El especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) – Yucatán, Orlando Caseres Contreras afirmó que el temor y la obsesión por el tiempo permitió a los mayas precolombinos el contar con un sistema calendárico preciso así como un sistema para predecir los eclipses, tal como los que ocurrirán en México, el próximo 14 de octubre y 8 de abril de 2024.
Incluso, en la sociedad maya contemporánea aún prevalece ese miedo e intranquilidad en torno a estos fenómenos astronómicos, tal como ocurrirá con ambos sucesos, para lo cual, los pobladores harán todo tipo de ruido “para evitar la desaparición del Sol”.
A 59 días del paso de eclipse anular de Sol por la Península de Yucatán, es notable el interés por este suceso, y entre los mejores sitios para su observación son las zonas arqueológicas del Puuc.
El investigador del Centro INAH Yucatán comentó que para los mayas, al igual que otras culturas, los eclipses eran temidos, ya que “atentaban el orden natural de las cosas”.
En el caso del eclipse de Sol, que es más impactante, cuando está por comenzar la totalidad, la fauna se comporta de manera inusual y buscan un sitio para dormir, y cuando finaliza, minutos después, continúan con sus actividades.
Destacó que los mayas creían que una gran serpiente devoraba al Sol o a la Luna, al igual que un jaguar.
Resaltó la labor de los sacerdotes -astrónomos mayas, y tan sólo en las páginas 48 a la 56 del Códice de Dresde está la “Tabla de eclipses”, con la cual, con bastante precisión se puede predecir estos sucesos”.
Cuestionado sobre cómo la sociedad maya actual concibe estos fenómenos naturales, señaló que hay algunos cambios, pero todavía prevalece el temor.
Recordó que en Becanché, Campeche, cuando realizaba un trabajo de investigación, de manera casual hubo un eclipse de Luna, por lo que la gente empezó a hacer ruido con tal de que no desapareciera el satélite.
“En la noche, todo estaba tranquilo, cuando de pronto, toda la población empezó a hacer ruido con las ollas y otros artefactos, para ahuyentar a los espíritus y demonios que se querían comer a la Luna, e incluso, hasta el sacerdote se sumó y empezó a tañer las campanas de la iglesia, y no me quedó otra opción que sumarme”, acotó.
Este tipo de acciones suceden en las pequeñas poblaciones de la Península de Yucatán, con una mínima variación.
En Sanahcat, la gente sale de sus casas para tocar latas y ollas de aluminio, o bien, los menores de edad amarra numerosos objetos metálicos a la parte trasera de su bicicleta, y se ponen a recorrer el lugar donde viven, hasta que el fenómeno se empiece a desvanecer.
En otras comunidades, cuando las personas empiezan a observar que la Luna Llena empieza a decrementar de intensidad lumínica, así como menguar, se avisa a la comunidad para que cuando esté totalmente eclipsado el satélite, empezar a realizar diversas acciones, tal el caso de disparar al aire, con dirección a Selene o bien, hacer sonar caracoles marinos, etc.
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