El 25 de febrero de 2025, el Papa Francisco, desde el Policlínico Gemelli de Roma donde se encuentra convaleciente, aprobó la canonización de José Gregorio Hernández, figura venerada por el pueblo venezolano desde hace más de un siglo. Con este acto, Hernández se convierte en el primer santo de Venezuela, culminando un proceso de canonización iniciado en 1949. El Papa creó otro santo: Bartolo Longo, fundador del Santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya, Italia. Declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980.
Además, el Papa “ha decidido convocar un consistorio que se ocupará de las próximas canonizaciones”.
Por lo pronto el Vaticano ha dicho que las condiciones clínicas del Papa Francisco mejoran levemente. Come bien. Y muestra una evolución normal de la inflamación pulmonar. Los análisis confirman la mejoría de ayer. Continúa con oxigenoterapia. La insuficiencia renal ha retrocedido, pero el pronóstico sigue siendo reservado.
Según el cardenal Semeraro: «Francisco tiene una fuerza espiritual. Alimenta tus días con largos momentos de reflexión y oración. Es como llenar el tanque de gasolina antes de un viaje largo. Se despierta cada mañana antes del amanecer y dedica al menos dos horas a la oración”.
Ya al día siguiente de su hospitalización, se había hecho oficial el nombramiento de sor Raffaella Petrini como presidenta de la comisión pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano y presidenta de la Gobernación de la Santa Sede, una especie de alcaldesa de la ciudad del Estado Vaticano. Petrini es franciscana, de 56 años, y será gobernadora a partir del 1 de marzo y la primera mujer que asume un cargo que hasta ahora era cardenalicio y en manos siempre de hombres. Ayer el Papa aclaró sus competencias y le atribuyó “la facultad de disponer y conferir competencias o tareas específicas a los Secretarios generales”. Es decir, le dio más poderes, para reforzar su cargo también en medio de grillas -por ser mujer- y ante los rumores de muerte que rodean al Pontífice.
También ayer se difundió el mensaje de Francisco para la Cuaresma: “Caminemos juntos en la esperanza”.