Redacción.- El Papa Francisco beatificó este domingo 4 de septiembre al Papa Juan Pablo I conocido como “el Papa de la sonrisa” quien murió en su cama a los 33 días de haber asumido el papado envuelto en fuertes sospechas de que fue asesinado.
La ceremonia se llevó a cabo bajo la lluvia en la plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de personas procedentes de diferentes partes del mundo.
Como es tradición, el rito de la Beatificación se llevó a cabo al inicio de la Santa Misa.
El obispo de Belluno – Feltre, Mons. Renato Marangoni, junto al postulador de la causa, el Cardenal Beniamino Stella, solicitaron al Santo Padre beatificar al Siervo de Dios Juan Pablo I.
Después, el Cardenal Stella leyó una breve biografía de Albino Luciani acompañado por la vice postuladora, Stefania Falasca.
Al terminar la lectura de los datos biográficos, el Papa Francisco declaró Beato a Juan Pablo I.
Cabe recordar que oficialmente fue un infarto la causa de su muerte, según informó entonces el Vaticano que, como es habitual tras la muerte de un Papa, rechazó la posibilidad de realizar una autopsia a pesar de que Luciani murió de madrugada, en su cama, y sin testigos.
En una entrevista a la española Efe, Luis Bravo Flores, autor del libro “Juan Pablo, ¿estás muerto?”, afirma que esa autopsia sí que se realizó y que gracias a ella se supo que el Papa había ingerido altas dosis de un medicamento vasodilatador, a pesar de que era hipotenso y de que su médico asegurara que la noche anterior a su muerte había hablado con él y le había encontrado bien.
Asimismo, el investigador y escritor inglés David Yallop dijo en su libro “En el nombre de Dios” que hubo un envenenamiento en el que se aliaron miembros del Vaticano y mafiosos estadounidenses para acabar con la vida del Papa Juan Pablo I.
Yallop dijo que el Papa habría sido envenenado con digitalina, añadida a sus medicamentos, por orden de la logia secreta P-2, cuyo fundador, Licio Gelli, posteriormente desapareció. La decisión fue tomada porque el nuevo Pontífice se disponía a purgar del Vaticano a toda una serie de personas comprometidas en graves actos de corrupción con recursos financieros del Vaticano.
El autor británico afirma que varias personas asociadas con la P-2 tenían interés en que el Papa desapareciera. En su libro cita al arzobispo Paul Marcinkus, que entonces se encontraba al frente del Banco Vaticano; al cardenal John Cody, arzobispo de Chicago, y al cardenal Jean Villot, secretario de Estado del Vaticano, por citar tres.
Yallop en una entrevista con Opinión y Noticias, dijo que lo más importante fueron las decisiones que Albino Luciani había tomado justo antes de su muerte. Él iba a remover del Banco del Vaticano al obispo Paul Marcinkus, que era el jefe del ente e iba a despedir a cuatro de sus colaboradores más cercanos. Estos individuos estaban involucrados, en ese momento, en comportamiento criminal de amplio espectro, pero lo más notable era su relación con Roberto Calvi del Banco Ambrosiano. Luciani sabía esto, no porque lo hubiese descubierto en el momento en que se hizo Papa sino porque había oído sobre esta ola de corrupción durante los siete años anteriores, cuando trabajaba en Venecia.
En la entrevista realizada por Iván R. Méndez a la de que por qué el Papa Juan Pablo II ratificó a Marcinkus y su clan, Yallop afirma lo siguiente: Porque él era corrupto. El Papa era corrupto. Un ejemplo de cuanto lo era se puede sacar de esto. En 1982, luego del asesinato de Roberto Calvi en Londres, llegaron al Vaticano los alegatos que yo hacía en mi libro acerca de Marcinkus. Allí se evidenciaba que el Vaticano había trabajado en conjunto con el crimen organizado en Italia y se hizo obvia la pérdida de 1.2 millardos de dólares, de los cuales el Banco del Vaticano era fiador. Wojtyla se volteó y le dijo a uno de sus colegas, a manera de chiste y sin sentirse culpable de nada: “no puedo esperar a ver como Marcinkus logra salirse de todo esto, sin culpa ni inmoralidad”.
Toda su vida Wojtyla tuvo una posición muy particular con respecto al trato de los escándalos. Lo cual se remonta a su niñez en Cracovia. Él creía que debían encubrirse todos los escándalos en la iglesia. El decía que en la casa de su padre, es decir, en la iglesia, había un cuarto especial para discutir esos asuntos y nada salía de allí. Sea la corrupción de Marcinkus, el asesinato de Juan Pablo I o la ola de curas pedófilos en el mundo, todo eso debería encubrirse. Si en algo fue consistente Wojtyla durante su vida fue en encubrir.
LA ENTREVISTA COMPLETA EN:
http://www.opinionynoticias.com/entrevistas/79-cultura/60-david-yallop-juan-pablo-ii-fue-un-encubridor
Por otra parte, Anthony Raimondi, un miembro de la mafia italiana en Nueva York, confesó haber participado en el supuesto asesinato y haber presenciado la muerte del pontífice en el Vaticano en 1978.
En una entrevista con el New York Post, Raimondi comentó su libro ‘When the Bullet Hits the Bone‘ (Cuando la bala golpea el hueso), en el que hacía un relato de la muerte de Juan Pablo I.
Según Raimondi, su participación en el crimen empezó cuando fue contactado por su primo, el cardenal Paul Marcinkus, quien dirigía el Banco Vaticano.
Según Raimondi, su papel era memorizar los hábitos del papa para saber cuál era el mejor momento para darle una fuerte dosis de Valium para luego envenenarlo con cianuro.
“Estaba parado en el pasillo afuera de las habitaciones del Papa cuando se sirvió el té (en el que estaba el Valium)”, dijo Raimondi.
No se hubiera despertado “incluso si hubiera habido un terremoto”, agregó el hombre que explicó que Marcinkus “colocó el gotero en la boca del papa y lo apretó”.
Luego, un asistente del papa se percató de la situación y pidió ayuda. Los primeros en llegar fueron Marcinkus y dos de sus cómplices que actuaron como si estuvieran sorprendidos de encontrar al pontífice al borde de la muerte.