Redacción.- Los líderes del G20 (de las economías más grandes del mundo) reunidos en Roma acordaron la adopción de un impuesto mínimo global del 15 % a las multinacionales para evitar que las empresas no paguen impuestos en países en que operan. Sin embargo, el mecanismo de cobro se adoptará hasta 2030. Pero el mayor reto de la cumbre será lograr un compromiso compartido contra el cambio climático para que las emisiones cero sean una realidad no más allá de 2050 o 2060 de cara a la próxima COP26 de Glasgow. Aunque las expectativas son muy bajas al respecto.
En efecto. Los líderes de las mayores economías del mundo se reúnen en Roma, Italia, en su primera cumbre presencial desde que comenzó la pandemia, con la notable ausencia del presidente de China, Xi Jinping, su homólogo de Rusia, Vladimir Putin el primer ministro japonés, Fumio Kishida y del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quienes participan por videoconferencia en la reunión con los líderes de Estados Unidos, Europa o India, entre otros.
En la cumbre del G20, Alberto Fernández cuestionó al gobierno de Mauricio Macri y al Fondo Monetario Internacional (FMI) por la deuda contraída entre 2018 y 2019, la cual representa por lejos el préstamo más grande la historia por parte del organismo internacional.
La agenda de la cumbre está centrada en el cambio climático, la recuperación económica tras el Covid-19 y un impuesto corporativo mínimo global así como en los movimientos migratorios globales.
La mayoría de los jefes de Estado y de gobierno que están en la capital italiana irán a la ciudad de Escocia cuando termine la reunión del G20 para la cumbre de cambio climático.
Respecto al impuesto a las transnacionales se explicó que el mecanismo, que se adoptará para 2030, sigue el camino ya trazado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de un sistema sustentado en dos pilares: el primero fija que el volumen del beneficio residual de las empresas (el que queda después de que el país donde esté la sede se haya quedado con el impuesto correspondiente al 10% de la rentabilidad) se repartirá entre los países donde operan las compañías, y el segundo establece un tipo mínimo de sociedades mínimo del 15% para las compañías que tengan una facturación de al menos 750 millones de euros.
El pasado 8 de octubre, la OCDE informó de que 136 países y jurisdicciones, que abarcan más del 90% del PIB mundial sobre los 140 que participan en las negociaciones, acordaron que para el primer pilar la cifra sea del 25% de ese beneficio residual, después de que hasta ahora se estuviera discutiendo entre un rango entre el 20 y el 30%.
Esto se refiere a grandes empresas con una facturación mundial superior a 20.000 millones de euros y una rentabilidad superior al 10%, y el reparto de beneficios se haría entre los países donde cada compañía tiene ingresos superiores a un millón de euros (250.000 euros en pequeños estados).