Eduardo Lliteras Sentíes .- Mientras las oligarquías globales se preparan para una navidad teñida de rojo en la que festejarán con los cadáveres de decenas de miles de niños, mujeres, hombres, ancianos y animales, con sorbos de su preferido cóctel llamado calentamiento global, los habitantes del planeta deben prepararse para un posible ataque que potencialmente abra una tercera guerra, en toda regla y sin ambages, como en la que nos encontramos ahora. No es descartable que el genocida y ahora criminal de guerra, Benjamín Netanyahu, decida ir por todo para completar el mapa del “Gran Israel” (según dicta la Biblia, dicen los cristianos que lo financian y el lobby sionista) y lance un genocidio en el Líbano al estilo de Gaza e inclusive inicie una intervención militar en Siria. Todo claro, con el apoyo indispensable de los ejércitos estadounidense y británico, los que han brindado mucho más que armas, apoyo financiero, logístico, de inteligencia para aniquilar al pueblo palestino, participando directamente con sus soldados en el terreno. Evidentemente, una guerra abierta con Irán, una vez que Donald Trump asuma el poder, está entre las posibilidades de los regalos de pesadilla que podría traer el 2025 al mundo y Medio Oriente. Bibi, además, necesita del conflicto militar para lograr sobrevivir políticamente, pero sobre todo, entregar la “tierra prometida” cubierta de cadáveres al proyecto sionista.
En efecto. La destrucción del sur del Líbano avanza de forma sistemática. Israel ha estado destruyendo el sistema de salud de Líbano, al igual que hizo en Gaza desde que inició su invasión terrestre y los bombardeos aéreos del país de los Cedros, el que no tiene fuerza aérea para defenderse. Todo indica que, como ya señalamos, es parte del plan del llamado “Gran Israel”, para despoblar y apropiarse de territorios en el sur del Líbano. Más de un millón de habitantes del Líbano, se encuentran desplazados dentro del país desde hace meses. En condiciones terribles, desesperadas. Sin lo más básico para sobrevivir. En muchos casos viviendo en las calles. Sin medicamentos, alimento, ropa.
Por ejemplo, la ciudad de Nabatieh, al sur del Líbano, una ciudad donde vivían más de 120.000 personas ha sido reducida prácticamente a escombros debido a los bombardeos masivos ordenados por el gobierno de Benjamín Netanyahu. Según las informaciones de organizaciones que trabajan en la zona, los sionistas han destruido más de 40 ciudades en el sur del Líbano, muchas con miles de años de historia.
Sin embargo, Israel está aún lejos de poder controlar las ciudades bombardeadas y destruidas mientras continúa con sus ataques diarios contra la capital, Beirut, destruyendo inmuebles con civiles dentro.
Por su parte la milicia chiita Hezbolá, a pesar de los fuertes golpes recibidos con la aniquilación de sus dirigentes en los últimos meses, sigue dando batalla, tanto a nivel de tierra, como con sus bombardeos con misiles y drones. Esto ha impedido al gobierno israelí devolver a los colonos sionistas al norte de Palestina. Por el contrario, según medios de la región, los asentamientos en el norte de Palestina se han transformado en zonas militares cerradas y el alcance del fuego de Hezbolá se ha ampliado a Tel Aviv y al puerto de Haifa. Ambas ciudades israelíes en territorios ocupados se han convertido en objeto de bombardeos diarios con cohetes, drones suicidas que golpean infraestructura militar pero también civil, en respuesta a los bombardeos de edificios civiles en Líbano.
La muerte, como vemos, es el signo del nuevo milenio y siglo, mientras Elon Musk sueña con construir una civilización humana en Marte y en otros planetas, para llevar el horror de las guerras humanas al universo. Habrá que ver si no nos destruimos antes.
Por lo pronto, también decenas de miles de personas han huido de Baalbek, la ciudad más grande del este del Líbano, ante la agresión militar israelí y tras las órdenes de evacuación en toda la ciudad desde el 1 de noviembre.
Y no hay quien ponga freno al gobierno extremista y genocida israelí.
Cajón de Sastre:
Noa Landau, Haaretz Deputy Editor in Chief (Redactora jefe adjunto del diario israelí Haaretz) anunció que el gobierno de Netanyahu aprobó una resolución para sancionar a Haaretz, suspendiendo cualquier publicidad estatal, suscripciones financiadas por el Estado o cualquier otra “conexión” con el periódico.
El gobierno de la llamada “única democracia” de Medio Oriente, tras prohibir a Al Jazeera, ahora sanciona a Haaretz, el periódico más antiguo de Israel.
Entre otras muchas publicaciones, a Netanyahu irritó, sobre manera, que el editor de Haaretz, Amos Schocken, dijera durante un discurso en una conferencia en Londres el 1 de noviembre, que “al gobierno de Netanyahu no le importa imponer un cruel régimen de apartheid a la población palestina”.
También enfureció a Bibi que adjetivara a la resistencia palestina como “luchadores por la libertad palestinos, a quienes Israel llama terroristas”. Un reconocimiento al régimen de apartheid y a la ocupación de Palestina.
Posteriormente, Schocken aclaró sus comentarios para indicar que no consideraba a Hamás como “luchadores por la libertad” y enfatizó que apoyaba a los luchadores por la libertad que no usaban el “terrorismo”.