Columna Construyendo del presidente de la CMIC Yucatán, Raúl Asís Monforte González.- Los procesos fueron absoluta y descaradamente ilegales, se les disfrazó de mecanismos de “selección de coordinador”, con el árbitro haciéndose de la vista gorda. Al final, el resultado práctico es que hoy existen ya dos candidatas a ocupar el cargo de presidente de la república mexicana y, nos guste o no, arroja una temprana certidumbre que indica que por vez primera en la historia, México será gobernado por una mujer a partir del primero de octubre del año 2024. Por otra parte, hace que afloren nuevas inquietudes que precisan ser resueltas durante una campaña que se antoja compleja y riesgosa.
Desde hace muchos años en México no se ha estado invirtiendo lo suficiente en infraestructura, de modo que se ha producido una brecha que cada día se hace más grande y difícil de cerrar. Pero no solamente hay que tomar en cuenta los importes de las inversiones y si éstas son cuantiosas o insuficientes, sino que hay que poner un énfasis especial en la calidad de la misma, su utilidad práctica, su adecuada planeación, priorización y socialización, y que su ejecución sea efectiva y eficiente.
Así que, muy al margen de las cuestiones de género, de si queremos un gobierno de izquierda o derecha, y de cualquier otro tema que hoy esté dominando la conversación política en México, quienes estamos en edad de votar y con credencial de elector vigente emitida por el Instituto Nacional Electoral, necesitamos asegurarnos de cuál de esas dos mujeres será capaz de ir cerrando ese abismo de manera segura y lo más rápidamente posible.
Es necesario destinar enormes cantidades de dinero para que sean invertidas en infraestructura. Algunos pueden decir que eso ya se está haciendo con las obras emblemáticas del gobierno federal: El tren maya, la Refinería Olmeca en Dos Bocas, el Corredor Transístmico, el Plan Sonora de Energía, sin embargo conviene destacar nuevamente que esas obras carecen de planeación adecuada, con muy dudosa justificación de su viabilidad técnica, financiera, social y ambiental en la mayoría de los casos, y con una ejecución atropellada, violando normas, leyes y evadiendo requisitos, todo con tal de satisfacer caprichos personales.
A pesar de las enormes cantidades de dinero público que se está invirtiendo en ellas, en realidad no contribuirán a cerrar la brecha de infraestructura, sino que por el contrario, podrían estarla ensanchando aún más, ya que podrían quedar ociosas en el corto plazo o inclusive no concluirse. Mientras tanto, poner todos los recursos de nuestro país en ellas, ha ocasionado que se abandonen muchos otros proyectos igualmente o más necesarios, se ha dejado de brindar el debido mantenimiento a la infraestructura carretera, está en riesgo la suficiencia energética en muchas regiones, y cuando por fin se pretenda atender esas acciones, será mucho más difícil y costoso.
Tanto Xóchitl Gálvez, como Claudia Sheinbaum, o cualquier otro candidato que surja en el camino, debería rodearse desde hoy de un equipo de personas muy capaces que trabaje fuertemente en desarrollar un Plan Nacional de Infraestructura que atienda los temas más críticos, que desarrolle una red logística que favorezca la productividad de las empresas mexicanas, que garantice contar con suficiente y adecuada energía a precios competitivos, que sea limpia y renovable para atender el compromiso de descarbonizar la economía mexicana en concordancia con los compromisos internacionales. Y necesitan convencernos de que serán capaces de cerrar esa enorme brecha de infraestructura que México no merece padecer.