Eduardo Lliteras Sentíes .- Cunde el pesimismo en Roma entre algunos ambientes periodísticos sobre la salud del Papa: es un bache del que parece no va a poder salir en ésta ocasión. De tal manera, se abren escenarios inciertos, como la posible dimisión o inclusive, de agravarse sus condiciones de salud, la misma muerte. Ciertamente no es una situación sencilla por la que atraviesa el Papa, un hombre de 88 años que sufre problemas respiratorios desde muy joven, cuando perdió parte de un pulmón derecho por un principio de tuberculosis. Que padece episodios de asma y que desde su hospitalización el 29 de marzo de 2023, cuando se sintió mal después de una audiencia general, ha tenido recaídas como la que atraviesa ahora en que cumple 19 días hospitalizado, es decir, la hospitalización más larga que ha tenido que afrontar a la fecha.
Evidentemente si el Papa no logra estabilizarse en el hospital, mucho menos lo hará en el Vaticano. La realidad es que padece de una bronquitis crónica, y la terapia con cortisona que precedió a la hospitalización, y que pretendía facilitar la respiración, bajó las defensas inmunitarias y favoreció la "infección polimicrobiana" que afectaba a ambos pulmones y que se dice ha sido eliminada, hasta ahora.
Sin embargo, ayer, después de que el Vaticano oficialmente informó que el Papa por la mañana se despertó después de una noche tranquila, tras dormir bien, desayunar, leer periódicos y comenzar con sus terapias, tuvo una recaída de nueva cuenta: «La acumulación de moco es consecuencia de la neumonía bilateral, una reacción por parte de los bronquios y los pulmones que acumulan moco para eliminar las bacterias. Se genera entonces un espasmo, una constricción: respira con mayor dificultad y trata de expulsar lo que hay dentro." Dicho episodio fue precedido de otro también grave de broncoaspiración.
Hay que resaltar que el Papa, lejos de quedarse dormido e inmóvil en el departamento de los Papas en el Hospital Gemelli de Roma ha seguido no solo realizando nombramientos sino escribiendo. Ayer, en su mensaje a la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida mencionó el término policrisis y explicó que "evoca la gravedad de la coyuntura histórica que estamos viviendo, en la que confluyen guerras, cambio climático, problemas energéticos, epidemias, fenómenos migratorios y la innovación tecnológica. La combinación de estas dificultades, que afectan simultáneamente a diferentes dimensiones de la vida, nos lleva a preguntarnos acerca del destino del mundo y de nuestra comprensión del mismo".
El Papa Bergoglio hizo énfasis en la necesidad de defender las instituciones globales, como la ONU: "ante una crisis compleja y planetaria, estamos solicitados a valorar los instrumentos que tengan un alcance global. Lamentablemente, debemos constatar una progresiva irrelevancia de los organismos internacionales, que se ven minados también por actitudes miopes, preocupadas por proteger intereses particulares y nacionales. Y, sin embargo, debemos seguir comprometidos con determinación en favor de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria y la defensa segura de los derechos humanos fundamentales» (Carta enc. Fratelli tutti, 172). De esta manera se promueve un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable (cf. Exhort. ap. Laudate Deum, 35). Se trata de una tarea urgente que concierne a toda la humanidad".
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