Una tortuga marina murió recientemente en la costa de Telchac Puerto, Yucatán atacada por perros ferales, según dieron a conocer vecinos de dicha población costera de Yucatán.
Esto fue documentado por una vecina de la zona, quien también es cuidadora de “Manchas”, un perro conocido por acompañar y proteger a las tortugas que salen a anidar, dice la bióloga Lucía Hernández.
Según su testimonio, el perro intentó resguardar el cuerpo sin vida de la tortuga y resultó herido.
Lo ocurrido no es un caso aislado, sino parte de una problemática que lleva años creciendo sin que el gobierno municipal implemente medidas efectivas.
Durante la temporada de anidación, las tortugas marinas se vuelven especialmente vulnerables al salir a depositar sus huevos en la playa.


Su muerte a causa de un ataque de perros es una consecuencia directa de la ausencia de un programa de protección a la fauna silvestre, explica Lucía Hernández.
Explica que el presidente municipal, Alfonzo Núñez, no ha implementado ninguna estrategia real para proteger a las tortugas ni para controlar la población de perros en su municipio, señalan los vecinos.
En Telchac Puerto no existe un programa municipal activo de vigilancia, monitoreo o resguardo de nidos de tortugas, a pesar de que la región es un punto conocido de anidación. No hay brigadas de protección comunitaria organizadas por el ayuntamiento, ni señalización en las playas, ni protocolos de actuación ante ataques o emergencias.
Este abandono del municipio deja a las tortugas expuestas y sin defensa en una etapa crítica de su ciclo de vida. El problema no se limita al daño ambiental. También refleja una falta grave de política pública en materia de bienestar animal.
Señala que los perros ferales son animales abandonados, sin acceso a alimento, salud, ni refugio: son el síntoma de una administración que no destina recursos al bienestar animal. Su existencia en grandes cantidades responde al abandono humano y a la inexistencia de campañas de esterilización masiva.
Mientras no haya control ético de la población canina, los ataques continuarán. Sin regulación ni vigilancia, más tortugas morirán, y los perros seguirán viviendo en condiciones inaceptables.
No se trata de eliminar perros, sino de asumir la responsabilidad. Proteger a la fauna silvestre exige atender con seriedad la sobrepoblación canina: esterilizar, vigilar y actuar. Ignorar esta realidad es condenar tanto a los animales domésticos abandonados como a las especies en peligro.