Redacción / Didier Madera.- La contaminación que generan las caleras, las cementeras y las granjas se agrava aún más a consecuencia de las fuertes lluvias registradas por el paso de la tormenta tropical Gamma y el huracán Delta, afirmó el especialista de Hidráulica e Hidrología en la Universidad Marista de Mérida, Jorge Alfonso López González.
Comentó que desafortunadamente, la situación se torna más dañina con las sascaberas abandonadas, pues estos antiguos bancos de extracción de material de construcción sirven como basureros, y afecta notablemente el manto freático.
Todas las partículas y micropartículas que generan las caleras y cementeras establecidas en la entidad se filtran al subsuelo y son transportadas por el manto freático hasta los humedales, y posteriormente, al mar.
Por ende, sustentó las denuncias que hay parte de los pobladores de Flamboyanes, comisaría de Progreso, en contra de la Planta Progreso de Cementos Fortaleza, así como los de Chocholá por la construcción de la calera Oxxica y del banco pétreo de la constructora Proser, e incluso, de vecinos de Umán, por la planta de molienda de Cementos Holcim México.
Las fuertes lluvias registradas en los últimos cuatro meses han provocado que las sascaberas estén inundadas, y a pesar que no se puede sacar material de construcción, es notable la contaminación al manto freático.
La problemática empeora cuando estas oquedades están abandonadas y la profundidad es mayor a la permitida, ya que se convierten en basureros clandestinos.
Incluso, la lluvia arrastra con todo tipo de basura y la acumula en estos depósitos artificiales, se convierten en verdaderos focos de infección.
“En la antigüedad no había reglamentos para regular la profundidad que deben de tener los bancos para material de construcción”, pero ahora hay una mayor vigilancia.
En el caso de las cementeras, las partículas y micropartículas se dispersas al ser transportadas por el aire y en algún momento llegan al suelo y cuando llueve, estas se filtran por el subsuelo.
En el caso de las granjas porcícolas, éstas deben de contar con un drenaje de aguas residuales, cuya contaminación se generará si esta es superficial.
López González consideró de inviable la construcción subterránea del Tren Maya, para el tramo de Mérida, pues se inundaría constantemente, a menos que se sellen los alrededores, tal como ocurre con el metro de la Ciudad de México.
“Cuando se hace una oquedad, en el caso del Norte de Mérida, a una profundidad de cinco metros, es como si se hubiera abierto una piscina pero con la recarga natural del acuífero”, acotó.
Finalmente, en torno a la inundación del paso deprimido, por las circunstancias políticas se hizo rápido y no hubo una planeación adecuada, es decir, se hizo al vapor”.