Tras un largo estira y afloja, el Papa recibió al vicepresidente estadounidense, James David Vance, por unos minutos en el Vaticano / El Papa hizo énfasis en el sufrimiento de los cristianos en Palestina, en Gaza, en Líbano y Siria tras el encuentro
El vicepresidente de los Estados Unidos, James David Vance fue recibido, brevemente, por unos minutos, por el Papa Francisco. En el día más solemne para la Iglesia Católica y el Vaticano, un día considerado como improbable, es decir, el Domingo de Pascua, el Papa Bergoglio lo recibió a pocas horas de que viajara de vuelta a Estados Unidos. Tras una prolongada visita de tres días en Roma que coincidió con las celebraciones de Pascua, el vicepresidente tiene previsto viajar de vuelta a Washington con su familia tras ser recibido por el Pontífice luego de un largo estira y afloja y especulaciones sobre si encontraría al Papa o no. La visita de Vance se concentró en el Vaticano durante los tres días de estancia. Vance llegó sin sus hijos, y sin su esposa para la "breve reunión privada" en su departamento de Casa Santa Marta. El Papa, quien se ha ausentado de los ritos del Vía Crucis por tercer año consecutivo recibió al vicepresidente representante de una administración estadounidense con la que, a pesar de la cordialidad de recibirlo a último minuto, se mantienen las divergencias. Así lo hizo sentir el Pontífice durante el tradicional mensaje del Papa urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, en la Plaza de San Pedro, en el que dijo "me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel": "mi pensamiento se dirige a la población y, de modo particular, a la comunidad cristiana de Gaza, donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria". El Pontífice pidió rezar también "por las comunidades cristianas del Líbano y de Siria —este último país está afrontando un momento delicado de su historia"-, acotó. El Papa puso el dedo en la llaga cuando mencionó que "allí donde no hay libertad religiosa o libertad de pensamiento y de palabra, ni respeto de las opiniones ajenas, la paz no es posible". Estas palabras las pronunció el Papa pocos minutos después de la reunión con el vicepresidente estadounidense quien fue educado en una familia cristiana evangélica y luego reconvertido al catolicismo: "Hago un llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas a no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo. Estas son las “armas” de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte". Bergoglio tuvo también palabras para varias crisis más en el mundo: habló sobre el "preocupante el creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo"; también tuvo "un recuerdo especial al pueblo de Yemen, que está viviendo una de las peores crisis humanitarias “prolongadas” del mundo a causa de la guerra"; pidió de nueva cuenta por la paz para "la martirizada Ucrania y anime a todos los actores implicados a proseguir los esfuerzos dirigidos a alcanzar una paz justa y duradera"; pidió un acuerdo de paz definitivo entre Armenia y Azerbaiyán y recordó a los pueblos africanos víctimas de agresiones y conflictos, sobre todo en la República Democrática del Congo, en Sudán y Sudán del Sur; pidió por cuantos sufren a causa de las tensiones en el Sahel, en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes Lagos, como también por los cristianos que en muchos lugares no pueden profesar libremente su fe. El Papa hizo un llamado en particular en contra de la carrera armamentística que impera en el mundo y en Europa en particular: ¡No es posible la paz sin un verdadero desarme! La necesidad que tiene cada pueblo de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera armamentista general. La luz de la Pascua nos impulsa a romper las barreras que crean divisiones y están preñadas de consecuencias políticas y económicas. Nos insta a cuidarnos unos a otros, a aumentar la solidaridad mutua, a trabajar para promover el desarrollo integral de cada persona humana. En conclusión el Papa hizo un llamamiento, que fue una nueva referencia al genocidio en Gaza, a la política militar de destruir hospitales, escuelas, toda infraestructura civil: a todos aquellos que en el mundo tienen responsabilidades políticas para que no cedan a la lógica del miedo que encierra, sino que utilicen los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que favorezcan el desarrollo. Éstas son las “armas” de la paz: ¡las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte! Que el principio de humanidad nunca se pierda como piedra angular de nuestras acciones diarias. Ante la crueldad de los conflictos que involucran a civiles indefensos, atacan escuelas y hospitales y a trabajadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que no son objetivos los que son atacados, sino personas con alma y dignidad. AGENDA DE VANCE EN ROMA El vicepresidente Vance acudió a Roma para un amplio menú que tenía varios platos en el Vaticano. Primero, en el fin de semana de Pascua en Roma, asistió a la misa de Viernes Santo en la Basílica de San Pedro con su familia (cargando a uno de sus hijos en brazos, como ya es costumbre verlo) después de reunirse con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Porteriormente, Vance, se reunió ayer sábado con el secretario de Estado vaticano, el cardenal italiano Pietro Parolin de forma privada, ésta vez sin sus hijos y esposa, ya que fue un encuentro diplomático. Asimismo, el sábado, después de presentar a su familia a Parolín, los Vance realizaron una visita privada a la Capilla Sixtina. Y hoy domingo, la delegación del vicepresidente norteamericano llegó al Vaticano por la Vïa della Conciliazione poco antes de las 10.00 horas formada por varias decenas de vehículos y entró por el Arco de las Campanas, el ingreso reservado a las visitas de Estado en la Santa Sede; después fue recibido en el Patio de San Dámaso para pasar a las habitaciones privadas del Papa en Casa Santa Marta, donde tuvo lugar el encuentro que ya muchos habían descartado con Bergoglio.
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