Redacción.- En lo que va del año, la Península de Yucatán es la región más afectada por el mal de Chagas, reveló la Secretaría de Salud federal, al establecer que ya se registró cerca del 15 por ciento del total de casos confirmados en el país.
Asimismo, tan sólo la semana pasada, se registraron seis nuevos casos de Chagas esta enfermedad parasitaria de curso crónico y consecuencias fatales, principalmente por afectaciones cardiacas o viscerales.
Hasta el momento, Quintana Roo y Yucatán se ubican entre las siete entidades federativas con mayor incidencia del país, y la ausencia es únicamente en cuatro estados, específicamente Chihuahua, Durango, Nayarit y Tlaxcala.
La también llamada tripanosomiasis americana, es causada por la infección con Trypanosoma cruzi, un protozoario adquirido por humanos y otros mamíferos mediante transmisión vectorial, en la cual se encuentran implicadas las chinches de la subfamilia Triatominae o chinches besuconas.
Los artrópodos son endémicos en México y otros países de Latinoamérica, donde millones de personas se encuentran en riesgo de contraer la enfermedad dada la cocirculación del parásito y reservorios, y por lo cual, es considerado un problema de salud pública.
En lo que va del año, en la República Mexicana se han registrado 371 casos confirmados acumulados, cifra que es 63.3 por ciento inferior con respecto al mismo período de 2019, cuando la suma fue de mil 10 infectados.
Veracruz es el Estado con el mayor número de casos, con 51 casos, el 13.7 por ciento del total nacional, seguido de Jalisco, con 32 enfermos, el 8.6 por ciento, y Quintana Roo, con 30 infectados, el 8.1 porcentual.
De igual forma, Nuevo León tiene 26 casos, el siete por ciento, seguido de Durango, con 23 infectados, el 6.2 por ciento, y con 20, Oaxaca y Yucatán, el 5.4 porcentual, respectivamente.
Mientras que en Campeche son tan solo tres casos, por lo que está en el lugar 22 de la tabla nacional, el 0.81 por ciento.
En cuanto al género, la patología afecta más a los hombres, con 263, el 70.9 por ciento, y 108 mujeres, el 29.1 por ciento, mientras que en Yucatán hay 15 masculinos, el 75 por ciento, y cinco féminas, el 25 porcentual.
De acuerdo con la SS, estas chinches son de hábitos hematófagos, es decir, requieren alimentarse de sangre de vertebrados.
Al momento de ingerir sangre de un hospedero infectado, adquieren los parásitos en etapa de epimastigote, que maduran en el intestino del vector y se transforman a la forma infectante (tripomastigote metacíclico).
Tras alimentarse nuevamente de un mamífero no infectado, la chinche tiene el hábito de defecar cerca del sitio de la picadura, que en los humanos es generalmente cerca de ojos y boca.
Debido a que el piquete causa una reacción urticante, como reflejo el hospedero se rasca, introduciendo el parásito por contacto en el sitio de la picadura, a través de las mucosas de ojos y boca.
Asimismo, la transmisión suele ocurrir por contaminación de alimentos, transfusión sanguínea, trasplante de órganos y transmisión congénita.
Hasta el momento no hay vacunas disponibles, por lo que las estrategias de prevención de la enfermedad de Chagas dependen totalmente del programa de Manejo Integrado de Vectores (MIV), en el cual se utilizan diversas intervenciones para el control de las poblaciones de chinches, incluyendo el uso de insecticidas.
Sin embargo, el crecimiento poblacional, la migración y la alta concentración humana en diversas regiones han afectado seriamente al medio ambiente y, por lo tanto, a los mecanismo naturales para el control del vector, que aunado a otros factores como el cambio climático, el cambio de uso de suelo, la urbanización desordenada, la deforestación, etc., han favorecido la redistribución y adaptación de los vectores a nuevas áreas y en consecuencia, se incrementa el riesgo de transmisión del parásito a los humanos.