
Y va vimos las primeras señales, preocupantes, en el congreso local. En la nueva legislatura a mayoría guinda, tras la irrupción de un grupo de personas que trabajan en el Poder Judicial de la Federación y estudiantes, los que forzaron el portazo y escalaron, inclusive, la Mesa Directiva ondeando una bandera mexicana, en manos de una joven que clamaba ser escuchada, hubo oídos sordos a la protesta y reclamo, atinado o no.
La sesión, para aprobar al vapor sin leer ni saber qué votaban, no se detuvo ni en los momentos más álgidos del portazo, cuando entre gritos, ulular de sirenas, empujones, se intentó detener ese tren reformista exprés, un auténtico tren de alta velocidad, envidia del mismo Tren Maya, que los legisladores de la mayoría morenista querían ofrecer al tlatoani en la Ciudad de México.
Yucatán no podía quedarse atrás entre los 17 estados de la “República” que dieron su voto sin haber mínimamente discutido, ya no digamos analizado, la reforma al poder judicial aprobada en la sede alterna del Senado en Xicoténcatl, tras el portazo a la sede en Reforma, también entre golpes, fumigadas de extintores, puertas rotas, gritos y consignas a favor del Poder Judicial. Alguno dice que al menos habría que discutir el tema dos días, por un mínimo de decoro legislativo. Pero no, el fervor levantadedos se impuso como la obcecación de no escuchar a los rijosos protestantes. No hubo una comisión para dialogar con ellos y al menos escuchar lo que tuvieran que decir, sus preocupaciones por su futuro, por su trabajo, por su carrera.
Inclusive, en la cúspide del legislativo, dos legisladores se hicieron de palabras entre empujones y manazos con dedos admonitorios al estilo Dios padre en los cielos.
Que no haya confusión. Si hay alguien en Yucatán, que desde que inició el sexenio que fenece ha denunciado la corrupción del Poder Judicial en el estado y del aparato de justicia, incluidos ministerios públicos y fiscalía, he sido yo. Di a conocer demandas cocinadas como tortillas, una tras otra y expedientes balines para intentar inclusive encarcelarme acusándome de despojo, robo y de ser un peligroso criminal líder de una banda que pone en riesgo la propiedad privada en Santa Gertrudis Copó de millonarios empresarios yucatecos, ellos sí, dedicados al despojo de terrenos de familias pobres mayas con el apoyo del aparato de seguridad y judicial. Habitantes que han quedado como en una isla, rodeados de desarrollos, hospitales de lujo y rascacielos para los nuevos residentes que buscan la “Mérida Blanca y el Sueño Yucateco”.
También reclamé a la anterior legislatura y al anterior presidente del legislativo estatal, con tono duro durante una reunión ex profeso sobre el tema, que deben cesar las demandas contra periodistas, las de difamación y penales, sobre las que existe legislación internacional y recomendaciones como la que ha expresado Article 19 sobre Yucatán. Ya hubiéramos querido ver una reforma exprés sobre el tema.
De colofón, durante la irrupción al legislativo de ayer, con un presidente del congreso cuyo sombrero impolutamente blanco se mantuvo en su lugar en todo momento, sin que volteara ni una vez a ver la gresca y a los rijosos, llegó la fuerza pública con un despliegue imponente. Momentos antes se habían retirado de prisa los que habían entrado a la fuerza al congreso, ante el pitazo de que venían los gendarmes, no sin antes dejarles mensajes escritos en sus curules a los legisladores de Morena: “Que Dios te perdone, porque la Patria no, ¡traidor”.
Afuera, los anti motines llegaron por decenas. Se formaron en línea frente al congreso. Marchaban marcialmente con rodilleras y escudos. También llegaron decenas de elementos de la PEI, los que presumiblemente estaban ahí para investigar a los posibles detenidos y abrirles carpetas de investigación. Se alinearon varias filas de policías, dentro y fuera del congreso. Vallas fueron colocadas y la lateral del periférico fue cerrada. Y mientras grababa con mi celular la escena, prácticamente el único periodista que había quedado afuera del congreso, noté que me observaba: fornido, mano derecha lista sobre la cacha de la pistola y dedo índice pegado al gatillo. Era un policía de la Secretaría de Seguridad Pública, que me observaba, fijamente, tras sus lentes oscuros y casco. Lo enfoqué y lo fotografíe un par de veces. “Dal mattino si vede il buongiorno”, dicen en Italia.