Redacción / Con información de Didier Madera.- El grave problema de los encharcamientos e inundaciones registrados en Mérida empeorarían debido al cambio climático que prevalece en la Península de Yucatán además que aún está vigente la temporada de ciclones tropicales, coincidieron especialistas.
El cambio climático ya cobra la factura a los yucatecos, resaltaron al establecer que el Estado sufrió tres años de sequía para ahora padecer de inundaciones, y lo más grave aún, fenómenos que antes tardaban hasta cinco décadas en reaparecer ahora se vivieron en tan sólo cuatro meses.
Asimismo, descartaron que las inundaciones que se padecen en numerosas zonas habitaciones de Mérida sean consecuencia de una mala planeación, cuando en realidad se trata de fenómenos naturales inéditos para Yucatán, si bien hay que señalar que reconocieron que había antecedentes de la saturación del manto freático con el huracán Isodo, pero esto no se tomó en cuenta ni se previó. Por el contrario, el boom inmobiliario en Mérida avanzó acabando con los bosques que rodeaban Mérida y ahora los asentamientos urbanos sin parques ni vegetación se convierten en lagunas.
Desde 2018, en Yucatán predominó la sequía, provocado los niveles de agua más bajos del manto freático, situación que concluyó de manera tajante en mayo, y ahora predomina un exceso.
El especialista en Ciencias Atmosféricas por la Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos, Juan Ernesto Vázquez Montalvo, recordó que en 1955, el huracán Hilda provocó lo que históricamente se conoce como “la gran inundación de Mérida”.
Los estudios científicos revelan que al menos en Yucatán “los eventos meteorológicos máximos – extremos se repiten en corto tiempo, que varía de entre 25 a 50 años”, conceptos establecidos antes del impacto del cambio climático.
Sin embargo, la regla se cumplió con el paso del huracán Isidoro, en 2002, es decir, luego de 52 años de Hilda, y el meteoro provocó una precipitación pluvial de 250 milímetros de lámina de agua, expresó el también jefe del laboratorio de Hidráulica e Hidrología de la Facultad de Ingeniería Civil (FIC) de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
“Isidoro provocó el cambió el reglamento, por lo que toda la infraestructura debía soportar un evento de 250 mm”, acotó durante la conferencia de prensa denominada “Condiciones acuíferas en la Península de Yucatán”.
Luego de 18 años, tras el paso de Isidoro, nuevamente se registra un doble fenómeno natural que provocó serios problemas de inundaciones en el Estado.
Primeramente, la tormenta tropical Cristóbal, del 31 de mayo al 6 de junio pasado, provocó que la precipitación pluvial registrada en el Estado durante seis días fuera de 453.1 mm, o su equivalente a litros por metros cuadrados, mientras que en Mérida fue de 600 mm.
Cuatro meses después, del 1 al 7 del mes en curso, ahora se resiente los efectos del sistema frontal número 4, los cuales, se combinaron con la tormenta tropical Gamma y el huracán Delta, dejaron una precipitación pluvial de 300.
“El cambio climático nos está ganando, en cuanto al retorno de los eventos extremos, pues de un lapso de 18 años ahora pasó a cuatro meses, por lo que es necesario cambiar los diseños para construir a mayor problemática que pueda ocurrir”, subrayó.
Por su parte, el especialista de Hidráulica e Hidrología en la Universidad Marista de Mérida, Jorge Alfonso López González, aseveró que el impacto de Cristóbal, Gamma y Delta son fenómenos naturales inusuales que superaron todo registro científico.
Anualmente, la precipitación pluvial en el Estado es de mil 217.5 litros por metro cuadrado, y el promedio de Mérida es de 950 mm de lámina de agua, pero con los tres ciclones, en una quincena se registró 900 mm, es decir, “hubo un máximo de máximo”.
Ante las numerosas preguntas de los comunicadores de que si las inundaciones registradas en diversos fraccionamientos meridanos fue a consecuencia de un error o porque no se acató el reglamento, el experto comentó que “no hay una mala planeación, ningún edificio se cayó, sólo hubo un gran encharcamiento”.
Resaltó que “la obra civil se realizó conforme a los cánones establecidos, pues está arriba del nivel del terreno”.
Sin embargo, existen disyuntivas con respecto a los encharcamientos, tal el caso de la existencia de jardines así como parques en dichos fraccionamientos, los cuales permitan la filtración del agua hacia el manto freático.
Asimismo, el estudioso en hidrogeología kárstica y modelación matemática del flujo subterráneo, Ismael Sánchez Pinto, expresó que en Yucatán hay una gran heterogeneidad del subsuelo, y aunque la roca es caliza, esta varía en sus propiedades en todas las zonas.
La capacidad de absorción de Mérida varía de tres a 20 litros por segundo, y para resolver el problema de los encharcamientos es necesario hacer pruebas de absorción para saber la capacidad de filtración del terreno.
“En una misma zona podrían haber dos pozos, pero habrá uno que absorberá mucho pero en el segundo será poca la absorción”, abundó en conocido hotel del Centro Histórico de Mérida.
Además, hay que tomar en cuenta que los encharcamientos serán más frecuentes en el Norte de Mérida, dado que la profundidad del manto freático es mayor en el Sur de la ciudad con respecto al otro punto.
Además, el manto freático presenta un declive que va del suroeste al noreste de la ciudad capital, pues en el Sur el espejo de agua está a una profundidad de 10 metros, mientras que en el Norte está a seis metros.
“Mientras que más cerca vayamos al Norte, con dirección a Progreso, será menor la profundidad del manto freático”, concluyó el académico de la FIC de la UADY.