Eduardo Lliteras Sentíes / Foto: vía vídeo.- El 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín, o iniciaba su demolición por parte de la población. La euforia y la propaganda hicieron el resto. Después vino la realidad, el desempleo, la miseria, la migración, el desencanto con el maravilloso mundo de Europa occidental. Más de 30 años después se multiplican los muros, en los confines de la Unión Europea, pero también dentro. Peor aún, el gobierno polaco de extrema derecha se apresta a demoler el edificio jurídico de la Unión Europea luego de la decisión del Tribunal Constitucional polaco que rompe la primacía del derecho comunitario frente al nacional, iniciativa respaldada por el gobierno polaco del ultraconservador Mateusz Morawiecki y que ha sido publicada oficialmente.
Según el tribunal, varios artículos de los tratados de la Unión Europea (y firmados por Polonia) son inconstitucionales en su país. Analistas puntualizan que el gobierno polaco se apresta a provocar una implosión de la Unión Europea al hacer estallar uno de sus pilares fundamentales: la primacía del derecho comunitario sobre el nacional.
De tal manera, tras la resolución del Tribunal Constitucional de Polonia, el derecho polaco tendría primacía sobre el derecho de la Unión Europea, y los tribunales polacos ya no podrán remitir infracciones del derecho de la Unión Europea en Polonia al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Es así como el partido ultraconservador Ley y Justicia, “PiS” por sus siglas en polaco, metafóricamente se está meando sobre el edificio construido desde la post guerra por los europeos, deriva que amenaza provocar con su destrucción.
Eve Geddie, directora de la Oficina de Amnistía Internacional ante las Instituciones Europeas, afirmó al respecto “que es otro día aciago para la justicia en Polonia. Con esta resolución, el Tribunal Constitucional decide en la práctica que el derecho polaco se antepone al derecho de la Unión Europea, y cuestiona la capacidad de la Unión Europea para proteger los derechos humanos y el Estado de derecho dentro de sus Estados miembros. La sentencia forma parte de una lucha general por la independencia de la judicatura en Polonia”.
A esta crisis abierta por Varsovia se sumó el gobierno ultra derechista húngaro de Viktor Orbán quien salió a apoyar a su homólogo polaco con un decreto. Según dicho decreto del ultranacionalista, Viktor Orbán, “la supremacía del derecho comunitario solo existe en el caso de los asuntos donde la Unión Europea cuenta con competencias determinadas por los Tratados (Europeos)”.
Esta crisis institucional tiene lugar en el contexto de la creciente marejada del extremismo derechista, neo fascista y neo nazi, en Europa, como se observa en Italia, donde en días pasados, cabalgando el descontento de ciertos sectores con el llamado pasaporte verde (pase obtenido por los vacunados contra el coronavirus), organizaciones identificadas claramente con el neo fascismo intentaron tomar la sede del gobierno italiano y destruyeron la sede del sindicato Cgil, en una acción que buscaba emular la toma del Capitolio estadounidense del 21 de enero pasado por parte de las hordas trumpianas.
De allí que no sorprenda la creciente reacción anti migración, en medio de la crisis social, energética y económica, post Covid.
En días recientes doce los países de la Unión Europea escribieron a la Comisión Europea y a la Presidencia rotatoria eslovena de la Unión Europea para pedir nuevas herramientas “para proteger el fronteras exteriores de la Unión ante los flujos migratorios y para poder financiar la construcción con cargo al presupuesto de la Unión Europea de vallas y muros.
Muchos países temen una ola migratoria proveniente de Afganistán por lo que están reforzando o erigiendo nuevos muros o barreras en sus fronteras.
Eslovenia decidió erigir barreras en su costa, en parte de la frontera con Croacia y continuará haciéndolo.
En el presente ya existen mil kilómetros de alambre de púas que rodean la llamada fortaleza europea que equivalen a unas seis veces la extensión que tenía el Muro de Berlín. Esos mil kilómetros fueron erigidos después de 2015, cuando más de un millón de sirios que huían del la guerra, en la que han participado las potencias europeas como Francia, aparecieron en las puertas del Viejo Continente.
Los países balcánicos y de Europa Oriental están particularmente aterrados con la posibilidad de una nueva ola migratoria proveniente de Afganistán tras la salida de Estados Unidos y sus socios europeos de dicho país, el que ocuparon y destruyeron a lo largo de 20 años.
El último muro en ser completado es el que construyó el gobierno griego durante el verano pasado en la frontera con Turquía. Se trata de una barrera con un sistema de vigilancia militar de alta tecnología que está compuesto por drones, cámaras de video térmicas y radares con una extensión de 40 kilómetros.
La barrera – que se suma a los 400 Agentes fronterizos empleados en el mar – fue erigida luego de que el gobierno de Atenas acusó al gobierno turco de Ankara de facilitar los flujos de migrantes como instrumento de presión política.
Asimismo, el parlamento de Vilnius, Lituania, autorizó la construcción de 508 kilómetros de barrera que separará permanentemente al país de su antiguo vecino soviético, Bielorrusia. Se espera que el muro esté terminado a fines de 2022. Por su parte Varsovia, Polonia, ya ha enviado 900 soldados a su frontera con Bielorrusia y anunció que a su vez planteará un muro en la frontera de dos metros y unos 130 kilómetros de largo. El trabajo se parecerá al muro construido por Hungría a lo largo de su frontera con Serbia. Además, Hungría ha erigido más de 500 kilómetros de valla a lo largo de la frontera con Croacia. Por su parte Austria ha construido un muro de 3 kilómetros con Eslovenia país que a su vez ha planteado erigir otro de 200 kilómetros con Croacia.
Todo esto sin olvidar las barreras (muros, alambre de púas, policías y soldados armados) existentes en las posesiones españolas en África, Ceuta y Melilla y financiadas por la propia Unión Europea con 30 millones de euros para bloquear a los migrantes que a través de Marruecos intenta llegar a España o cruzar hacia Europa.
Asimismo, entre Bulgaria y Turquía ya existen unos 200 kilómetros de alambre de púas, torretas con militares y cámaras de video infrarrojos y sensibles al calor.
Por último, no hay que olvidar el muro más mortífero, el del mar Mediterráneo, donde se hagan todos los años migrantes que intentan llegar al “sueño europeo” en barcas. Como vemos, los muros físicos, ideológicos y jurídicos, se multiplican en el seno de la Unión Europea, lo que amenaza con hacerla estallar desde dentro. Plan, por cierto, impulsado por el ideólogo del trumpismo, Steve Bannon, quien inclusive se compró en Trisulti (Collepardo), un monasterio construido en 1204 e inaugurado por el papa Inocencio III en la cima de una montaña a 130 kilómetros al sureste de Roma, Italia, con el propósito de convertirlo en un centro de formación de líderes europeos ultra conservadores.