Darío Flota Ocampo, secretario de Fomento Turístico de Yucatán, en declaraciones a medios dijo que Sisal podría perder el logo de “Pueblo Mágico” ya que la población local no lo quiere. Por el contrario, el membrete de mágico en realidad ha sido una pesadilla que les impusieron los burócratas y gobiernos anteriores de Andrés Manuel López Obrador y Mauricio Vila Dosal. En diciembre de 2020 fue nombrado Sisal “Pueblo Mágico” con bombos y platillos de la entonces secretaria de turismo de Yucatán, Michelle Fridman, quien se dedicó a abanicar sus intereses, desviar recursos, viajar a costa del erario público yucateco y denigrar a la población de Yucatán. La realidad es que habitantes de Sisal han manifestado que el nombramiento fue una imposición “desde arriba”, sin consulta previa ni participación de la comunidad.
El funcionario estatal reconoció que el éxito de dicho logo no depende solo del nombramiento, sino de la apropiación comunitaria, la implementación de estrategias de desarrollo y promoción sostenibles, y de beneficios reales para la población, los que nunca se vieron desde que la ex titular de Fomento Turístico, Michelle Fridman, impuso dicho nombramiento durante el nombramiento del gobernador Mauricio Vila Dosal sin invertir en la infraestructura local ni consultar a la población: “No se puede imponer una categoría si la comunidad no la hace suya”, subrayó.
El puerto de Sisal está ubicado en la costa del municipio de Hunucmá. Es el único Pueblo Mágico de playa en Yucatán y escenario de violentos conflictos por la tierra y de un boom inmobiliario que se ha traducido en la irrupción de empresas, extranjeros y personas de otros estados que han desplazado a la población y que están ejerciendo una presión creciente en los recursos de la zona además de los servicios de muy mala calidad.
Tras tres años de su inclusión en el programa federal durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el membrete no se ha traducido en una mejora visible de las condiciones económicas o sociales de la población autóctona, por el contrario, se ha generado aumento de precios y una presión turística no acompañada de inversión ni ordenamiento.
Como parte de la propaganda pagada por Fridman y el gobierno federal en medios y panfletos de la Ciudad de México y locales se llegó a afirmar que “el obtener el distintivo como Pueblo Mágico otorgado por la Sectur Federal, coadyuva al desarrollo social y económico de un destino, ya que este, trae beneficios como la inversión de recursos, los cuales servirán para ampliar y mejorar aspectos de dicho pueblo, que van desde la apariencia de las fachadas, la capacitación de los comercios, los artesanos y la gastronomía, así como la creación y mejoramiento de los productos turísticos locales, que, a su vez, se convertirán en detonadores de la economía local y regional”.
Se presumía que “gracias a los nombramientos de Pueblos Mágicos con los que cuenta el estado, a partir del 2019 y con el apoyo directo de la iniciativa privada, se realizó la inversión a 81 proyectos turísticos totales, de los cuales 59 ya se encuentran en operación, representando una inversión de casi 3 mil 300 millones de pesos, que a la par se traduce en el desarrollo de casi 10 mil empleos directos e indirectos, en estas localidades, mientras que 22 aún se encuentran en etapa de planeación y construcción”.

