Redacción.- Los compromisos climáticos nuevos y actualizados están muy por debajo de lo que se necesita para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, lo que deja al mundo en camino a un aumento de temperatura global de al menos 2,7 °C para este siglo, según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021, lanzado hoy por el del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El informe, en su 12º edición, señala que las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) actualizadas y demás compromisos asumidos para 2030 (pero que aún no han sido presentados en las renovaciones de las NDC), solo evitan un 7,5% adicional de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) pronosticadas para 2030, en comparación con la anterior ronda de compromisos.
Para mantenernos en la ruta de menor costo hacia el objetivo de 2 °C del Acuerdo de París se necesitan reducciones de emisiones del 30% y del 55% para alcanzar el objetivo de 1,5°C.
El informe, publicado antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que tendrá lugar en Glasgow desde el 1 de noviembre, destaca que las promesas de alcanzar la neutralidad de emisiones podrían marcar una gran diferencia.
Si se cumplen por completo, estas podrían llevar el aumento previsto de la temperatura global a 2,2 °C, lo que da esperanzas de que estos esfuerzos adicionales ayuden a prevenir los impactos más catastróficos del cambio climático. Sin embargo, estas promesas son todavía imprecisas e inconsistentes con la mayoría de las NDC para 2030.
“El cambio climático ya no es un problema del futuro. Es un problema ahora”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
“Para tener la oportunidad de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, contamos con ocho años para reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero: ocho años para hacer los planes, implementar las políticas y, finalmente, dar resultados tangibles. El reloj avanza rápidamente”, añadió Andersen.
Al 30 de septiembre de 2021, 120 países, que representaban poco más de la mitad de las emisiones mundiales de GEI, habían comunicado NDC nuevas o actualizadas. Además, tres miembros del G20 han anunciado otras nuevas promesas de mitigación para 2030.
Para tener alguna posibilidad de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, en los próximos ocho años el mundo debe evitar 28 gigatoneladas de CO2 equivalente (GtCO2e) de las emisiones anuales, adicionales a lo prometido en las NDC actualizadas y otros compromisos para 2030.
Para poner este número en perspectiva, se espera que las emisiones de CO, por sí solas, alcancen las 33 gigatoneladas en 2021. Cuando se consideran todos los demás GEI, las emisiones anuales son cercanas a los 60 GtCO2e. Por lo tanto, para tener la oportunidad de alcanzar el objetivo de 1,5 °C, se deben reducir casi a la mitad las emisiones de GEI. Para el objetivo de 2 °C, la necesidad adicional es menor: una caída en las emisiones anuales de 13 GtCO2e para 2030.
Alok Sharma, presidente entrante de la COP26, dijo que el informe subraya por qué los países deben mostrar una acción climática ambiciosa en la COP26: “Como señala este informe, si los países cumplen con sus NDC pautadas para 2030 y los compromisos de cero emisiones netas que se han anunciado hasta fines de septiembre, nos dirigiremos hacia aumentos promedio de la temperatura global de poco más de 2°C. Los análisis complementarios sugieren que los compromisos asumidos en París habrán limitado el aumento de la temperatura a menos de 4°C”.
“Así que ha habido progreso, pero no lo suficiente. Es por eso que necesitamos, especialmente que los mayores emisores, las naciones del G20, presenten compromisos más fuertes para 2030 si queremos mantener 1,5°C durante esta crítica década”, agregó Sharma.
Apuntando a la neutralidad de emisiones
Según los autores, las promesas de neutralidad de emisiones y su ejecución efectiva podrían marcar una gran diferencia, pero los planes actuales son imprecisos y no se reflejan en las NDC. Un total de 49 países, más la UE, han prometido un objetivo de cero emisiones netas. Esto cubre más de la mitad de las emisiones domésticas mundiales de GEI, más de la mitad del PIB y un tercio de la población mundial. Once objetivos, que están consagrados por ley, cubren el 12% de las emisiones globales.
Si se cumplen por completo estas promesas, se podrían reducir unos 0,5 °C adicionales del calentamiento global, lo que disminuiría el incremento previsto a 2,2 °C. Sin embargo, muchas naciones postergan la aplicación de sus programas hasta después de 2030, lo que plantea dudas sobre si se serán capaces de cumplir sus objetivos.
Doce miembros del G20 han prometido un objetivo de cero emisiones netas, pero siguen siendo muy ambiguos. Los programas deben incluir acciones anticipadas para poder sintonizarse con los objetivos de 2030.
“El mundo tiene que despertar ante el peligro inminente que enfrentamos como especie. Las naciones deben poner en marcha las políticas para cumplir con sus nuevos compromisos y comenzar a implementarlas en cuestión de meses. Necesitan hacer que sus promesas de neutralidad de emisiones sean más concretas, asegurando que estos compromisos se incluyan en las NDC y que se tomen medidas para avanzar”, dijo Andersen.
“También es esencial brindar apoyo financiero y tecnológico a las naciones en desarrollo, para que puedan adaptarse a los impactos del cambio climático y establecer así un camino de crecimiento bajo en emisiones”, agregó la directora ejecutiva del PNUMA.
El potencial del metano y los mecanismos de mercado
Cada año, el Informe sobre la Brecha de Emisiones analiza el potencial de áreas específicas. Este año, se centra en el metano y los mecanismos de mercado. La reducción de las emisiones de metano de los sectores de los combustibles fósiles, los residuos y la agricultura puede contribuir a cerrar la brecha de emisiones y reducir el calentamiento a corto plazo.
Las emisiones de metano son el segundo factor que más acelera el calentamiento global. El gas tiene un potencial de calentamiento 80 veces superior al del CO2 en un periodo de 20 años; también tiene una vida más corta en la atmósfera que el CO2—solo doce años, frente a cientos—, por lo que los recortes en este gas limitarán el aumento de la temperatura más rápidamente que los recortes de CO2.
Las medidas técnicas disponibles de bajo o cero costos podrían por sí solas reducir anualmente las emisiones antropogénicas de metano en alrededor del 20%. Mientras que la aplicación de todas las medidas, junto con otras estructurales más amplias, podría reducir las emisiones antropogénicas de metano en aproximadamente un 45%.
Por su parte, los mercados de carbono tienen el potencial de reducir los costos y por ende fomentar compromisos de reducción más ambiciosos, pero solo si las reglas están claramente definidas y diseñadas para garantizar que las transacciones reflejen reducciones reales en las emisiones, respaldadas por acuerdos que monitoreen el progreso y aseguren transparencia.
Los ingresos obtenidos a través de estos mercados podrían financiar soluciones de mitigación y adaptación a nivel nacional y en países vulnerables, donde las cargas del cambio climático son mayores.
COVID-19: una oportunidad de recuperación en gran parte perdida
El informe concluye que la oportunidad de utilizar el rescate fiscal y el gasto de recuperación de la COVID-19 para estimular la economía mientras se respalda la acción climática se ha dejado pasar en la mayoría de los países.
La pandemia de COVID-19 provocó una caída en las emisiones mundiales de CO2 del 5,4% en 2020. Sin embargo, se espera que en 2021 las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero vuelvan a aumentar a un nivel ligeramente inferior al récord que se alcanzó en 2019.
Es probable que solo alrededor del 20% de las inversiones totales en recuperación hasta mayo de 2021 tengan un impacto en la reducción de las emisiones de GEI. De este gasto, casi el 90% corresponde a seis miembros del G20 y un invitado permanente.
El gasto de recuperación de la COVID-19 ha sido mucho menor en las economías de bajos ingresos que en las economías avanzadas (US$ 60 frente a US$ 11.800 por persona). Es probable que en las naciones vulnerables estas disparidades en la financiación exacerben las brechas en la resiliencia climática y las medidas de mitigación.