Eduardo Lliteras Sentíes.- Mientras el mundo católico y los líderes del planeta están atentos el vaivén de la salud del Papa Bergoglio hospitalizado en el hospital Gemelli de Roma, cabe recordar que el Pontífice argentino ha seguido, inclusive en éstos días de convalecencia por un resfriado que después se ha complicado en una pulmonitis, los acontecimientos en Gaza.
Uno de los responsables de la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, comunidad católica presente en la Franja, dijo al medio radio televisivo italiano Tgcom24 que Bergoglio “nos llamó el viernes y el sábado (antepasados, ya hospitalizado), estaba de buen humor, tenía la voz un poco cansada, pero quería saber cómo estábamos. Un empleado le pasó el teléfono y pudo hablar con nosotros. Ayer, sin embargo, descansó y sabíamos que no llamaría”. En los últimos meses, el Papa ha llamado todos los días al párroco, padre Gabriel Romanelli, y al vicepárroco, padre Yusuf Asad, para expresarles su cercanía en este momento difícil para la población palestina y cristiana de la Franja de Gaza.
Ésta atención del Papa por la situación de Gaza prefieren obviarla algunos medios y corresponsales centrados en el circo de las especulaciones sobre la salud pontificia y de las quinielas sobre los posibles sucesores en caso de un cónclave, ya sea por muerte del primer jesuita Papa o por su dimisión, como él mismo anticipó al inicio de su pontificado cuando firmó una carta especificando que en caso de estar impedido dejaría la Cátedra de San Pedro: “escribí mi renuncia dos meses después de ser elegido y entregué esta carta al cardenal (Tarcisio) Bertone. No sé dónde está esta carta. Lo hice por si tenía algún problema de salud que me impidiera ejercer mi ministerio y no fuera plenamente consciente y capaz de dimitir.”
En su libro autobiográfico “Francisco Esperanza”, (Mondadori 2025, Milán, Italia) en el capítulo “El Escándalo de la Paz” el Papa Francisco dice que está “constantemente en contacto con Gaza y con la iglesia de la Sagrada Familia, cuyo párroco es el padre Gabriel Romanelli, argentino como yo. Incluso ese conjunto parroquial, que acoge a familias y enfermos, se ha convertido en un escenario de muerte. La señora Nadha Khalil Anton y su hija Samar Kamal, que era cocinera en la casa de los niños discapacitados al cuidado de las monjas de la madre Teresa, murieron a manos de un francotirador del ejército israelí mientras se dirigían al convento y trataban de protegerse mutuamente. A otros los mataron a sangre fría en los alrededores de la parroquia, una pequeña comunidad cristiana que llora la muerte de más de 20 de sus miembros” (página 268).
En su libro, como a lo largo de los últimos años, desde que iniciaron los conflictos militares en Ucrania y Gaza, el Papa no ha cesado de llamar a la paz (también en otros conflictos en África o en Asia) e inclusive dijo que habría que investigar si lo que está ocurriendo en la Franja es un genocidio, como han señalado observadores de la ONU, defensores de los derechos humanos, médicos, periodistas. El Papa se ha negado a afiliarse a la propaganda occidental sobre dichos conflictos militares y particularmente a alinearse y servir a los intereses geopolíticos de gobiernos belicistas e industria militar.
Éste tema, claro, es sepultado con toda intención por los cables diarios sobre su salud, que a diferencia del Papado de Juan Pablo II, sí hablan con transparencia sobre la salud del primer Papa latinoamericano.
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REZAN POR SU SALIDA DEL GEMELLI
Mientras afuera del hospital Gemelli de Roma, grupos de monjas y de creyentes rezan por la salud del Papa argentino, se habla sobre su deseo, en caso de morir, de no ser sepultado en el Vaticano, como él ha dicho, sino en la iglesia romana de Santa María Maggiore (Santa María la Mayor), iglesia que he visitado en varias ocasiones mientras vivía en Roma y en las dos coberturas de los últimos dos cónclaves, ubicada en una zona céntrica y un tanto degradada.
Cabe recordar, por ejemplo, que Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Juan XXIII murieron todos en el Vaticano. Benedicto, falleció en el monasterio del Vaticano, Mater Ecclesiae. Pío XII, en cambio, falleció en la residencia de veraneo de los Papas en Castelgandolfo al igual que Pablo VI. Misma que no ha utilizado el Papa Francisco y que tanto utilizó Juan Pablo II (el llamado “Atleta de Dios”) tras hacerse construir una piscina olímpica.
Pero el Papa Francisco es jesuita, como ya señalé, el primero en ser Papa y quizá el último, pero quién puede decirlo. Y entre sus cuatro votos se cuenta el de la pobreza. Así comenzó su Papado, dejando a un lado la limosina pontificia, los zapatos rojos de terciopelo -ha seguido utilizando su calzado negro con el que vestía y recorría Buenos Aires como obispo-.
Los jesuitas, ya se sabe, tienen los tres votos que existen comúnmente en las órdenes religiosas: pobreza, castidad y obediencia. Pero en el caso de la Compañía de Jesús existe un «cuarto voto»: Obediencia al Papa. Sí, al Vicario de Cristo en la tierra se le guarda un voto de obediencia.
Y como recuerdan algunos jesuitas, un jesuita será obispo sólo por “motivos importantes”. Y esa fue la situación que vivió Jorge Mario Bergoglio. Por “motivos importantes” el Papa Juan Pablo II decidió que debía ser nombrado obispo, y el Padre General en obediencia al Papa autorizó que Bergoglio fuera obispo y le dispensó de sus votos. Y después fue cardenal y claro, posteriormente, contra su voluntad, Papa.
CAJÓN DE SASTRE
Como siempre, circulan algunos nombres de posibles sucesores, como los cardenales Raymond Leo Burke, Luis Antonio Tagle o Peter Erdö. En la lista, no hay mexicanos papables, a pesar de que en teoría hay dos que podrían ser elegidos: Francisco Robles Ortega y Carlos Aguiar Retes. (Continuará)