Eduardo Lliteras Sentíes.- El ataque desencadenado por Israel contra Irán entró en su quinto día con tres variables que podrían tener un impacto histórico y dramático en el devenir mundial: el ingreso en el conflicto militar de Estados Unidos formalmente (porque informalmente ya lo está, con su apoyo tanto militar como financiero y en materia de inteligencia); el uso de armas atómicas por parte de Israel para destruir Teherán; y tres: matar el ayatollah, Ali Jamenei, en la búsqueda de cambio de régimen, lo que niegan Tel Aviv y Washington, pero que en realidad están impulsando activamente.
En efecto. El presidente Donald Trump abandonó la cumbre del G7, dejando plantada a la presidenta mexicana y su equipo los que debieron haber llegado un día antes a Canadá, pero prefirieron viajar en avión comercial para escenificar un show propagandístico, fracasando en su principal y vital encuentro con el mandatario estadounidense. Posteriormente Trump se reunió con su equipo de seguridad nacional en la llamada “Sala de Situación” de la Casa Blanca para presuntamente decidir el siguiente paso en la política estadounidense respecto a la guerra entre Israel e Irán, luego de que Washington engañó a los iraníes fingiendo que existían negociaciones serias para llegar a la paz con la nación persa, mientras tras bambalinas daba el sí al bombardeo por sorpresa llevado a cabo por el gobierno de Benjamín Netanyahu.
Trump, por lo pronto, ya amenazó a toda la población civil de Teherán, al llamarlos a desalojar la capital iraní lo antes posible y parafrasear la posibilidad, en cualquier momento, de asesinar a Ali Jamenei.
Asimismo, funcionarios estadounidenses indicaron que Trump está considerando seriamente declarar la guerra y lanzar un ataque con las bombas más potentes de su arsenal contra las instalaciones nucleares iraníes, en particular la instalación subterránea de enriquecimiento de uranio en Fordow, con fines civiles, hasta ahora. Mientras tanto, Israel sigue matando a los líderes militares iraníes —el último en caer fue el nuevo Jefe de Estado Mayor Ali Shadmani, nombrado hace apenas cuatro días—.
Los ataques israelíes oficialmente han matado al menos a 224 personas desde el viernes, muchas civiles, incluidos niños, en Irán. Por su parte, Irán ha respondido lanzando más de 400 misiles y cientos de drones contra Israel. Hasta el momento, 24 personas han muerto en Israel y más de 500 han resultado heridas. Muchas, también civiles.
La justificación del gobierno de Netanyahu para lanzar un “ataque preventivo” para eliminar la infraestructura nuclear iraní –civil para generar energía, la que se confunde en la opinión pública occidental con alevosa intención con el objetivo de desarrollar armas atómicas, las que sí tiene Israel en un número que oscila entre las 80 y 300 ojivas, según la información disponible– esconde el objetivo de eliminar el principal obstáculo al proyecto geopolítico del Gran Israel en Medio Oriente que incluye borrar del mapa a los palestinos de Gaza y someter a todos los países de la región a los intereses económicos del eje Washington-Tel Aviv- Bruselas-París-Londres. El reciente viaje de Donald Trump a Arabia Saudita y los acuerdos con la casta saudita, forman parte del diseño geopolítico que tanto le gusta al presidente estadounidense: negocios privados con recursos públicos.
La guerra genocida por el dominio en la cuenca del Mediterráneo evidencia la realidad geopolítica del siglo XXI: la lucha por la hegemonía global de la potencia estadounidense y el mensaje de que no se tolerará que nadie se rebele a su dominio unipolar, en un mundo crecientemente multipolar, aún al costo de borrar del mapa a millones de seres humanos. El silencio cómplice de numerosos líderes del planeta provoca no sólo nausea, sino terror, ante la criminal mente de quienes se disputan el dominio global.
Por último, hasta ahora, China y Rusia no han pasado fundamentalmente de declaraciones condenando el ataque israelí contra Irán. Y difícilmente se prevé se involucren más, a pesar del impacto deletéreo que tendrá para los BRICS la caída de Teherán y para China en particular en materia energética. Moscú lanzó el ataque más brutal contra Kiev desde el inicio de la invasión de Ucrania, presionando aún más en ese frente; no puede involucrarse en otra guerra.
Por lo pronto, si bien se especula que el conflicto podría alargarse con una batalla en los cielos, la intervención de los Estados Unidos con sus aviones y bombas tiene precisamente el propósito de evitar más daños a Israel, que ya está sufriendo los golpes. Y romper el alargamiento del conflicto.
Otra posibilidad es que caiga el gobierno iraní y sea reemplazado por un títere como ocurrió recientemente en Siria. Pero la realidad iraní pareciera más compleja y sólida, pero nada es descartable.
Irán, no es Siria y quizá tampoco Irak, mientras algunos caldean el fin de Ali Jameni, al estilo de Saddam Hussein.
En éste contexto, México, se ve disminuido y empequeñecido, sin liderazgo ni presencia internacional. Y en constante riesgo ante las amenazas diarias de los líderes fascistas del otro lado, como la del hijo de Donald Trump, Eric Trump, quien comparó el conflicto de Israel e Irán con la relación entre México y EE.UU. y aseveró que si México atacara con misiles a EE.UU., “serían decapitados en 4 segundos”.