Eduardo Lliteras Sentíes.- El Papa Francisco publicó una motu proprio mediante la cual retira a la Secretaría de Estado del Vaticano “funciones en materia económico y financiera ya atribuidas por competencia a otros Dicasterios” luego de los contantes escándalos de inversiones y desvíos millonarios, el último de los cuales involucra a los obispos australianos, los que transfirieron 2.300 millones de dólares de la Ciudad del Vaticano a Australia durante seis años, sin su conocimiento.
En efecto. Con dicha motu proprio o reforma fechada el 26 de diciembre y difundida al cierre del año 2020, el Papa argentino transfirió la gestión de las inversiones financieras e inmobiliarias que manejaba la poderosa Secretaría de Estado del Vaticano, incluido el millonario fondo del Óbolo de San Pedro, a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), a partir del 1 de enero.
La oficina de prensa del Vaticano dio a conocer la reforma del Papa o motu proprio, la que con eufemismos anuncia que retira el control de los recursos a la Secretaría de Estado, tras la secuencia de revelaciones de actos de corrupción y manejo de dinero discrecionalmente y sin su conocimiento. En el documento, intitulado, “Una mejor organización”, el Santo Padre destaca que “una mejor organización de la administración, de los controles y de la vigilancia sobre las actividades económicas y financieras de la Santa Sede para asegurar una gestión transparente y eficiente y una clara separación de competencias y funciones, representa un punto fundamental en la reforma de la Curia”.
El Pontífice indica que “no es oportuno” que la Secretaría de Estado desempeñe “funciones en materia económico y financiera ya atribuidas por competencia a otros Dicasterios” y señala que “consideró necesario establecer algunas normas” después de examinar con cuidado cada cuestión y escuchar a los responsables de los Dicasterios competentes. Es decir, retira a la Secretaría de Estado su poderosa capacidad para manejar los millonarios fondos del Vaticano desde la oscuridad de sus oficinas en los Palacios Apostólicos.
Observadores señalan que éste nuevo paso en el debilitamiento de la Secretaría de Estado y sus funciones va en línea con la reforma puesta en marcha por el Papa para “hacer limpieza” en las finanzas del Vaticano, tras la salida del cardenal Angelo Becciu, exsustituto de la Secretaría de Estado y exhombre de todas las confianzas de Jorge Bergoglio, quien fue acusado de malversar fondos del Vaticano para beneficiar a su familia, por lo que el Papa lo despojó de las prerrogativas del cardenalato y lo mandó a casa sin trabajo (es decir, lo obligó a renunciar como prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos).
Becciu también fue acusado de la compra de un inmueble en Londres, a través de la Secretaría de Estado, con un costo de unos 200 millones de euros, una operación inmobiliaria que es investigada por la Fiscalía vaticana por el uso de recursos del Óbolo de San Pedro, el organismo del Vaticano encargado de recoger los fondos que los fieles católicos destinan, teóricamente, a las obras de caridad del Pontífice.
El italiano Becciu fue por muchos años un influyente diplomático de carrera del Vaticano y entre 2011 y 2018 tuvo el poderoso cargo de Suplente de Asuntos Generales en la Secretaría de Estado, lo que lo llevó a reunirse a diario con el Papa, y a aprovecharse en beneficio propio y de su familia.
Por lo pronto, con la reforma del Papa a partir de ahora las finanzas que manejaba la Secretaría de Estado estarán sujetas al control de la Secretaría de Economía (SPE), órgano creado por el Papa Francisco para sanear al Vaticano y que “a partir de ahora también desempeñará la función de Secretaría Papal para asuntos económicos y financieros”.
Dicho órgano está bajo el control del padre jesuita español Antonio Guerrero Alves, que el Pontífice nombró hace un año al frente de la SPE, el superministerio de Economía del Vaticano que creó en 2014.
Asimismo, según la reforma de Francisco, la Secretaría de Estado, organismo que hasta ahora había sido intocable, “transferirá lo antes posible, a más tardar el 4 de febrero de 2021, todos sus haberes líquidos mantenidos en cuentas corrientes a su nombre en el Instituto de Obras de Religión o en cuentas bancarias extranjeras, a la APSA a una cuenta bancaria indicada por ésta”.
De tal manera el escándalo de la compra de un inmueble en Londres con fondos de la Iglesia, incluido dinero de las limosnas del Papa, puso fin a la carrera fulgurante de Becciu de 72 años y llena de excesos.
Pero además de Becciu ahora también los obispos católicos de Australia tienen que dar muchas explicaciones al Papa.
Los obispos australianos están trabajando en una solicitud directa del Papa para que investigue y explique cómo fue que se transfirieron 2.300 millones de dólares de la Ciudad del Vaticano a Australia durante seis años sin su conocimiento.
La Conferencia de Obispos Católicos de Australia está considerando la solicitud después de que se quedaron “asombrados por la escala de las transferencias” de la Secretaría de Estado de la Santa Sede desde 2014.
Lo más sorprendente del asunto, es que el arzobispo de Brisbane, Mark Coleridge, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Australia, dijo a The Australian el martes que “ningún católico, diócesis, organización benéfica, orden religiosa o entidad eclesiástica australiana había recibido el dinero”.
La bomba de las transferencias millonarias desde el Vaticano realizadas en lo oscurito fue dada a conocer el miércoles pasado por el diario australiano “The Australian”, el que reveló que un informe oficial del organismo de control financiero internacional de Australia, Austrac, había encontrado que se habían transferido 2.300 millones de dólares desde la Ciudad del Vaticano durante los últimos seis años.
La Policía Federal Australiana está investigando algunos de los traslados del Vaticano a Australia. Y ahora el Papa también está investigando el asunto.