Redacción / Por Eduardo Lliteras Sentíes / Joe Biden llegó con la intención de recuperar la muy deteriorada imagen estadounidense entre la élite y aliados de los Estados Unidos. Envuelto en la falsa retórica de la nación líder del planeta e indispensable para hacer prevalecer el “modelo democrático” occidental frente al modelo autoritario chino y ruso, el presidente Demócrata ha lanzado un par de campañas propagandísticas como la reciente del cambio climático.
Al abrir la cumbre internacional por el “Día de la Tierra” auspiciada por la Casa Blanca, Biden dijo que Estados Unidos disminuirá las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 50 y un 52 por ciento en 2030 después de ser el principal saboteador de cualquier acuerdo para disminuir las emisiones de gases de invernadero, como ocurrió con la cumbre de Río de Janeiro de 1997 y el Acuerdo de Kioto. Con George W. Bush, los Estados Unidos se negaron a cualquier concesión argumentando que el “american way off life” (el estilo de vida estadounidense) no estaba a negociación. Es decir, Bush rechazaba que el consumo per cápita de petróleo, que ha sostenido el despilfarro energético estadounidense y su estilo de vida, simplemente fuera tocado. Con Donald Trump simplemente se canceló el doble discurso y se anunció que el cambio climático no existía para la administración estadounidense.
Los Estados Unidos, el principal emisor de gases contaminantes y de gases de invernadero desde la Revolución Industrial siempre ha pretendido aderezarle la responsabilidad del cambio climático a las demás naciones, incluida China, nación convertida en la actualidad en el otro gran contaminador del planeta. Pero la responsabilidad histórica de los grandes contaminadores siempre ha sido descargada por los negociadores estadounidenses en las cumbres del cambio climático sobre los hombros de las demás naciones.
Ahora, cuando el cambio climático es cada día más terrible y devastadoramente evidente, Biden anuncia recortes a sus emisiones que son insuficientes para que las temperaturas del planeta no aumenten por encima de 1.5 grados y para evitar un calentamiento catastrófico para la humanidad y la vida del planeta. En realidad, muchos dudan de la honestidad de Washington, el que un día se “compromete” y después se retira o cancela acuerdos en materia de cambio climático.
Como han señalado los analistas de “Climate Action Tracker” el nuevo objetivo de Estados Unidos anunciado por Biden de reducir la brecha de las emisiones globales –entre la acción prometida y los recortes necesarios para cumplir con los objetivos de París en alrededor de un 5-10 por ciento en 2030–, dejan en evidencia que se necesitan recortes más grandes para que Estados Unidos cumpla su papel para alcanzar el objetivo de un aumento de únicamente 1,5 ° C.
Como se sabe, el Acuerdo de París sobre el clima de 2015 busca ahora limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales y en lo posible situarlo en +1,5°C, el nivel que los científicos estiman indispensable para evitar los efectos más severos del cambio climático. Ese horizonte es inalcanzable con los compromisos nacionales actuales como el recientemente lanzado por la administración Biden. Los Estados Unidos y su maquinaria de guerra, por ejemplo, son los responsables en un porcentaje muy importante de las emisiones de gases de invernadero que provocan el cambio climático. La escalada militarista y las tensiones militares globales auspiciadas por la potencia global, ciertamente no ayudan a disminuir las emisiones de la industria de guerra global que encabeza Washington. Y ese tema, evidentemente, está fuera de la retórica estadounidense aplaudida por los paleros locales de la nueva administración en Washington.
El doble discurso del vecino, se descubre con escudriñar un poco la realidad. Por ejemplo, el presidente Biden anunció el retiro de las tropas estadounidenses en Afganistán, donde han llevado a cabo una contaminante y genocida guerra durante 10 años con falsas justificaciones.
La realidad es que más de 18.000 contratistas del Pentágono permanecerán en Afganistán, mientras que las tropas oficiales ascienden a 2.500. Joe Biden retirará a este grupo más pequeño de soldados y dejará atrás a las Fuerzas Especiales, los mercenarios y los agentes de inteligencia estadounidenses, privatizando y reduciendo la escala de la guerra, pero sin ponerle fin, como advierte la revista “The Gray Zone”.
Asimismo, Estados Unidos mantiene una constelación de bases aéreas en la región del Golfo Pérsico, así como en Jordania, y una importante sede aérea en Qatar, que podría proporcionar una plataforma de lanzamiento para misiones de bombarderos de largo alcance o drones armados en Afganistán.
Hablamos de la importancia de reducir las emisiones de la industria de guerra y del aparato militar global estadounidense (con centenares de bases alrededor del mundo) y de las naciones líderes en la producción de armas como Rusia, China, Gran Bretaña, Israel, Alemania, Francia. Pero esto será inalcanzable mientras se mantengan las tensiones y el despliegue militar alrededor del planeta de la administración estadounidense. Y obviamente, estos temas no están a negociación mientras algunos creen que el cambio climático se resuelve con ampliar los parques eólicos y solares. Sin tocar la industria de guerra, por ejemplo, o el consumo per cápita de energía.
Veamos otro ejemplo. En Ucrania, el gobierno ucraniano en días recientes lanzó una nueva ofensiva en su guerra civil contra las provincias étnicamente rusas en la región oriental de Donbass, que declaró su independencia unilateral después del golpe respaldado por Estados Unidos en 2014. El 1 de abril, el jefe de estado mayor de Ucrania dijo públicamente que “Se prevé la participación de los aliados de la OTAN” en la ofensiva del gobierno, lo que provocó advertencias de Moscú de que Rusia podría intervenir para proteger a los rusos en Donbass.
Como señala “The Stop the War Coalition”, siguiendo su repetitivo guión habitual, los funcionarios estadounidenses y de la OTAN fingen que Rusia es el agresor por realizar ejercicios militares y movimientos de tropas dentro de sus propias fronteras en respuesta a la escalada de Kiev. Pero incluso la BBC está desafiando esta narrativa falsa, explicando que Rusia está actuando de manera competente y efectiva para disuadir una escalada de la ofensiva ucraniana y las amenazas de Estados Unidos y la OTAN. Estados Unidos ha ordenado dar la vuelta a dos destructores de misiles guiados estadounidenses que navegaban hacia el Mar Negro, donde solo habrían sido presa fácil de las avanzadas defensas de misiles de Rusia, añade.
Y así por el estilo. En Irán, en Siria, en el mar de China, en América Latina, la geopolítica estadounidense genera una escalada militarista y tensiones militares que alimentan la industria de guerra (y el cambio climático), indispensable para el control y sometimiento del mundo y clave en las economías de guerra de las potencias mundiales que dominan el planeta. Lo demás, es propaganda.