Eduardo Lliteras Sentíes.- Después de pasar semanas diciendo fundamentalmente que todo va muy bien y que no habría que cambiar ni una coma a lo que se ha hecho en el actual gobierno federal -y que son copias, amigos y fieles alfiles del presidente Andrés Manuel López Obrador- al menos un par de las corcholatas, en vísperas de la elección del que será la o el sucesor, han comenzado a abordar algunos de los temas que encabezan las preocupaciones de la mayoría de los habitantes de éste país. Me refiero a la salud pública y a la inseguridad que campea en gran parte del país, por más que se hablen de cifras mágicas y de la disminución de homicidios, robos y secuestros. La realidad es que todos los días vemos ciudadanos comunes y corrientes ser víctimas de ladrones impunes, de cárteles, de criminales, de extorsionadores y de personajes violentos que les arrebatan la vida o sus bienes, constituyéndose en un impuesto criminal no contabilizado en las cifras de la economía que va viento en popa, según se dice.
Marcelo Ebrard fue el primero que lanzó su plan en materia de salud pública, donde lamentablemente no hemos llegado a ser Dinamarca mientras se muere en un elevador. Claudia Sheinbaum comenzó a hablar del tema de la inseguridad en el país presumiendo, en su cuenta de Twitter, que cuando fue “jefa de Gobierno disminuimos en 58% la incidencia delictiva y en 51% los homicidios. Ya lo hicimos, claro que lo podemos hacer”.
Claro, la inseguridad y las carencias de la salud pública son temas que son explotados mediáticamente por la llamada oposición, esa que durante décadas prohijó y alimentó el estado actual de criminalidad con la que se aliaron no sólo para utilizarla para atacar -y matar opositores- cuando lo necesitaron, sino para hacer negocios, mientras dejaban hospitales públicos inconclusos y mantenían el presupuesto de salud muy por debajo del 6 por ciento recomendado por la OMS.
Otro tema pendiente de la presidencia que va de salida es la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Muchas promesas se hicieron, pero el crimen involucra a algunas instituciones demasiado poderosas, como el ejército y la marina, por lo que se ve francamente difícil que se llegue, ahora sí, a la anhelada verdad histórica, por lo que es más factible que nos quedemos más bien con la oscuridad institucional sobre el caso. Por ahí circulan versiones que dan que pensar mucho, como la posibilidad de que detrás de la desaparición de los estudiantes no estuviera un cargamento de droga ubicado en el quinto o cuarto autobús, sino uranio, del que hay minas por la zona.
El GIEI, Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha dicho que han sido frenadas órdenes de captura en contra de servidores públicos en funciones, lo que evidenciaría posibles relaciones de autoridades con el crimen organizado. El GIEI, ya lo había dicho, que es muy relevante seguir investigando si el posible móvil del gran operativo en Guerrero la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014 –que dejó como saldo 43 normalistas rurales desaparecidos, seis jóvenes muertos y más de 40 heridos, algunos de gravedad– fue la toma del quinto autobús. Y ahora, si ese autobús iba cargado de algo que no era droga, sino por ejemplo uranio. Metal muy preciado por escaso y necesario no sólo en la industria militar sino energética, para las plantas nucleares, al grado que está por estallar un nuevo conflicto militar en Níger, debido a que tras el golpe militar que destituyó al presidente de esa nación centro africana, el nuevo gobierno militar anunció que las minas de oro y uranio no seguirán a las órdenes de Francia y Estados Unidos.
Además de las minas, Francia y Estados Unidos tienen bases militares -una de drones del Pentágono, considerada la más importante en el continente africano- lo que genera aún más enojo en Washington y París, al grado de que se prepara, todo indica, una intervención militar para erradicar al gobierno golpista.
Sin embargo, las cosas se complican, ya que además de la presencia del grupo mercenario pro ruso Wagner, los gobiernos de Burkina Faso y Malí han anunciado que cualquier intervención militar contra Níger equivaldría a una declaración de guerra. Así lo informaron este 31 de julio los gobiernos de ambas naciones africanas.
Estamos ante lo que parece un escenario de guerra inminente que también podría involucrar a Argelia, cuyo gobierno “advierte, pide prudencia y moderación ante las aspiraciones de una intervención militar extranjera, que lamentablemente parecen ser opciones reales y factibles, al tiempo que son factores que solo complican y exacerban la crisis actual”. Todo ésto sucede mientras en Sudán prosiguen los enfrentamientos militares desde hace semanas.
Por último, cabe recordar las palabras de la entonces candidata y hoy presidente del consejo de Italia, Giorgia Meloni, el 21 de enero de 2019 en “LA7”, cuando sorprendió revelando algo que se sabía sobre Francia y su control de numerosas naciones africanas, pero de lo que poco se habla: “esto es el Franco CFA . Es la moneda colonial que Francia imprime para 14 naciones africanas a las que aplica señoreaje y en virtud de la cual explota los recursos de estas naciones”, dijo mientras mostraba una copia de un billete.
El Franco de las colonias francesas de África le garantiza a Francia que el 50% de las reservas de divisas de los países de la zona monetaria del franco CFA se depositen en una cuenta del Banco de Francia. Mientras controla la política monetaria y quién explota sus recursos naturales. Un esquema colonial en toda regla, hoy en peligro.