Eduardo Lliteras Sentíes.- Nada más asumir el poder, el presidente Donald Trump, con su habitual grandilocuencia y tono insoportablemente pagado de sí mismo, que tanto aman sus seguidores, declaró que su segundo mandato será una nueva “edad de oro” para el país de las barras y las estrellas.
Trump no dice nada nuevo. En realidad se inspira en la pretendida Edad de Oro de postguerra estadounidense, retratada por el escritor Gore Vidal, precisamente en su obra “La Edad de Oro” (The Golden Age). En dicho libro, que leí hace años, con el sello Mondadori, el escritor que creció en los pasillos de la Casa Blanca y que optó por exiliarse en su reducto de ensueño en la costa Amalfitana en Italia, narraba cómo Estados Unidos con su victoria en el teatro asiático y europeo (gracias a los rusos), se convertía de facto en un imperio. En el heredero del imperio británico.
Para ello, el presidente Franklin D. Roosevelt ideó la manera de convencer a los reluctantes estadounidenses a declarar la guerra a los japoneses fingiendo no saber sus planes para atacar Pearl Harbor, mientras todos sus movimientos buscaban provocar a Japón, y rechazar cualquier propuesta de paz hecha por los nipones.
“En fechas tan tempranas como enero de mil novecientos cuarenta y uno, el señor Roosevelt recibía informes completos de los movimientos de la flota japonesa en el Pacífico. Siguió recibiéndolos justo hasta Pearl Harbor. Sigo trabajando en la cronología. La administración ya ha admitido que esperaban una ofensiva japonesa, no en Pearl Harbor, que es la razón por la que ahora dicen que no advirtieron a los comandantes locales. Pero al menos veinticuatro horas antes de la ofensiva sabían que una gran flota japonesa avanzaba por el Pacífico norte. También es posible que hubieran estado al corriente de ello varias semanas antes” (Página 278).
A mí, personalmente, eso me lo confirmó Gore Vidal en Roma, durante la presentación de un libro sobre las guerras sin fin de la potencia americana. Con su sonrisa de pastel me dijo que Roosevelt siempre supo del ataque a Pearl Harbor, pero lo dejó hacer porque era la única manera de convencer a la opinión pública de su país que había que entrar en guerra contra Japón.
La novela inicia en el año de 1944 con los Estados Unidos divididos entre intervencionistas y quienes querían mantener a su país alejado lo más posible de la guerra en Europa. Los personajes principales del libro investigan las intrigas políticas de Roosevelt, descubriendo que el ataque a Pearl Harbor se pudo haber evitado y que la ofensiva de Japón fue provocada por los Estados Unidos.
Con el fin de la guerra se suponía vendría una era de oro para los estadounidenses. Pero no sucedió. Y ahora Trump promete otra era dorada, la que lo será seguramente para él y sus familiares y sus principales aliados de los gigantes tecnológicos como Elon Musk. Qué duda cabe.
Por lo pronto, muchos en México lanzaron un suspiro el día de hoy luego de que una eufórica presidenta dio a conocer que Trump nos perdonó la vida por un mes. Esperando, claro, que ponga fin a su amenaza de imponer aranceles a los productos que México envía a Estados Unidos.
La mazada que Trump alzó sobre la cabeza de México puso en evidencia la total dependencia y fragilidad de nuestro país, por si a algunos les cabía duda. 80 por ciento de nuestras exportaciones van para el otro lado. Y el golpe de Trump, de haberse cumplido, pondría al gobierno morenista en una crisis de la que con dificultad podría salir entero.
Pero, ¿es tiempo de echar las campanas al aire? Bueno, se espera que el gobierno de extremistas supremacistas llegue a un acuerdo con la administración mexicana, aunque aún no se conocen los alcances de los acuerdos y de las exigencias de Trump.
Ya se sabe que 10 mil soldados mexicanos deberán ser desplegados, por exigencia de Trump, en la frontera del norte, del lado mexicano. Eso tendrá un coste para el gobierno mexicano. Y México no dispondrá de esos elementos para combatir a los narcos en el resto del país. Claro, quizá sea mejor que estén allí, ante la presencia militar estadounidense del otro lado. Falta ver con qué resultados, en materia de migración y de combate al narco, en la frontera mexicana. Esperando no haya roces con las tropas gringas que ya andan cruzando a México cada que les da la gana.
Pero hay que insistir, ¿podemos ya dormir tranquilos, a pierna suelta? Es difícil, ya que Trump en un mes, dos, cinco o un año puede volver a amenazar y quizá sí imponer aranceles arguyendo otros motivos, como la acusación de “narco gobierno”, calumnia -como dijo la presidenta- que no ha sido retirada, por cierto, por Trump.
Y claro, se habrá perdido el momento, la coyuntura de quizá actuar en sintonía con el gobierno canadiense para retroceder algo o hacer medianamente razonar al gobierno estadounidense de ultras. De esta forma, México se rindió muy rápidamente, lo que festina Trump. Muchos aconsejaron no imponer aranceles, y la presidenta no lo hizo, y quizá fue lo mejor. El problema es que el gobierno Trump apenas inicia, tiene escasas semanas de haberse estrenado. Y ya demostramos ser no sólo muy vulnerables, sino listos a doblarnos al primer amago. Bienvenidos a la era de oro de Trump.