Redacción / Eduardo Lliteras Sentíes.- Seguramente pocos mexicanos conocen o han escuchado hablar de un diminuto pueblo de Sonora llamado Bacadéhuachi. Sin embargo, en Canadá, Estados Unidos y China, así como en el mapa de intereses geopolíticos de gobiernos y trasnacionales, lo tienen bien ubicado, ya que allí se esconde el yacimiento de litio en roca más grande que se conoce en el mundo, hasta ahora, y que supera con creces el yacimiento boliviano del salar de Uyuni, el que provocó un golpe de Estado auspiciado por el gobierno estadounidense contra el ex presidente Evo Morales, quien había nacionalizado dicho recurso estratégico.
El yacimiento ubicado en la localidad Bacadéhuachi, en la sierra alta de Sonora, fue realizado por la empresa canadiense Bacanora Lithium y la china Ganfeng Lithium. Y adjudicado generosamente a los extranjeros hace una década, durante el gobierno del ex presidente panista Felipe Calderón, sin contemplar, por ejemplo, la industrialización del mineral en México para que no ocurra lo mismo que con el petróleo: la entrega de la materia prima para su transformación en otros países mientras los daños ambientales y sociales se quedan en las comunidades, que no reciben beneficio alguno. Calderón les entregó una concesión que tiene el tamaño de unos 100.000 campos de fútbol y una duración de 50 años, por la que la trasnacional canadiense está planeando en quedarse en México los próximos tres siglos, como dice el diario español El País en un reportaje especial sobre el tema.
Bacanora Lithium y la china Ganfeng Lithium desarrollan el proyecto “Sonora Lithium”, el que cuenta con reservas probadas de 243.8 millones de toneladas de litio y que según sus promotores tendrá como su principal destino de venta el mercado asiático, dejando en la sierra sonorense devastación y pobreza ya que las mineras en México solo entregan al gobierno mexicano los impuestos y derechos que pagan las empresas mineras que son ridículos, al grado de que la Hacienda apenas recibe el 1% de la economía nacional de dicho sector a pesar de tener concesionado un tercio del territorio nacional.
El yacimiento mexicano en manos de esas empresas es una auténtica mina de oro para los extranjeros, ya que se tiene la capacidad de rebasar con creces la producción de las naciones que producen litio para producir baterías para autos eléctricos, celulares, computadores entre otros componentes que lo convierten en la materia prima geopolíticamente más relevante del presente y futuro cercano, con la llamada revolución verde de las energías renovables, presentadas como la panacea por los intereses corporativos. Bacanora Lithium, dice en su página web, que posee diez áreas de concesión minera que cubren aproximadamente 100,000 hectáreas en el noreste del Estado de Sonora en México. Siete de estas diez concesiones mineras (el ‘Proyecto de Litio de Sonora’) se incluyeron en el Estudio de Factibilidad de Sonora publicado en enero de 2018. El Proyecto de Litio de Sonora tiene una estimación de Recurso Mineral Medido más Indicado de más de 5 Mt (que comprende 1,9Mt de Recursos Medidos y 3,1Mt de Recursos Indicados) de LCE y un Recurso Mineral Inferido adicional de 3,7 Mt de LCE.
Según datos de Statista, un portal alemán de estadísticas, durante 2018 el país que produjo la mayor cantidad de litio fue Australia, con un total de 51,000 toneladas, seguido de lejos por Chile, con 16,000; China, 8,000 y Argentina, 6,200 toneladas, sin contar los datos de Estados Unidos (EU) por no ser públicos.
El yacimiento de Sonora, se ubica, además, a tan solo 1400 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, cuyo empresario de Tesla Motors, Elon Musk, ya ha confesado que estuvieron atrás de la remoción de Evo Morales para apoderarse de las reservas de litio bolivianas y para acabar con la fabricación de vehículos eléctricos que había iniciado ese país.
Por lo pronto, intereses extranjeros y sus portavoces, comenzaron a expresar preocupación porque los legisladores de Morena presentaron ante el Senado, reformas que buscan nacionalizar el litio.
El objetivo es reforzar el papel de Pemex como líder del mercado y otros cambios en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), organismos reguladores y la Ley de Hidrocarburos.
Según la agenda del grupo parlamentario, el objetivo de estas iniciativas es “consolidar una patria más justa, incluyente, equitativa y próspera”.
Cabe recordar que Víctor Manuel Toledo, quien acaba de renunciar a la secretaría del Medio Ambiente (SEMARNAT) a nivel federal calificó al litio como el ‘nuevo petróleo’ y apuntó que México tiene grandes yacimientos, sin especificar datos.
“El litio va a ser el nuevo petróleo, es la base no únicamente de las computadoras sino de los acumuladores”, dijo el funcionario. “Se nos vienen los autos eléctricos, y México debería de ser capaz de fabricar autos eléctricos en fábricas públicas”, agregó.
Aquí está el meollo del asunto. Si México va a seguir siendo un territorio depredado por intereses extranjeros que saquean sus recursos o si las reglas del juego van a cambiar, también para beneficio de los habitantes de Bacadéhuachi.
Se proyecta que las ventas anuales de baterías hechas de iones de litio alcancen un valor de $100,000 millones de dólares en 2029 y alrededor de $116,000 millones en 2030, según Bloomberg New Energy Finance. Y como señala El País, entre 2014 y 2018, los precios del litio se dispararon un 156%: desde los 6.690 dólares la tonelada subió hasta un máximo histórico de 17.000 dólares en 2018. Es decir, un negocio redondo para los concesionarios de dicho mineral por siglos en México, sin ningún beneficio real, a la vista, para la población de Bacadéhuachi. Por el contrario.