Redacción.- El Reino Unido decretó luto real hasta siete días después del funeral de la reina Isabel II. Asimismo, se informó que el rey Carlos III se dirigirá este viernes al Reino Unido en su primer discurso como monarca, tras la muerte de su madre, la reina Isabel II. Mediante un mensaje televisado, Carlos III rendirá homenaje a la que fue la reina más longeva de Gran Bretaña y se comprometerá a llevar una vida de servicio. El culto y la propaganda a favor de la realeza británica y al ex imperio militar que va de la mano con el gobierno de ese país explotan muy bien la figura de “frágil anciana” de la monarca recién fallecida. Sin embargo, detrás de esa fotografía de dulce abuelita están las fauces del ex imperio británico, vasallo y aliado de primer orden del imperialismo y militarismo estadounidense y de sus guerras alrededor del globo.
El día de ayer, como fue notorio en medios de todo el mundo convertidos en portavoces de la realeza británica, el Palacio de Buckingham confirmó que la reina Isabel II ha muerto pacíficamente a los 96 años. En el comunicado oficial se informó que el rey y la reina consorte permanecerán esta noche en el Castillo de Balmoral, en Escocia, y volverán a Londres mañana.
La Reina Isabel II murió cuando la nueva Primera Ministra, Liz Truss, llevaba apenas tres días en el cargo, mientras el Reino Unido se enfrenta a las amenazas económicas más graves en una generación, dicen observadores.
La última imagen de la reina Isabel II fue la de su encuentro este martes con la nueva primera ministra, Liz Truss, en la que se vio a la Monarca bastante delicada y con algunas señales que evidenciaban su frágil estado de salud.
Pero no todo es la imagen de una dulce viejita que venden los propaladores del imperio británico y su monarquía: El pasado mes de febrero trascendió una fea noticia, menguada mediáticamente para no enturbiar los actos de celebración del 70º aniversario del reinado de Isabel II: la monarca pagó de su bolsillo el acuerdo extrajudicial para frenar el proceso penal contra su hijo Andrés por abusos sexuales a una menor, en el marco del caso Epstein, sobre el escándalo de tráfico de mujeres y chicas menores prostituidas y de pederastia protagonizado por el magnate estadounidense Jeffrey Epstein, que acabó suicidándose en su celda de la prisión.
Los tabloides británicos hablaron de un cifra astronómica, entre los 12 y los 14 millones de euros. Isabel II costeó con su propio patrimonio el acuerdo para evitar un juicio a Andrés, duque de York, y dejar, así, impune un deleznable delito sexual contra una menor.