En la cuenta oficial del embajador estadounidense en México, Christopher Landau, lo mismo aparecen calaveras catrinas, tacos, visitas familiares y oficiales, en nuestro país, así como bromas sobre sí mismo. El embajador está recorriendo el país con su familia, y además de expresarse en español con versatilidad, muestra un genuino gusto por la cultura mexicana y sus ricas expresiones, sin afectación o hipocresía.
Su gira por Michoacán, a sorprendido a algunos periodistas y medios de comunicación mexicanos que señalan que el embajador Christopher Landau visitó Uruapan y Pátzcuaro, zonas de Michoacán que Estados Unidos restringió para sus trabajadores en México por la violencia de los cárteles de la droga, entre otros.
Michoacán tiene nivel 4 (como Siria o Yemén, países asolados por brutales guerras) para los ciudadanos y funcionarios estadounidenses emitido por el Departamento de Estado.
Pero al embajador no se le vio con rostro adusto o rodeado de guaruras durante su viaje a Michoacán. Al contrario, además de degustar la cocina local con el gobernador Silvano Aureoles y otros funcionarios, se le pudo ver en una huerta de aguacates con toda su familia muy sonriente, por no hablar de su visita a Morelia y la zona lacustre de ese Estado azotada por la violencia criminal que devora a grandes extensiones de México.
La sorpresa del desafío del embajador estadounidense al México violento a través del reconocimiento y degustación de la cultura local va mucho más allá de mostrarse sonriente en uno de los Estados más peligrosos del país. Parecería una propuesta o alternativa a la puramente militar, expresada hasta ahora como la única salida al laberinto de Minos de la violencia criminal impuesto por la multitud de agencias estadounidenses involucradas en el tema en México y el mismo Pentágono. ¿Será así?
Ya lo dijo en días pasados, tras el operativo de captura de Ovidio Guzmán, que resultó en una demostración de músculo delincuencial: “Muy importante el tema del flujo ilegal de armas y dinero de EEUU a México-como vimos en Culiacán, son la raíz del poder del crimen organizado. Pero en ambos lados de la frontera, hay demasiadas agencias gubernamentales involucradas en el tema. ¡Desde hoy, esto se desburocratiza!”
Por lo pronto, el embajador destacó en sus tuits que “la industria del aguacate en Michoacán es un gran ejemplo de los beneficios del libre comercio. Hoy tuve el gusto de visitar una huerta cerca de Pátzcuaro y platicar con productores, exportadores, e inspectores. ¡Más comercio agrícola!”.
Quizá el embajador debiera de echarle un vistazo a la serie de Netflix, llamada Rotten, y su capítulo dedicado a la millonaria industria michoacana del aguate. Allí se habla de la irrupción de los cárteles en los campos de aguacate michoacanos, en la industrialización del sector engordado por los millones de dólares de las exportaciones a Estados Unidos, y en particular de los Zetas, entrenados por varios gobiernos, entre éstos, el suyo. Mucho que reflexionar.
Por lo pronto, bienvenido ese rostro inteligente del nuevo representante de Washington en México.