Hay que caminar un largo tramo por la playa para llegar a la zona de vegetación costera, arena y mar donde fueron hallados los restos de una persona en el mes de mayo de 2019 en la población yucateca de El Cuyo. Se trata de unos 4 kilómetros desde el muelle de la población costera yucateca, que surge sobre un banco de arena cubierto de vegetación colindante con el Estado de Quintana Roo, rodeado de agua salobre y marina.
Caminando por la playa, bajo el duro sol, se encuentra uno frente a un vado o depresión del terreno de unos 50 centímetros de profundidad, repleto de las plantas comunes de la costa yucateca: chamiso, verdolaga de playa, bejuco de playa, chechén negro, palmera plateada, uva de playa entre otras. Allí, entre las plantas, a unos 20 metros del mar, fue donde se hallaron los restos humanos.
Por la zona, ya no hay casas, ni hoteles de los nuevos que están comenzando a proliferar gracias a la complacencia (por no decir corrupción) de la autoridad municipal de Tizimín, ya que El Cuyo no cuenta con los servicios para convertirse, como algunos quieren, en una réplica en Yucatán de Holbox, con todas sus lacras como la contaminación y el desastre ecológico-social.
UN LUGAR ESCONDIDO, PARA DEJAR UN CADÁVER
Se trata de una zona aislada, remota, de la población de El Cuyo, de por sí escondida, donde no se ven personas con frecuencia, ni bañistas ni turistas. Algunos nidos de tortuga se encuentran señalados pasos atrás, pero ni siquiera las embarcaciones de los pescadores del puerto se ven en el horizonte. El lugar está solo y únicamente se escucha el batir constante del oleaje en la playa.
Caminar no es la única manera de llegar al sitio donde se halló la osamenta el 2 de mayo de 2019, junto con algunas prendas y una cabellera color castaño, ya muy descompuesta.
Se puede llegar por un camino de arena estrecho, por el que pasa un auto difícilmente, ya que la vegetación, tupida, se cierne sobre el vehículo. Y no hay manera para hacerse para un lado si viene un vehículo en sentido contrario. Dicho camino se encuentra en el corazón de la vegetación que en ese lugar se espesa.
Sin embargo, hasta allí llegaron los peritos de la Fiscalía General del Estado, elementos del Ejército y de la Guardia Nacional el día 2 de mayo de 2019, en que una persona notificó en la comisaría que había encontrado unos restos humanos.
DIVERSAS VERSIONES SOBRE EL MACABRO HALLÁZGO
En la columna anterior publicada en Infolliteras.com sobre esta misteriosa osamenta mencionamos que se hallaron el 70 por ciento de los huesos según versiones no oficiales.
Asimismo, comentamos que según el comisario, Jesús Callejas Soto, fue una “turista nacional (y su pareja)”, la que hizo el macabro hallazgo “al acudir a hacer una necesidad entre las plantas”, según mencionó, aunque por allí, como señalamos, difícilmente se ven personas paseando.
Sin embargo, habitantes de El Cuyo con los que platicamos en dicha población hasta donde viajamos para continuar con la investigación del caso, nos comentaron que no fue “una turista” la que encontró la osamenta, sino un conocido vecino que aún vive en El Cuyo.
En efecto. Para ser más exactos, según los habitantes con los que hablamos, fue un vecino, de nombre Eleazar, o más bien su perro, el que comenzó a ladrar de forma insistente al dar con los huesos y los rastros de la descomposición.
No se sabe qué hacía dicho vecino en esa zona tampoco. Y no pudimos saber más ya que a pesar de que acudimos a casa de Eleazar -con la que dimos preguntando a los habitantes de El Cuyo por la calle-, éste prefirió no hablar más sobre el tema, el que aún genera inquietud o temor entre algunos habitantes, particularmente mujeres, según nos comentaron.
De hecho, a los trabajadores de algunos de los hoteles nuevos se les ha dado la indicación de que estén pendientes de que regresen de noche los huéspedes, desde el hallazgo de los restos humanos.
PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
En éste caso hay numerosas preguntas sin respuestas. Por mencionar algunas, la primera que me vino en mente fue la razón o el motivo, por el que nos mintió el comisario sobre quién fue la persona que halló los restos.
Quizá, alguno dirá, es que tiene muy mala memoria, aunque por lo que se ve, durante la charla que sostuvimos en la comisaría de El Cuyo, su memoria funciona perfectamente, ya que nos relató con lujo de detalles la historia de la zona, un tiempo objetivo de los taladores gringos que saquearon las maderas preciosas como la caoba, cedro rojo, bojón, pucté o palo de rosa, para marcharse después, tras deforestar la selva.
El comisario también mencionó la explotación salinera y la pesca, de la que vivieron por muchos años muy bien los habitantes de El Cuyo, hasta que se acabaron las especies, al grado de que los pescadores en la actualidad escasamente recuperan lo invertido en diésel, carnada y demás, por lo que ahora muchos sueñan con los espejitos del turismo y ya empezaron a vender tierras a especuladores.
Pero regresando al tema de la osamenta, como señalamos en la anterior columna, lo extraño del caso, es que tampoco existe expediente alguno sobre dichos restos en la Fiscalía General del Estado de Yucatán. Ni tampoco en la Fiscalía General de la República, la que nos señaló que la autoridad competente en el caso es la fiscalía estatal. En pocas palabras, nadie sabe qué fue de esos restos, increíblemente. No hay investigación alguna abierta, al menos. Y no hay explicación alguna.
Como dijimos, hay muchas interrogantes sobre éste caso. En la escena, según lo que sabemos, no se halló supuestamente documento alguno que pudiera ayudar a identificar a la persona, que todo indica era una mujer.
La versión más socorrida de los lugareños “es que podría tratarse de una mujer cubana”, muerta y abandonada en el lugar, debido a que en esa zona apareció un grupo de balseros tiempo antes del hallazgo del esqueleto, o de lo que quedaba de los restos, según comentan.
Sin embargo, el lugar parece muy propicio para abandonar a una víctima de feminicidio, con todo el objetivo de deshacerse del cadáver. Aislado, escasamente frecuentado por personas. En una zona donde hay animales silvestres y donde el clima rápidamente ayuda en la descomposición.
Claro, alguno mencionó que podría tratarse de una “turista”. Aunque, hasta la fecha, no se sabe de reportes de turistas desaparecidas en esa zona, por esas fechas.
Por lo menos resulta muy sospechoso el que dicho cadáver se encontrara en un lugar remoto, de la de por sí aislada población de El Cuyo, cada día más en la mira de turistas de todo el mundo por su belleza natural y de inversionistas sin escrúpulos.
Por lo menos, es bastantes claro que dicho cadáver no llegó sólo hasta allí. Ni tampoco fue arrojado hasta ese lugar por las olas del mar. Alguien o algunos, lo abandonaron, con todo propósito, llevándose documentos de identidad. Quizá con el propósito de que nadie pudiera identificarla.