Redacción.- Hace 8 días, a primera hora de la mañana, una máquina ingresó al terreno que ocupa la familia Romero Mendoza desde hace más de 40 años, tras ser contratada por la familia Álvarez Lara para cuidar, limpiar y realizar otras labores en el predio marcado con el número 85 de la calle 22 por 13 y 15 de la comisaría de Cholul.
El bulldozer destruyó el tinglado que utilizaban como cocina, arrasó con el gallinero donde habían patos, gansos y gallinas, arrancó árboles y plantas cultivados durante años. Pero sobre todo, el operador y las personas que irrumpieron en el terreno amenazaron con “destrozar la casa con sus ocupantes dentro si no la desalojaban de inmediato“.
Ha sido una semana de pesadilla para la familia, maya, de ocho miembros, encabezada por Efrén Romero Mendoza, de 38 años y nacido en ese predio de manos de una partera.
Su padre, Luis Andrés Romero Chan, fue contratado por el señor Marcos Álvarez Lara (ambos finados) propietario del conocido súper Deli ubicado en la plaza de Cholul, para cuidar el terreno. Romero Chan tenía que utilizar muletas para trabajar y así lo hizo toda la vida, con unas muletas viejas y rotas, manteniendo limpio el terreno. A su muerte, sus hijos Norma Gabriela romero Mendoza de 46 años, Gladys del Rosario Romero Mendoza 45 años (con insuficiencia renal), María Blanca Romero Mendoza de 49 años y Pablo Romero Mendoza 50 años (con daño neurológico) se quedaron en el terreno donde nacieron y crecieron y del que ahora los quieren lanzar a la calle con sus animales y enseres de casa, de un día para otro, sin una indemnización de ley y sin considerar sus derechos acumulados a lo largo de las décadas, como señalan abogados consultados.
Además, como señalamos anteriormente, varios miembros de la familia, padecen enfermedades invalidantes, por no hablar que se trata de una familia de escasos recursos y de que varios de sus miembros nunca fueron a la escuela.
Los padres de la familia, hoy formada también por niños pequeños, Luis Andrés Romero Chan (quien no tenía una pierna) y Ángela Mendoza Rodríguez, únicamente llegaron a un acuerdo de palabra que se alargó a través de los años y las décadas con los propietarios del terreno y súper Deli; inclusive pidieron que les pagaran sueldos conforme a la ley para poder ellos comprar un terreno y su casa y dejar el predio de los Álvarez Lara. A lo que se negaron los Álvarez Lara.
En efecto. No hubo respuesta positiva por parte de la familia Álvarez Lara, por el contrario, la familia Romero Chan, los hijos incluidos, realizaron trabajados en la finca adyacente a lo largo de los años donde se realizan fiestas y reuniones, y a la que al parecer la quieren convertir en un salón de fiestas. También una de las hijas del señor Romero Chan trabajó en el súper Deli.
Hasta ahora, la señora Alicia Álvarez Cano (heredera del señor Marcos Álvarez Lara) y su pareja, Claudio Reyna, así como sus abogados, Armando Cobos y Cesar Canul, únicamente han ofrecido a la familia Romero Chan una “indemnización” de 60 mil pesos, a todas luces insuficiente.
La familia Romero Chan tiene documentos emitidos por la comisaría de Cholul de que allí han vivido en los últimos 40 años. También sus credenciales del Instituto Nacional Electoral. Hay un contrato con la Comisión Federal de Electricidad, a nombre de los familiares de los propietarios. Sin embargo, los pagos de la electricidad los hacía la familia Romero Chan y tienen los recibos.
Cabe señalar, por último, que el señor Marcos Álvarez Lara, siempre hizo ostentación pública de que la familia Romero Chan no tenía necesidad de irse a ningún otro lado a vivir, de que no tenían necesidad de conseguirse una casa, porque ya tenían una, es decir, el predio donde viven hacinados en Cholul 8 personas y menores.
Cabe señalar que un grupo de vecinas se ha mostrado solidaria y ha acudido al predio a expresar su solidaridad con la familia Romero Chan. Han ofrecido su apoyo y también se han manifestado en la plaza de Cholul frente al súper Deli. Han llamado a boicotear dicho negocio si no hay un trato justo para familia Romero Chan.
En pocas palabras, fueron sus trabajadores por décadas y nunca gozaron de prestaciones de ley de ninguna especie. Hoy enfrenten un lúgubre futuro cuando la plusvalía en la comisaría de Cholul se ha ido por los aires de la mano de edificaciones de todo tipo que están surgiendo en ésta zona de Mérida, llamada ciudad “armoniosa y pacífica” por sus autoridades, pero en la realidad violenta y sumamente conflictiva por los atropellos de toda especie que ha desatado la fiebre del oro por la tierra de la capital yucateca.