Redacción.- Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado con creces su fortuna, que ha pasado de 700 000 millones de dólares a 1,5 billones de dólares (a un ritmo de 15 000 dólares por segundo, o lo que es lo mismo, 1300 millones de dólares al día) durante los primeros dos años de una pandemia que habría deteriorado los ingresos del 99 % de la humanidad y que ha empujado a la pobreza a más de 160 millones de personas más, dice la organización internacional Oxfam.
“Si estos diez hombres perdieran el 99,999 % de su riqueza mañana, seguirían siendo más ricos que el 99 % de las personas del planeta”, afirmó Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional. “Actualmente, acumulan seis veces más riqueza que los 3100 millones de personas en mayor situación de pobreza”.
En el nuevo informe de Oxfam Las desigualdades matan, publicado hoy con motivo de la “Agenda de Davos” del Foro Económico Mundial, la organización afirma que las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos 21 000 personas al día, o dicho de otra manera, de una persona cada cuatro segundos. Se trata de estimaciones conservadoras basadas en el número de muertes causadas a nivel global por la falta de acceso a servicios de salud, la violencia de género, el hambre y la crisis climática.
“Nunca ha resultado tan importante poner fin a las violentas y obscenas desigualdades, recuperando el poder y la riqueza extrema de las élites, incluido a través de medidas fiscales, para reintegrar ese dinero en la economía real y salvar vidas”, añadió Gabriela Bucher.
Desde el inicio de la pandemia dice, los milmillonarios han aumentado su fortuna en 5 billones de dólares, más que en los últimos 14 años. Se trata del mayor incremento de la riqueza de los milmillonarios desde que se tienen registros. Un impuesto excepcional del 99 % sobre los ingresos extraordinarios que los diez hombres más ricos han obtenido durante la pandemia podría servir, por ejemplo, para:
- producir suficientes vacunas para el mundo; y
- financiar servicios de salud y protección social universales, financiar medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países;
- Y aun así, estos hombres seguirían teniendo 8000 millones de dólares más que antes de la pandemia.
“Los milmillonarios han tenido una pandemia de lujo. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de los milmillonarios, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los gobiernos de los países ricos han permitido que los milmillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a miles de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales”, añade Bucher.
Las desigualdades extremas son una forma de violencia económica en la que las decisiones legislativas y políticas que perpetúan la riqueza y el poder de una élite privilegiada perjudican directamente a la amplia mayoría de la población mundial y a nuestro planeta.
“La respuesta del mundo a la pandemia ha desatado esta violencia económica, ensañándose sobre todo con las mujeres y las niñas, y las personas en situación de exclusión y pertenecientes a grupos racializados. Cada ola de COVID-19 conlleva un aumento de la violencia de género, al mismo tiempo que aumenta aún más el volumen de trabajo de cuidados no remunerado que recae sobre las mujeres y las niñas”, afirma Bucher.
- La pandemia ha retrasado el camino hacia la paridad: ahora se tardarán 135 años en cerrar la brecha de género, y no 99 años como se estimaba antes de su irrupción. En 2020, las mujeres perdieron 800 000 millones de dólares en ingresos, y hay 13 millones menos de mujeres con trabajo ahora que en 2019. Conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas que viven en África, América Latina y el Caribe.
- La pandemia está afectando especialmente a los grupos racializados. En Inglaterra, las personas de origen bangladeshí tenían cinco veces más probabilidades de morir de COVID-19 que la población británica blanca durante la segunda ola de la pandemia. En Brasil, las personas negras tienen 1,5 veces más probabilidades de morir de COVID-19 que la población blanca. En Estados Unidos, 3,4 millones de personas negras estarían vivas hoy si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca del país, lo que está directamente vinculado al legado histórico del racismo y el colonialismo.
- Se estima que las desigualdades entre países crecerán por primera vez en una generación. Los países en desarrollo, privados de acceso a suficientes vacunas debido a la protección que los Gobiernos ricos otorgan a los monopolios de las grandes empresas farmacéuticas, tuvieron que recortar el gasto social a medida que aumentaban sus niveles de endeudamiento, y ahora se enfrentan a la posibilidad de tener que adoptar medidas de austeridad. La proporción de personas con COVID-19 que mueren a causa del virus en países en desarrollo es aproximadamente el doble que en países ricos.
“La pandemia de COVID-19 ha sacado a la luz la codicia y las oportunidades económicas y políticas que han convertido estas desigualdades extremas en un instrumento de violencia económica”, explica Bucher. “Tras años de investigación y de campañas, Oxfam ha llegado a esta conclusión, estremecedora e incontestable”.
A pesar del enorme coste económico que ha supuesto la respuesta a la pandemia, durante los últimos dos años, los gobiernos de los países ricos se han negado a elevar los impuestos sobre la riqueza de los más ricos y han continuado privatizando bienes públicos, como la tecnología necesaria para producir las vacunas. Han fomentado de tal manera los monopolios de las grandes empresas que, solo durante la pandemia, el incremento de la concentración de los mercados amenaza con ser mayor en un año que durante los 15 años transcurridos entre 2000 y 2015.
Las desigualdades son un aspecto fundamental de la crisis climática, ya que las emisiones de carbono del 1 % más rico superan en más del doble a las de la mitad más pobre de la humanidad. Esto ha contribuido al cambio climático a lo largo de 2020 y 2021, causando incendios forestales, inundaciones, tornados, pérdida de cosechas y hambre.
“Que las desigualdades estén aumentando a esta escala y ritmo no es fruto del azar, sino de una elección”, afirma Bucher. “Los modelos económicos actuales no solo nos han expuesto en mayor medida al impacto de esta pandemia, sino que están permitiendo activamente quienes ya son extremadamente ricos y poderosos exploten esta crisis en su propio beneficio”.
El informe pone de manifiesto la importancia de que las dos mayores economías del mundo (Estados Unidos y China) hayan comenzado a plantearse políticas para reducir las desigualdades, incluida la aplicación de mayores tipos impositivos a las personas ricas y de medidas para acabar con los monopolios. “Esto nos permite abrigar cierta esperanza de que pueda surgir un nuevo consenso económico”, subrayó Bucher.
Oxfam recomienda que los Gobiernos adopten inmediatamente las siguientes medidas:
- Recuperar las ganancias que los milmillonarios han acumulado aplicando impuestos de carácter permanente sobre el capital y la riqueza para gravar la enorme riqueza que han amasado desde el inicio de la pandemia.
- Invertir los billones de dólares que podrían recaudarse con estos impuestos a través de un gasto progresivo en servicios de salud y protección social universales, la adaptación al cambio climático, y la prevención de la violencia de género y programas al respecto.
- Abordar las leyes racistas y sexistas que discriminan a las mujeres y a los grupos racializados, y crear nuevas legislaciones fundamentadas en la igualdad de género con el fin de acabar con todas las formas de violencia y discriminación. Todos los sectores de la sociedad deben definir urgentemente políticas que garanticen que las mujeres, las personas racializadas y otros grupos oprimidos estén representados en todos los espacios de toma de decisiones.
- Derogar las leyes que socavan los derechos de sindicalización y huelga de los trabajadores y trabajadoras y aplicar normas jurídicas más sólidas para garantizar su protección.
- Los Gobiernos ricos deben suspender inmediatamente las normas de propiedad intelectual que regulan la producción de vacunas contra la COVID-19 para que más países puedan producir vacunas seguras y eficaces con el fin de acabar con la pandemia.
Bucher afirma: “No falta dinero, eso quedó claro cuando los Gobiernos movilizaron 16 billones de dólares para la respuesta ante la pandemia. Lo que falta es voluntad e imaginación para liberarnos del asfixiante y letal corsé que constituye el neoliberalismo extremo. Los Gobiernos deben escuchar a los movimientos (como las huelgas estudiantiles por el clima y las y los activistas de Black Lives Matter y #NiUnaMenos, o los agricultores y agricultoras de India), que piden justicia e igualdad”.