Eduardo Lliteras Sentíes.- “Esta guerra, no lo sé por cierto, yo creo que obedece a una orden de los Estados Unidos. Los Estados Unidos metieron al país en esto. Calderón ha sido en un momento dado el héroe de los poderosos en los Estados Unidos por su persecución al narcotráfico pero parece que es casi la única baraja que jugamos, es la única que tenemos y creo que es un gravísimo error porque se abandonan muchas otras cosas que deberían ser muy importantes; luego muere gente que no tiene nada que ver”, me decía la escritora Elena Poniatowska en una entrevista realizada en la extinta casa de cultura La 68 dirigida por su hija en Mérida, Yucatán, y publicada en el libro “México, emergencia nacional”.
En dicho libro, el investigador de la UNAM, John Ackerman, me decía también en entrevista que lo que hizo Felipe Calderón como presidente fue “entregar el país a los Estados Unidos, tanto económicamente como en materia de seguridad. La estrategia de guerra utilizada por Calderón, la ha aplicado de manera gustosa y voluntariosa, pero también ha sido en acatamiento a lineamientos muy claros desde” Estados Unidos, afirmaba.
En el libro, publicado en 2012 con el apoyo de Conaculta y el Ayuntamiento de Mérida, intenté, a través de 9 opiniones entre las que también se contaban las de Carlos Montemayor y Lorenzo Meyer, dar luz al oscuro túnel en el que nos habíamos metido con la llamada guerra al narco, estrategia de Washington para sembrar caos y violencia en México con la finalidad de mantener el control político y económico de nuestro país.
En aquel entonces también firmamos la petición de juicio al presidente Felipe Calderón, impulsada por el abogado Netzaí Sandoval, quien ha señalado precisamente en éstos días que “durante años denunciamos que Calderón y Genaro García Luna no combatían realmente el narcotráfico. Incluso cuando estaban en el poder. Eso nos costó amenazas y persecución. ¿Hoy qué opinarán los que nos descalificaban?”.
En efecto, dónde estaban muchos de los que hoy se asumen defensores del “pueblo” y que en redes sociales celebran que Genaro García Luna haya sido señalado como culpable de cinco cargos de narcotráfico en una corte de Nueva York, Estados Unidos. Muchos de ellos parte de la estructura de poder que en aquel entonces descalificaron a todos aquéllos que cuestionamos la guerra al narco y al gobierno calderonista. A nosotros no nos fue tan mal, otros terminaron en la cárcel.
Lo lamentable del teatro gringo en la corte este de Nueva York –aunque no lo quieran ver los morenistas que celebran la condena a García Luna usándola además como ariete político contra el PAN— es que nuestro país y la actual administración federal salen muy mal parados por la imagen de corrupción de México que se desprende de ese juicio. Imagen negativa de México, de sus instituciones y clase política en Estados Unidos que no es nueva, ni mucho menos; narrativa explotada por la clase política y gobiernos, del poderoso vecino enzarzado en una guerra en Ucrania desde hace un año, de forma reiterada. “Bad hombres”, decía Donald Trump al referirse a los mexicanos que cruzaban el Bravo para trabajar en los Estados Unidos, “violadores” los llamó.
La realidad es que más allá de que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador celebra y busca explotar de forma electorera el fallo de la corte gringa contra el ex secretario de seguridad pública de Felipe Calderón y ex titular de la AFI (Agencia Federal de Investigación) con el presidente Vicente Fox Quesada, la impunidad en México permanece, porque en nuestro país no fue juzgado jamás el criminal Genaro. Ni él, ni toda la red que lo rodeó, inclusive desde antes de Vicente Fox y Felipe Calderón con el presidente priista Ernesto Zedillo. El también ex espía del CICEN no trabajó en solitario con los narcotraficantes, ni duda cabe, pero tampoco sin relaciones y acuerdos con las agencias estadounidenses que han operado, y operan en México de forma subterránea, sembrando armas, poniendo el dedo a algunos capos y trabajando con otros, permitiendo el trasiego de droga, el lavado de dinero en Estados Unidos.
El objetivo geopolítico estadounidense, en nuestra opinión, es el descrédito del aparato de seguridad mexicano pero también de quienes lo dirigen, ayer y hoy, mucho ojo. No se olvide el capítulo de la detención del general Cienfuegos en Los Ángeles, quien fue rescatado por el gobierno obradorista.
Con el descrédito de nuestro país, para el gobierno estadounidense queda claro que México y su gobierno, sus instituciones de seguridad, su ejército, no pueden con el narcotráfico al que definen como un problema de terrorismo para justificar su eterna guerra. Y una intervención en cualquier momento en territorio mexicano, como siguen exigiendo figuras al otro lado. Y como sucedió con las declaraciones públicas del ex presidente Trump y de otros personeros estadounidenses que exigen “bombardear a los narcos” y que entren tropas en territorio nacional. De allí que la intentona de embarrar al presidente Andrés Manuel López Obrador vaya también en esa dirección, en mi opinión. Los que hoy celebran podrían lamentarlo en un futuro, no muy lejano. Máxime con un fiscal como Alejandro Gertz Manero, alias “tortuGertz”, quien ha sido incapaz de investigar y armar procesos con pruebas y creíbles contra los corruptos de pasadas administraciones, muchos de los cuales se han colado al partido Morena buscando impunidad, y obteniéndola, en una burla de la más mínima congruencia, con cambios de camisetas como si fueran calzones.