Redacción.- El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal; no todo se resuelve con la libertad de mercado, advierte en el Papa en su nueva encíclica que ha causado enojo entre los sectores de la oligarquía mundial por la crítica a su modelo de explotación y a su ideología. En la tercera encíclica de su pontificado, “Fratelli tutti”, el Papa Francisco llama a la humanidad entera a descubrir en el amor una fuerza que debe transformar las relaciones internacionales, la política, la economía y la cultura.
“Fratelli Tutti” (Hermanos Todos) es la tercera encíclica del Papa Francisco. El documento “Sobre la Fraternidad y la Amistad Social” tiene 8 capítulos y llama a la humanidad entera a descubrir en el amor una fuerza que debe transformarlo todo .
“El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. Por una parte, es imperiosa una política económica activa orientada a «promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial»,para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos”, advierte el Papa.
“La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos. Por otra parte, «sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado»”.
Afirma el Papa que el fin de la historia no fue tal, y las recetas dogmáticas de la teoría económica imperante mostraron no ser infalibles. La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos».
Francisco insiste: Me permito volver a insistir que «la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia»
Dice también que aunque haya que rechazar el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia, «no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual». Al contrario, «necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis».
Hay reglas económicas, dice el Pontífice, que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral.16 Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que «nacen nuevas pobrezas». 17 Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual
En el primer capítulo, el Santo Padre realiza una dura crítica al estado actual de las relaciones internacionales, regionales e interpersonales, lamentando que “la historia da muestras de estar volviendo atrás”
Respecto a la pandemia, el Papa señala que antes del coronavirus, el mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los “costos humanos”, y algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado. Pero el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. Hoy podemos reconocer que «nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad.