Eduardo Lliteras Sentíes.- Priistas envueltos en envoltorios de celofán, de distintos colores, enfrentarán al panista Renán Barrera Concha en la contienda electoral por la ciudad de Mérida.
El PRI, como se sabe, ha estado obsesionado por reconquistar la ciudad capital desde que la perdió a manos del PAN, porque además se considera que quien la domina electoralmente tiene un trampolín casi infalible a la gobernatura, aunque evidentemente no fue así para la última priista que gobernó Mérida, la alcaldesa Angélica Araujo. Por el contrario, ahí está el paso deprimido que construyó, convertido en un mausoleo de agua estancada de su carrera política, como recordatorio.
Sin embargo, viendo los perfiles de quienes se han anotado en Morena, en Fuerza por México, en Movimiento Ciudadano y el PANAL, queda claro que estamos ante candidatos priistas aun cuando se hayan puesto la camiseta de otro partido hace un par de días.
Nadie puede decir que no. La totalidad dijo adiós al PRI al cuarto para las doce. Se acostaron priistas y amanecieron convertidos en candidatos de otros partidos. Hasta ahora, no se les conoce realmente por nada más, sino por su tránsito por los cargos que obtuvieron con los gobiernos priistas fundamentalmente y nada más.
Bien dice el dicho que el hábito no hace al monje, aunque ayuda, dirán los ahora transformados por la varita mágica, de un día para otro, por colocarse una camiseta de otro partido a la manera de un envoltorio de celofán. O de un refresco pero envasado en botellas de plástico con distintas etiquetas.
Éste es el escenario electoral por Mérida, ciudad con muchas necesidades apremiantes y en crecimiento vertiginoso, amenazada por el cambio climático, la delincuencia, etcétera y sin un presupuesto federal que la apuntale de cara al futuro.
Mientras tanto, el enojo por la imposición de candidaturas entre las filas del partido que se dijo la “Esperanza de México” crece, debido a la evidente burla de quienes se han apoderado de dicho instituto político para seguir medrando ya que la marca PRI quedó devaluada y con el sello del zorrillo.
El senador tabasqueño Ovidio Peralta llegó para servirse y servir a los intereses que la 4T dijo que iba a combatir, ni más ni menos, en el sureste del país.
Como nos dicen voces morenistas decepcionadas y enojadas con lo que está sucediendo, Ovidio, Verónica Camino, Mario Delgado, entre otros, se “burlan en todos los espacios, se burlan de la ciudadanía. Eso es justamente lo que tratamos de combatir”.
“A ellos no les importa poner una cosmetóloga, por ejemplo, al frente del Distrito IV federal. Hablamos de Naomi Peniche, quien llegó allí de la mano de Verónica Camino. Nos les importa ceder a una persona sin preparación tan importante espacio sociopolítico. La cosa es que quede su gente” incondicional.
Y rematan: “es gente sin proyecto, sin militancia, sin trabajo político ni social. Llega una cosmetóloga de la mano de Verónica porque sí, porque ella puede hacer lo que sea. Cuando hay cientos de compañeros esperando sus candidaturas. Son excesos que nos cuestan como sociedad, este caso de nepotismo debe ser denunciado”.
Señalan que “son los mismos que destruyeron las bases de este país. Eso hay que dejarlo en claro: ni Verónica ni Ovidio son morenistas, son gente que se infiltró y vino a servirse con la cuchara grande”.
“Ovidio es un empresario que llegó al Senado como suplente de Javier May, no tiene trabajo político previo, no sabe nada de esto y lo ha demostrado con carencia total de sensibilidad social y política. Es un suplente que trata a los militantes que aspiraban a una candidatura por primera vez en sus vidas como vulgares ambiciosos”.